Estaba a punto de recibir su título universitario como licenciado en periodismo, sin embargo, a cuatro meses de ese gran logro, la mano criminal le arrebató lo más preciado: su vida.
El timbre sonó, en menos de cinco segundos la puerta fue abierta por un hombre mayor, en el pelo blanco ya se reflejan los años, su rostro se ve cansando y aunque en su boca se figuró una sonrisa, sus ojos dejaron ver el dolor que aún destroza su corazón.
Al entrar, una señora de tez trigueña y mediana estatura salió al encuentro, “gracias por venir”, fueron sus primeras palabras.
De inmediato cinco álbumes fotográficos fueron ofrecidos para ser vistos, ahí estaba la historia de su niño amado, el ser especial que por 32 años Dios les prestó como hijo a don Isidro Martínez y doña Yolanda ávila.
Se trata de Erick Alexander Martínez Ávila, el mayor de sus tres hijos, un joven periodista, dedicado al servicio de la iglesia católica, amante de la justicia, solidario con los demás y amoroso con su familia.
Su muerte
Eran las 10:00 de la mañana del lunes 6 de mayo de 2012, Erick había programado pasar por su madre a las 8:00 de la mañana de ese día para comprar las telas con las que ella elaboraría unas banderas de la organización Kukulcán, donde laboraba, sin embargo, nunca llegó.
La desesperación invadió el corazón de doña Yolanda y decidió comenzar a llamar al teléfono celular de su amado hijo, pero las llamadas no fueron contestadas.
“El sábado él estuvo aquí como a las 9:30 de la noche porque estaba lloviendo y se suponía que el mecánico iba a venir aquí a dejarle el carro, él andaba a pie”, relató doña Yolanda.
“Como ya era tarde, Isidro le dijo mejor andate, te voy a ir a dejar al taxi, y anotó el número de taxi; cuando eran las 10:00 de la noche no llamó, don Isidro lo contactó y él le dijo: decile a mi mami que me estoy quitando la ropa, que me mojé y que no se preocupe, que yo estoy bien, esa fue la última vez que se habló con él”, dijo su consternada madre.
Erick, quien también era candidato a diputado por el partido Libre, le había comentado a su madre que el día domingo no llegaría a visitarla ya que en horas de la tarde sostendría una reunión en las instalaciones de la Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares (Stibys).
“En la mañana del lunes lo llamé y no me contestó; al mediodía ya estaba más inquieta, como a la una y media suena el teléfono y me preguntan: ¿y Erick?, y les dije: pues se supone que está trabajando, y me dijo: no, yo soy el asistente de él y no ha venido”, recordó con tristeza.
Una hora más tarde su hermano menor, Luis Fernando, se enteró de lo sucedido y decidió visitar el apartamento donde residía en Prados Universitarios, pero todo estaba en orden.
“Luis me dijo que parecía como si Erick se había bañado y había salido temprano, que todo estaba en orden y ahí también llegaron a buscarlo los compañeros de trabajo”, comentó.
Mientras tanto, su padre ya había llegado a casa y al conocer la noticia decidió ir a la morgue acompañado del tío de Erick.
“En la tarde empezaron a llamar por teléfono preguntando si Erick había muerto, yo les decía que era mentira, que era que no lo encontrábamos, nadie me había dicho que era cierto”, relató.
Su voz se quebró, el llanto fue inevitable y por unos minutos permaneció en silencio. “Vi entrar a Isidro y lo miré llorando, ¡ay Dios!, se me fue la vida”, lloró desconsoladamente.
Erick fue reconocido por su padre en la morgue judicial. Las autoridades le informaron que habían encontrado su cuerpo estrangulado en la calle que conduce a la aldea Guasculile y la residencial Villa Elena, al norte del Distrito Central.
La alegría se apagó
Aunque Erick había cumplido ocho años de vivir fuera de casa, su ausencia todavía demuele el corazón de su familia, que lo recuerda por su peculiar forma de ser.
“Erik era especial, él me decía: mami, te voy a comprar esto y lo otro; él tenía una cosa, que no compraba para él. sus amigos se ríen porque yo una vez compré un extractor de humo para la cocina y le dije: Erik, compré el extractor, pero vos lo vas a pagar y a todos les contó el chiste”, sonrió su madre.
La etapa era difícil para toda su familia, en especial para su madre, a la que Erick le había prometido llevarle serenata el siguiente domingo.
“Era para el día de la madre, él me iba a traer mariachis, me lo había dicho, porque me molestaba, me decía que me iba a poner los mariachis de un casete y yo le decía que quería unos de verdad”, relató con tristeza.
“No sé por qué me le hicieron esto, él era muy bondadoso yo le decía: mirá que tal persona tiene problemas y él me decía: mirá, mami, tené, pero no les digás que yo se los doy”, señaló.
Entre los planes de Erick también estaba recibir su título profesional, ya que había egresado de la Escuela de Periodismo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
“Había tenido problemas con una clase, pero en esos días ya había terminado de arreglar los papeles y estaba esperando las graduaciones de septiembre”, explicó doña Yolanda.
Amaba a Dios
Una de las actitudes que marcaron su vida, según su madre, fue el amor que tenía por Dios; tres meses antes de morir, Erick había asistido a un campamento juvenil en el que recordó su encuentro con Dios cuando apenas tenía 9 años.
“él hizo su primera comunión, tenía 9 añitos, y me dijo a mí que quería hacerla y yo le dije que lo iba a anotar y él me dijo: no mami, yo ya me anoté”, recordó con nostalgia.
Según el relato de su madre, desde ese día Erick emprendió un camino cristiano católico del que nunca se apartó hasta el día de su muerte.
“él fue catequista de primera comunión de confirma, él fue coordinador de la pastoral juvenil de aquí, fue emproísta, pasó por todos los cargos de la iglesia, daba charlas a los padrinos de bautizo, le gustaba mucho la iglesia”, detalló.
“Era emproísta y viajó a El Salvador, a Costa Rica, representado a los emproístas coordinaba encuentros, retiros de la pastoral es una historia religiosa muy larga”, agregó.
Cambio radical
Este duro le golpe cambió la vida a la familia Martínez ávila, sus hermanos aún guardan en silencio los recuerdos y el vacío que la muerte de Erick les dejó, mientras su madre se refugia en la iglesia.
“A mí me ha dado mucha fuerza andar en la iglesia, he andado en la Renovación (Carismática), todo esto me ha ayudado mucho”, aseguró.
Sin embargo, la muerte de Erick ha sido una etapa insuperable para su padre, que todavía no logra desahogar el dolor de su corazón.
“Yo pues soy muy depresivo y ha sido bien difícil para mí, yo ese día me tomé doble dosis de medicamento; si hoy estoy mal, no digamos cómo estaba ese día, fue algo muy duro para nosotros”, expresó don Isidro entre el llanto que le impidió hablar.
Justicia tardía
A casi un año de su muerte, el crimen del comunicador Erick Martínez sigue sin ser descifrado.
Su familia ya perdió la esperanza de que las autoridades de investigación puedan hacer justicia.
“Yo todo se lo dejo a Dios, qué arreglo, si me lo traen aquí y me dicen: este fue el que le quitó la vida a tu hijo, ¿yo qué arreglo con eso? no me lo van a revivir, todo se lo hemos dejado a Dios”, expresó.
“Solo hemos sabido de una persona que salió hablando, el muchacho dice que ellos son robacarros, pero a Erick no lo agarraron por el carro, porque el carro estaba en el taller”, reiteró.