Tegucigalpa

Héroes ambientales impulsan una reserva forestal en la aldea Suyapa

Hace 30 años, los cerros Triquilapa, Cantagallo y La Montañita estaban erosionados por la deforestación. Actualmente, el Coeas ha creado uno de los pulmones más grandes de Tegucigalpa

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17.05.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El amor por la protección de los árboles, animales y demás recursos naturales llevó el 12 de agosto de 1987 a un grupo de jóvenes de la aldea Suyapa a preservar el ecosistema entre los cerros Triquilapa, Cantagallo y La Montañita.

Como resultado de esta acción se fundó el Comité Ecológico de la Aldea de Suyapa (Coeas), donde a la fecha cuenta con 27 integrantes que trabajan arduamente para mantener un manto verde de aproximadamente 2,096.4 hectáreas.

Tipos de árboles
Arboles de roble, quebracho, pino, liquidámbar, jacaranda y otros han vuelto a cubrir las partes que una vez fueron destruidas por la mano del hombre, en el cual solo quedaban arbustos de 1.20 metros.

“Este comité se fundó debido a que algunos pobladores de la aldea y de otras colonias habían talado desmesuradamente los árboles de las montañas, lo que provocó que la cuenca de agua se secara y esto comenzó a afectar a los pobladores de la aldea Suyapa”, relató Luis Baca, coordinador de Coeas.

Y es que el espíritu patriótico y el amor por su comunidad llevó a estos indios laboríos de la aldea Suyapa a dar un paso más por el medio ambiente.

“Pertenezco al comité ecológico de la aldea Suyapa desde 1994 y lo hago por el amor que le tengo a la flora y la fauna de nuestro país. Esta pasión la tengo desde niño y por eso sirvo a la reserva. Espero poder cuidar este lugar para frenar el abuso que le cometen a nuestros bosques”, expresó Marlon López, uno de los integrantes más antiguos del comité.

Una épica lucha

A lo largo de 32 años, estos protectores del bosque han luchado para mantener su trabajo ecológico.

“Uno de los problemas más grandes que tuvimos en la reserva fue un gran incendio que quemó toda una reforestación, donde los árboles que eran menores de cinco años se quemaron y solo los que tenían más años lograron sobrevivir”, contó Luis Torres, uno de los vocales.

La esperanza es lo último que se pierde y esa fue la base para que estos caudillos continuaran con su obra de regeneración de esta zona periférica de la ciudad capital.

Según Coeas no tienen un recuento de árboles plantados, ya que en los años 90 perdieron un vivero y actualmente dependen de compra de arbolitos o donaciones de parte de organizaciones ambientales.

“Este proyecto de reforestación voluntaria lo hacemos cada fin de semana con 25 árboles, donde en lo que va del año hemos sembrado más de 1,000 árboles”, explicó la promotora ecológica Marcela Martínez.

Estos protectores del bosque resguardan este pulmón ecológico a través de rondas para prevenir incendios y cortes de árboles.

No obstante, piden ayuda a las autoridades para que declaren esta reserva como corredor biológico desde el cerro de El Picacho, Triquilapa y El Uyuca, en la periferia de la capital.