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'Bellart es mi pasión desde hace 21 años”

La hondureña Grysell Berlioz se fue hace veintidós años del país y
fundó una de las mejores academias de baile en Bolivia.

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22.01.2012

'Hace diez años que no vengo a Honduras y lo encuentro tan bello que quiero regresar para traer uno de mis espectáculos para una causa benéfica', estas declaraciones de Grysell Berlioz Abadie, una hondureña que triunfa desde hace 21 años con su academia de baile en Bolivia, son una muestra de que no se olvida de sus raíces.

Bien dicen que nadie es profeta en su tierra y Grysell es un ejemplo, pues ella por cuestiones del destino hace veintidós años se fue a Bolivia con una maleta llena de sueños que poco a poco se han cumplido.

La contactamos una calurosa tarde por teléfono y ella accedió a contarnos su historia desde que llegó a la ciudad de Santa Cruz, Bolivia a establecer Bellart, que hoy es una de las más prestigiosas academias de danza en ese país de América del sur. Muy gentilmente nos recibió en la casa de su hermano en la colonia Miramontes de Tegucigalpa.

Con un bronceado perfecto, una melena castaña larga, una sonrisa y un abrazo fraterno nos recibió e inmediatamente comenzó la amena plática que se extendió por varias horas.

'Yo aprendí a bailar por cuestiones de salud, cuando era muy niña me diagnosticaron un problema de pie barroquino y el médico le dijo a mi madre Iris Abadie de Berlioz que para corregir ese mal la mejor terapia que podía tener era el ballet, así que ella me inscribió en el Instituto Hondureño de Cultura Iberoamericano Is School Of Ballet, bajo la dirección de la norteamericana Yudith Ethner y la hawaiana Mery Lou Poutin', cuenta.

Grysell recuerda que 'allí estuve por quince años hasta que terminé el bachillerato, luego viajé a Estados Unidos a estudiar administración de empresas y finanzas en la universidad de Lousiana Tech. En 1989 llego a Bolivia, trayendo el cargo de cónsul honoraria, trabajo que realizo hasta la fecha y que lo desempeño desde el edificio de mi academia y compañía Bellart'.

Estando en Bolivia, específicamente en Santa Cruz, por las mañanas realizaba el cargo de atender los asuntos consulares, pero sentía que no era suficiente, que el gusanito del arte le estaba picando y 'yo quería reanudar el baile en mi vida, así que entré a trabajar en el CBA, dando clases de inglés'. Como allí daban clases de ballet, pasaba horas viendo a las niñas practicar.

'Luego conseguí trabajo como maestra de baile y no fue suficiente, yo quería algo propio, es así como agarré valor y fundé un 6 de junio de 1990 la academia de danza Bellart, que hoy por hoy a Dios gracias es una escuela reconocida y goza de ser de la más prestigiosa en Bolivia. Ahora cuento con mi propio edificio que está equipado con todo lo necesario y hasta más para que los más de trescientos alumnos a los que damos clases y los bailarines de la compañía, que son veinte, puedan trabajar con todas las comodidades', relata Grysell mientras llama a sus hijos Paola de Jesús y Gustavo Enrique Barrios, para que conozcamos a los que ella llama el motor de su tesoro más preciado.

A lo largo de todos estos años han logrado presentarse en los principales teatros de toda Bolivia con obras como 'La bella y la bestia', 'Génesis', 'Aladino' y 'el jorobado de Notre Dame'.

Pero también Grysell se ha aventurado y puesto en escena obras inéditas como 'El sari de oro', 'Corazón gitano', 'Desierto de pasiones', 'Abalón' y 'Kalista', entre otras tantas. Al comentarnos esto se le humedecen los ojos y se le forma una sonrisa de satisfacción por su trabajo.

Su compañía no solo se distingue por la calidad de sus espectáculos, sino también porque apoya donando equipo médico y otros artículos a fundaciones que se dedican a detectar, combatir, y darles mejor calidad de vida a los que padecen cáncer, ya que ella es una sobreviviente de esta cruel enfermedad a la que ha logrado vencer en tres ocasiones. Esta labor la ha llevado a ella, junto a sus bailarines, a recorrer toda la nación boliviana y traspasar sus fronteras para presentarse en Argentina y Brasil. Al retornar a Santa Cruz junto a sus hijos, la próxima semana, reanudará sus labores en la academia y escribirá la nueva obra que abrirá todo un mundo de ilusiones y arte.

Luchadora incansable, orgullosa de sus raíces

Grysell confiesa muy segura que su vida es una mezcla de muchos sinsabores, pero también tiene muchas alegrías.

'Creo que de todo hay que sacar provecho. Yo fui diagnosticada con cáncer de útero en tres ocasiones y creo que, si no hubiese sido por mis alumnos, yo no hubiese podido con la carga. Yo nunca dejé de trabajar, aun cuando salía de las quimioterapias; mis alumnos y mi amor por la danza en ese momento fueron mi válvula de escape para poder sobrellevar la tragedia. A Dios gracias hoy por hoy soy una sobreviviente y eso me da energías y me motiva a seguir adelante y apoyar instituciones que combaten esta enfermedad'.

De su familia asegura que sus dos hijos son un orgullo para ella.

'Paola yo digo que es mis otros pies, porque ella heredó mi pasión por la música. Ella baila desde los tres años en mi academia, ha sido una estrella importante dentro de mi compañía y actualmente, a sus veinte años, estudia danza en una universidad de Chile. La veo solo dos veces al año, pero espero heredarle algún día este trabajo para que lo realice y lo lleve a otras dimensiones a las que yo hasta el momento no lo he podido llevar. En cuanto a su hijo menor Gustavo, se inclina más al canto, pero en los últimos espectáculos se ha interesado por aprender a usar las consolas de sonido.

Sus momentos libres en realidad son muy pocos, pues su jornada de trabajo inicia muy temprano en su casa, despachando a su hijo a la escuela, luego se moviliza hasta Bellart, donde atiende su triple trabajo de directora de la academia, cónsul honoraria e instructora en la compañía. Pero en sus ratos libres le encanta cocinar para sus hijos, leer un buen libro y ver televisión. Añora platos sencillos como los pastelitos de carne.

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