Tegucigalpa, Honduras.- Hay personajes en el país que no aspiraron a un cargo de elección popular, pero que, tras las elecciones del pasado domingo 30 de noviembre, donde el partido oficialista Libertad y Refundación (Libre), sufrió una estrepitosa derrota, ellos se van en la oleada. Son personas conocidas, ya sea porque figuran en el aparato público o porque en su rol se dedicaron a pregonar la refundación y a impulsar una narrativa de confrontación.
EL HERALDO recoge en este análisis 12 personajes que algunos siendo políticos y otros no tanto jugaron un rol fundamental en la estrategia y en la campaña de Libre, pero que tristemente para ellos no aprobaron y el pueblo hondureño más bien repudió la retórica de la confrontación ideológica.
Pueden ser más o pueden ser menos, pero usted como lector puede construir su propia lista de aquellos personajes que a partir de enero, algunos y otros a partir de este mes de diciembre pasarán a la llanura, ya sin poder, y algunos de ellos señalados por la vindicta pública.
1. General Roosevelt Leonel Hernández: Definitivamente, no ha estado a la altura de su cargo. Su comportamiento político y el desafío sistemático a la Constitución y a las leyes, burlarse de sus propios compañeros y plegarse como un activista político más, ha hecho de este militar uno de los grandes perdedores de las elecciones. Roosevelt desplegó una narrativa de irrespeto a las instituciones electorales y actuó con una inconmensurable mezquindad hasta en nimiedades. (Se negó a prestar el campo de parada Marte para los vehículos utilizados en las elecciones). Este militar no solo se ensoberbeció en su cargo, sino que a juzgar por lo que ha trascendido por sus compañeros los humilló públicamente, sino que se olvidó de su discreta procedencia. Aliarse con el partido de gobierno lo llevó a cometer errores garrafales que lo marcaran para la historia, como el de ir a una reunión con el jefe militar venezolano, Vladimir Padrino, señalado de narcotraficante por el gobierno de EE. UU.
2. La presidenta Xiomara Castro: La presidenta Xiomara Castro ha tenido la oportunidad histórica de dejar un legado a las nuevas generaciones al ser la primera mujer en ocupar tan alto cargo, sin embargo, para muchos de los observadores nacionales ha dejado escapar esa oportunidad que le dio el pueblo hondureño. Las promesas incumplidas le pasan la factura a su partido. Veamos algunas: Traer al país la CICIH se convirtió en un juego político y una herramienta de manipulación propagandística. Nunca hubo voluntad política para traer ese mecanismo contra la corrupción estructurada en el país, temiendo -seguramente- que personajes de su mismo partido iban a estar en la mira. Igual paso con convertir el CCG en un hospital, promesa que anticipadamente se sabía que no iba a cumplir, pero que se usó como herramienta populista, en esta condición aparece el tema de la eliminación de los peajes o revisar la concesión del aeropuerto de Palmerola. Si bien durante su gestión hubo apoyo en educación y la construcción de nuevos hospitales (también salpicados por sospechas de corrupción que lo ha documentado el exministro José Manuel Matheu) y destinar fondos al sector productivo e infraestructura, eso no fue suficiente. También se le cuestiona dedicarse a gobernar solo para un partido político y no cambiar su discurso de campaña confrontativo, algo que no fue del agrado de la mayoría de los hondureños.
3. Gerardo Torres: Una de las gargantas más golilleras del gobierno y de Libre ha sido su subsecretario de Estado de Relaciones Exteriores, quien abandonó casi por completo su alto cargo público para dedicarse al activismo político. Desde su posición como funcionario público despotricaba y lanzaba heno contra la oposición, los medios de comunicación y los periodistas. Siempre se comportó como un “activista de barrio”, dejando a un lado su alto cargo público. Junto al canciller, Eduardo Enrique Reina, llevaron al fango a una secretaria que siempre se ha distinguido por su separación de la politiquería barata y ha estado en un pedestal precisamente porque sus funcionarios evitaban involucrarse en la política vernácula. Torres o no entendió el rol de su posición o simplemente su estilo callejero lo llevó a seguir siendo un activista. Desde sus redes sociales no había nadie que se le escapara para sus permanentes ataques y cuestionamientos, incluso se enzarzaba en choques que caían en un lenguaje rastrero y de alcantarilla, muy de lejos del lenguaje diplomático.
4. Ricardo Salgado: A Salgado le costó hallarle sentido a su cargo, la poca o nula experiencia en el sector público le cobró a este personaje perderse en el universo de la politiquería barata e insípida. Con los días, Salgado estructuró una secretaría con un diseño que le ayudaron manos extranjeras y desde allí construyó una armadura que con un buen presupuesto contrató a centenares de personas para atacar a la oposición y llevar la narrativa oficialista a las redes sociales. También buscó la ayuda del exterior y suscribió convenios dudosos con extranjeros para darle sentido estratégico a la propaganda del gobierno. Desde sus propias redes sociales, Salgado se dedicaba a despotricar contra la oposición, la empresa privada y los medios de comunicación y contra todo aquel que cuestionara la conducta o el proceder del gobierno. Para un alto funcionario como Salgado, tildar a alguien de estúpido e imbécil era lo de menos que se podía esperar. Muchos de esos ataques simplemente dejaban en estupor a la ciudadanía al leer tanta bajeza de un alto funcionario. El ministro de Estrategia del gobierno se quedó a deber y ha sido uno de los grandes perdedores de estas elecciones. En su cargo, le valió que el gobierno de Estados Unidos lo sancionara.
5. Lucky Medina: Este funcionario, encargado de proteger los bosques del país, se dedicó a despotricar contra los opositores políticos, empresa privada y todo aquel que, de una u otra forma, cuestionara o señalara algo sobre la administración pública durante la última etapa en el cargo. Fue nombrado por la candidata presidencial Rixi Moncada como su coordinador o director de campaña sin abandonar su cargo público. Medina pasará a la historia cuando en declaraciones públicas expresó su admiración y devoción por gobiernos comunistas como de Cuba y Venezuela, declarando que a él le gustaría que Honduras fuera como la isla caribeña gobernada por la autocracia de los Castro. Lucky Medina llevó su campaña al nivel de alcantarilla cuando con mensajes misóginos y homofóbicos atacó a mujeres de la oposición o a funcionarias del Consejo Nacional Electoral cuestionando sus apariencias físicas. Medina ni siquiera se disculpó por esos ataques que fueron cuestionados por organizaciones feministas y mujeres políticas de la oposición.
6. Luther Castillo: Egresado de una universidad de renombre mundial de Estados Unidos y representante de la comunidad garífuna del país, este joven parecía camino a convertirse en una de las luminarias del gobierno de Libre, sin embargo, dejó mucho que desear. Castillo no solo fue cuestionado por el rumbo que le dio al cargo, al ser responsable de la innovación tecnológica y de la ciencia, sino porque también se vio envuelto en escándalos de irregularidades. Castillo siempre se mostró como un defensor del régimen izquierdista de Cuba, a quien le ha profesado admiración y ha sido una voz importante durante la campaña de Rixi Moncada, llevando soporte y ayuda, con recursos públicos a los eventos y actividades políticas de Libre en la capital y en distintos puntos del país. Luther Castillo no aspiró a un cargo de elección popular, pero casi siempre andaba acompañando a la candidata presidencial en sus recorridos.
7. Gilberto Ríos, alias El Grillo. Uno de los cuerpos y voces más prominentes de Libre ha sido sin duda este funcionario. Fundador de un grupo llamado "Los Necios" que cuando estaba en la oposición llamaba la atención por sus férreos ataques a los gobiernos del bipartidismo. El Grillo, militante confeso de la izquierda y reconocido en América Latina, fue una poderosa voz del gobierno y usado como punta de lanza para irse de lleno contra la empresa privada, los partidos políticos opositores. Mordaz, ácido, satírico y con un discurso virulento, Gilberto se defendía a veces como “gato panza arriba” y nunca tuvo miedo enfrentar a cualquiera en los foros televisivos. Gilberto también ha sido señalado de tener su propio “familión” en el gobierno, empezando por el mismo que ha estado como director de Fosovi. Ahora pasará a la llanura y es uno de los grandes perdedores, aunque no aspiraba a un cargo de elección popular.
8. Enrique Reina. Junto a Gerardo Torres contaminaron y salpicaron de politiquería zaparrastrosa a la Secretaría de Relaciones Exteriores, lanzando al basurero años de historia de credibilidad y prestigio de una institución pública como la Cancillería. Para algunos, brillante y bien formado, Reina dedicó su gestión más a la actividad política que a desarrollar una estrategia de relaciones exteriores de Honduras sobre todo en sus relaciones con Estados Unidos, para defender a los migrantes catrachos o simplemente buscar mayor cooperación y atraer capital para inversión. Se convirtió en un activista político más que opinaba o despotricaba, incluso cuando nadie se refería a él, usó su posición para descalificar a los opositores olvidando sus funciones y rol como diplomático. Reina incluso se fue de lleno contra algunos correligionarios de su partido que buscaron oportunidades en otros partidos cuando en Libre ya no cabían. Aunque aspiraba a ser designado presidencial en la fórmula de Rixi Moncada, ahora pasará a la llanura y quedará marcado como un político sesgado.
9. Patricia Rodas. Durante este gobierno no fue visible, mantuvo un bajo perfil, pero nadie niega que ha sido una de las grandes estrategas del partido Libre. Desde el anonimato trazaba líneas de acción e iniciativas estratégicas, a veces en conciliábulos o a veces desde larga distancia, pues ha hecho de Nicaragua su país de residencia. Rodas no aspiró a ningún cargo de elección popular esta vez y tampoco se conoce que fue parte de la estructura gubernamental, pero se considera una de las grandes perdedoras de estas elecciones. Las ideas que pregona sobre la izquierda no cuajaron nuevamente.
10. Manuel Zelaya Rosales. El expresidente Manuel Zelaya Rosales, el líder y aglutinador de masas y coordinador general de Libre y asesor principal del gobierno, es otro de los grandes perdedores de estas elecciones. Locuaz, firme, retórico y convincente, el expresidente ha sido considerado el poder detrás del trono de este gobierno y como encantador de serpientes gestionaba las decisiones del poder público. Siguió siendo un noctámbulo desde una oficina de Casa Presidencial donde orquestaba decisiones o simplemente maniobraba acciones que luego se manifestaban sin siquiera sospechar el origen de las mismas. Acostumbrado a la presión, de la que parece disfrutar, el expresidente ahora seguirá siendo una figura clave de Libre, pues la dirigencia deberá decidir si sigue bajo sus riendas o buscan cortar el cordón umbilical. De todas maneras, sigue siendo una persona influyente y con poder.
11. Carlos Zelaya Rosales, alias Carlón. Quizá sea uno de los más grandes perdedores y quiso de cualquier manera aferrarse al poder. Cayó en desgracia cuando apareció un video filtrado en el que sé observando negociando con conocidos capos de la droga en una lujosa mansión en San Pedro Sula para la campaña política en la candidatura de doña Xiomara Castro a finales de 2013. Carlón fue el todopoderoso hombre de Libre en el Congreso Nacional como secretario de la Cámara Legislativa, pero se vio obligado a retirarse, al igual que su hijo, José Manuel, quien se desempeñaba como secretario de Defensa. Carlón, sin embargo, siguió siendo un hombre fuerte en Libre y logró imponer las planillas de diputados y es muy conocido que tuvo sus fuertes discrepancias con la candidata oficialista. Perdidas las elecciones este 30 de noviembre y con menor cantidad de diputados que incluso serán innecesarios para alcanzar una mayoría calificada en el próximo Congreso Nacional, este hombre se verá reducido su poder.
12. Gustavo Sánchez. Era el director de la Policía Nacional, pero se retiró para asumir el cargo de Secretario de Seguridad tras la abrupta salida de Ramón Sabillón. Y literalmente sufrió una metamorfosis en ese puesto. Sánchez rápidamente se convirtió en un activista del partido de gobierno tomando decisiones sectarias contra la oposición, desnaturalizó su alto cargo para convertirse en un agitador y provocador. Su frase de “vamos bien” se convirtió en un insulto para las miles de familias que perdieron parientes víctimas de la violencia. Expuso la seguridad humana de los políticos de oposición cuando en ocasiones protestaron en los bajos del Congreso Nacional y permitió que turbas de los colectivos de Libre los atacaran. Expuesto por la propia viceministra Julissa Villanueva en actos irregulares y abusos, Sánchez se ha mostrado impávido e inmune, incluso en hechos tan lamentables como la matanza en la cárcel femenina, que estaba bajo el control de policial. Sánchez, que no aspiraba a un cargo de elección popular, es un gran perdedor político, pero sale listo para disfrutar de lo alcanzado y solo así pudiera entenderse la frase suya de “vamos bien”.