Honduras

Teruel, el guerrero de sonrisa triste que luchó contra las injusticias

Padre German Cálix: “Antonio queda en Caritas como el hombre solidario con los luchadores por la libertad, como una persona llena de humanidad capaz de compadecerse de los descartados de nuestra sociedad”

03.10.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Con el brutal y repudiable asesinato del ambientalista y defensor de los derechos humanos José Antonio Teruel, Honduras perdió a uno de sus más valiosos hijos.

Como no era amante del protagonismo, cada hora que pasa, su asesinato lentamente va quedando en el olvido. Quienes lo trataron, quienes compartieron luchas con él, aquellas personas a quiénes sirvió y apoyó lo recuerdan como un hombre sencillo, amable, respetuoso, servicial, que amó a este país entrañablemente.

Teruel fue un guerrero incansable en el campo ambiental y un crítico de la minería destructiva, contaminadora y generadora de pobreza; en el área de la transparencia y del combate a la corrupción acompañó a distintas organizaciones luchadoras por la libertad de expresión y el derecho a la información pública; en cuanto a la democracia siempre exigió que el Tribunal Supremo Electoral no fuera juez y parte de los procesos electorales.

Constantemente demandó el fortalecimiento de la institucionalidad, mientras que por otro lado siempre se identificó con las víctimas de violaciones de los derechos humanos. No solo fue un combatiente de lo injusto, sino que también se caracterizó por ser una persona de diálogo y muy propositivo de soluciones a los conflictos.

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Teruel- asesinado en Patuca, Olancho, el 27 de octubre recién pasado, junto a su esposa Francisca Aracely Zavala y su cuñado Marco Tulio Zavala- llegó a ser un hombre de mucha confianza del padre German Cálix, director ejecutivo de Caritas, otro incansable luchador contra las injusticias sociales y la corruptela.

El amigo

Cálix, quien fue el que mejor conoció a Teruel, lo describió así: Sus cualidades humanas sobresalían por encima de su capacidad y experiencia profesional. Fue un amigo sincero, un compañero que ponía todo su empeño en su trabajo; llamaba a las personas por su nombre con mucho cariño, o con el siempre compañero o compañerita. Su talante sencillo hacía que cualquiera se acercara para solicitar su ayuda y él nunca dejaba de extender su mano a quien le pedía apoyo.

Conversar sobre Antonio Teruel, es hablar de las múltiples facetas de su personalidad. Fue una sorpresa su muerte violenta porque siempre fue un hombre de paz, de dialogo, de búsqueda de consensos, de acercamiento, de encuentro con las personas. “Tomar un café” con alguien era aprovechar la oportunidad de acercarse, intercambiar y comprometerse, siempre de sus pláticas salía un fuerte compromiso para seguir trabajando en bien de los demás.

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Oriundo de Santa Bárbara, estudió magisterio y luego ingreso a la Universidad Nacional de donde egreso como Pedagogo. Se especializó en educación de adultos en la Universidad Pedagógica Nacional, tenía un diplomado en sistematización de experiencias educativas, un segundo diplomado en Incidencia Política con WOLA (Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos) y un tercer diplomado en Ética y política del IMDOSOC (Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana)

Teruel, era un enamorado del pueblo sencillo y pobre, su sensibilidad social le lleva a trabajar como maestro de escuela y educador en centros de educación media. Su gran vocación de pedagogo la expresa en su trabajo voluntario en Comités para la defensa de los derechos humanos, capacitando a defensores de los derechos humanos.

Ese espíritu de justicia lo llevó a ocuparse directamente de la educación de los campesinos, como educador popular, capacitador de alfabetizadores, diseñador de materiales en la Acción Cultural Popular Hondureña.

Convencido de la necesidad de fortalecer la institucionalidad del país, se vinculó a Caritas, ahí realizo los últimos doce años de su vida profesional hasta su retiro voluntario para dedicarse a la vida privada y a la familia.

En Caritas desempeñó diversas tareas: asistente del coordinador de derechos humanos con la función de acompañar a los equipos diocesanos y capacitar en derechos humanos.
También fue coordinador de participación ciudadana e incidencia política, cuya actividad principal era apoyar los equipos diocesanos, igualmente animar la constitución de redes nacionales para incidencia en los procesos de aprobación de la Ley del Tribunal Superior de Cuentas.

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Otra de sus funciones fue apoyar la alianza forestal hondureña en la elaboración de la Ley Forestal; de igual forma trabajó en nombre de Caritas en las reformas a la Ley de municipalidades junto a organizaciones de sociedad civil.

Por otro lado, estuvo muy presente en la constitución de la Red de Comisiones Ciudadanas de Transparencia y acompañó el proceso para las últimas reformas a la Ley de Minería. Asimismo, participo en el Observatorio Electoral como director y otras veces como asistente con la intención de lograr elecciones limpias y transparentes que dieran estabilidad a Honduras.

Su lucha por el ambiente y por la legalidad, por los derechos humanos no era producto de un trabajo, era una convicción muy profunda, así que los últimos años de vida sostuvo varias reuniones para analizar el conflicto que tienen pobladores de Patuca con autoridades de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y la construcción de la represa que produjo grandes daños ecológicos.

“Antonio queda en Caritas como el hombre solidario con los luchadores por la libertad, como una persona llena de humanidad capaz de compadecerse de los descartados de nuestra sociedad, una persona llena de humildad listo para acercarse a todos, intentar entenderlo y acompañarlos en su camino; en fin un hombre de esperanza en medio del dolor, por eso como alguien lo describe, el hombre de sonrisa triste”.

“Sabía por experiencia que la lucha es larga, los cambios lentos, pero se viven y acompañan en la esperanza. Paradójicamente fue miembro fundador de la plataforma ciudadana La Alianza por la Paz y la Justicia y muere a manos de los que no quieren la paz y la justicia. ¡Descanse en paz compañero, amigo, Teruel!', escribió para EL HERALDO el padre German Cálix.

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Por su parte la periodista y defensora de los derechos humanos Dina Meza recordó a Teruel como una persona que siempre estaba preocupada por la situación del país. Era muy propositivo de soluciones. Desde Cáritas apoyó a una gran cantidad de personas y organizaciones.

“Es triste e injusto que una persona que aportó tanto a Honduras haya sido asesinado vilmente. Las autoridades policiales están obligadas a buscar a los responsables de su muerte y llevarlos ante la justicia”, condenó la comunicadora.

“Esto se ve como algo imposible en un país donde la mayoría de muertes violentas están en la impunidad, no obstante es una responsabilidad ineludible del Estado investigar y capturar a los criminales, en este caso a los que dieron muerte a don Antonio, de lo contrario Honduras tendrá que responder ante la justicia internacional por este hecho”, advirtió Meza.

Asesinatos

Desde mediados de la década de 1990, Honduras viene registrando una historia muy negra por el continuo asesinato y persecución de activistas ambientales y defensores de derechos humanos.

La primera ambientalista en caer por defender los recursos naturales fue Blanca Jeannette Kawas, directora de la organización Prolansate (Protección de Lancetilla, Punta Sal y Texiguat), asesinada el 6 de febrero de 1995 por sus esfuerzos de proteger el parque nacional Punta Sal contra las plantaciones de palma africana.

Luego, el 18 de octubre de 1997, Carlos Escaleras fue asesinado en Tocoa, Colón, como represalia a su labor ambientalista y defensora de los derechos humanos.
Meses antes de su muerte había coordinado acciones contra una empresa que pretendía instalar una planta de extracción de aceite de palma cerca del Rio Guapinol, lo cual afectaría al menos a cinco comunidades de Tocoa.

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Días antes de su asesinato había recibido amenazas de un militar que por intereses personales impidió el acceso al agua a los habitantes de varias comunidades de ese sector.

Un año después, específicamente el 18 de mayo de 1998, el ingeniero Carlos Luna, regidor de la municipalidad de Catacamas, Olancho, y coordinador de la Comisión Municipal de Medio Ambiente, también fue acribillado a tiros cuando salía de una reunión de corporación edilicia.

El ambientalista había denunciado actos de corrupción desde la municipalidad con madereros que por años y sin ningún control estatal estaban talando los verdes bosques de ese departamento.

El 2 de marzo de 2016, en la Esperanza, Intibucá, la ambientalista Berta Isabel Cáceres, cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh) también fue asesinada dentro de su propia vivienda por sujetos fuertemente armados.

Ella, junto con miembros de su comunidad, había presentado una férrea lucha contra la empresa Desa, que quería instalar una represa hidroeléctrica sobre el Rio Gualcarque, en un sitio correspondiente a un territorio ancestral.

El 2019 también fue trágico para los ambientalistas. Este año se registraron los asesinatos de Milgen Soto, Salomón Matute y Juan Samuel Matute, indígenas de la tribu San Francisco Locomapa, quienes se oponían fuertemente a la tala masiva de árboles que amenazaba el acceso al agua en su territorio.

Asimismo, el 8 de septiembre de 2019 fue asesinada Mirna Teresa Suazo Martínez, defensora garífuna de la comunidad de Masca, Omoa, Cortés. Ella se preparaba para defender su territorio ancestral que está dentro de la zona de influencia de una de las “ciudades modelo”, además había rechazado en diversas ocasiones la construcción de dos plantas hidroeléctricas en el río del mismo nombre.

El último ambientalista en caer el domingo recién pasado fue Antonio Teruel. Su caso, en un país donde reina la impunidad, muy pronto será tirado en el archivo del olvido, no así en los estrados de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, donde Honduras arrastra el desprestigio de un Estado que hace muy poco para garantizar la vida de los defensores del ambiente y de los derechos humanos.

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