Gracias, Honduras.- Si hablamos del poeta cubano Víctor Rodríguez Núñez podemos decir que su inicio literario no fue en la poesía, fue en el cuento. Él no descubrió que era poeta, se lo dijeron: “Tú eres poeta”, o sea que no buscó la poesía, la poesía lo encontró a él. Y así esta expresión antigua de la humanidad llegó, se instaló y se convirtió en la columna vertebral de su ser creador.
Ya había venido a Honduras a presentar un libro publicado por la editorial ManoNostra del poeta Rolando Kattán, buscando en los archivos recordé que no lo conocí en 2024 sino en 2017 en la presentación de Connivences, un libro que reunía su poesía, la de Kattán y la de Aurélia Lassaque (Francia).
Significa que tenía una conversación pendiente con el poeta, y finalmente se dio a solo minutos de saber que será homenajeado en el Festival de Los Confines de 2026,. Aquí nos habla de su poesía y de la poesía.
- ¿Quién lo vincula al Festival de Los Confines?
Fue Rolando Kattán el primero que me invitó a Honduras. Yo sé que es un poquito pretencioso de mi parte, pero Rolando es como mi hijo, él me quiere y yo lo quiero. Rolando me invitó por primera vez a Honduras cuando hizo una edición preciosa de mi poesía en su colección de ManoNostra, un libro precioso, el más bello que me han publicado. Y vine aquí y di conferencias pero todo se quedó en Tegucigalpa. Y entonces me habló de este festival y me dice: “Si a ti interesa yo hablo con Salvador y él te va a invitar”. Y así fue.
- Usted es poeta, periodista, crítico literario, traductor, ¿Cómo ha vivido todas esas vidas?
Bueno, de todo eso el núcleo es la poesía. Trabajé como periodista diez años en una revista muy importante para la cultura cubana, El Caimán Barbudo, allí no solamente fui periodista, sino jefe de redacción; y me ocupaba, entre otras cosas, de publicar poesía, de que se hiciera crítica de poesía, de entrevistar a poetas.
Yo como periodista me dediqué sobre todo a la entrevista, ¿por qué? Porque mi maestro es (Gabriel) García Márquez. Y García Márquez hizo todo en el periodismo menos la entrevista, porque decía que no sabía qué preguntarle a nadie. Entonces yo dije: “Bueno, este fue el espacio que me dejó García Márquez a mí y yo lo voy a tomar”. Traduzco solo poesía y enseño fundamentalmente poesía. Entonces por eso puedo hacerlo todo en torno a ese eje, porque en definitiva siempre estoy haciendo poesía.

La llegada
El poeta es descendiente de migrantes gallegos "que estaban muriendo de hambre en España y se fueron para Cuba para tratar de no morirse como un perro, como decía mi abuelo".
Él fue el primero de su familia en entrar a la universidad, “y eso gracias a la Revolución Cubana”. Quería ser cuentista, y sin saber nada se interesó en un taller literario dirigido por la poeta Alvis Torres, que al leer lo que escribía le dijo: “esos cuentos tuyos no sirven para nada”.
Pero no todo estaba perdido, la poeta pudo ver que su alumno tenía "una capacidad de observación tremenda, unida a una capacidad de reflexión y un poder de la imagen", y esos cuentos realmente servían para todo, porque se convirtieron en poesía. "Y me dijo ´tú eres poeta´. Entonces para mí fue un proceso largo de interiorizar que yo era poeta".
En Cuba los estudiantes de secundaria pasaban un mes en el campo, pero a él le tocó estar tres. Entonces el poeta en ciernes se llevó sus lecturas, entre ellas "Lorca por Lorca", de Federico García Lorca, y leyendo al poeta español "empecé a escribir y llené un cuaderno", y esto terminó siendo un libro.
Alvis Torres pasó a máquina el libro y lo mando al Premio David, no ganó, pero obtuvo una mención. Y un día, sin esperarlo, vio publicada su poesía en dos páginas de la revista cultural La Gaceta de Cuba; tras superar las palpitaciones aceleradas de su corazón ante tal sorpresa, sintió vergüenza. “Ver esos poemas publicados no me dio ninguna alegría, me dio mucha vergüenza”, porque sentía que no sabía nada como para estar publicado en una revista de esa relevancia, “y desde entonces no he parado de leer, hace 50 años de eso, y no he parado de leer y tratar de aprender cómo escribir, cómo hacer algo que merezca dos páginas de una revista cultural como era La Gaceta de Cuba”. A los cinco años, en 1980, ganó el Premio David.
Estos poemas de ese primer libro "fueron parte de un cambio muy importante en la poesía cubana, y es que la poesía cubana desde finales del siglo XIX era una poesía urbana, y de pronto aparecimos todos unos jovencitos por ahí escribiendo del campo. ¿Por qué escribíamos del campo? Porque éramos campesinos, eso era lo que conocíamos (...) eran poemas líricos, poemas vinculados a la naturaleza, incluso nos pusieron un nombre los poetas envidiosos de la ciudad".
El mote hacía referencia a la paloma conocida como tojosa, y como en su poesía había muchas referencias a ella "nos pusieron los tojosistas, y muchos de los poetas que empezamos ahí somos de los mejores poetas cubanos hoy; después nuestra obra cogió otros caminos, pero esa es la fundación, ese vínculo con la naturaleza y esa visión lírica del mundo".

- ¿Y cómo fue ese encuentro con su lenguaje poético?
Difícil, muy difícil, porque escribir es muy difícil. Para mí incluso cada día es más difícil. Y entonces ese proceso de buscar una identidad y de buscar tu lenguaje es muy difícil. La parte fundamental de la identidad de un poeta no es que se sepa quién es, sino cómo decirlo.
- ¿Cómo un poeta llega a la palabra?
Decía uno de mis grandes maestros, Eliseo Diego, un gran poeta cubano, que la poesía es el resultado de atender en toda pureza, la atención en todo su poder, prestar atención. La poesía te pasa por delante cada 30 segundos y tú tienes que estar atento, porque si no pasa, se va y no vuelve nunca más. Entonces hay que prestar atención al mundo.
La mayor parte de la gente no escribe, pero yo no creo que el poeta sea diferente a otras personas, yo pienso que somos iguales. Lo único es que nosotros prestamos atención.
- Y en una época donde prestar atención es tan difícil, ¿corre peligro la poesía?
La poesía es anterior a todo. La poesía no es otra cosa que una función fundamental de los seres humanos de reaccionar y protegerse contra la adversidad. Por eso la poesía ha existido siempre. La peor definición de la poesía es que es un género literario, porque es miles de años anterior a la literatura y miles de años anterior incluso a la escritura.
La poesía es un arte oral. Yo no tengo ningún miedo sobre la inteligencia artificial ni nada de eso, todas esas herramientas son un accidente minúsculo, insignificante en la historia de la poesía que ha sido capaz de sobrevivir al esclavismo, al feudalismo, al capitalismo, no me preocupa el futuro de la poesía porque mientras haya seres humanos habrá poesía.
- ¿Cuántas vidas poéticas ha vivido?
Muchas, como toda persona en el mundo he cambiado; he sido desde un joven periodista que lo único que buscaba era ganar dinero para poder emborracharme y andar con los amigos, hasta estar en muchos países porque no nací para estar en un solo lugar, no sé por qué, ni me interesa averiguarlo. Así he ido quemando etapas de mi vida. Tengo muchos proyectos que hacer, como para tres vidas más.
- ¿Cuáles eran sus inquietudes de antes y cuáles son las de ahora?
Si yo tuviera que dividir mi poesía en etapas, la dividiría en dos, una más o menos hasta el año 2000, donde escribí una poesía más testimonial, más conversacional; hasta ese momento escribía poemas, y antes de escribir un texto tenía que incluso visualizarlo cómo era, y después empecé a olvidarme del poema para escribir poesía.
Al principio tenía un control muy férreo del sujeto poético. Después de eso solté el sujeto poético, que sea libre, y eso me ha hecho muchísimo más productivo que antes.
- Si yo fuera una persona que quiere escribir poesía, y le digo: "Don Víctor, deme un consejo" ¿Qué consejo me daría?
Leer. Leer es más importante que escribir. Yo no me preocupo si escribo o no escribo, yo leo e inmediatamente me pongo a escribir. Porque lo que importa no es uno, sino el otro. Ese otro muchas veces está dentro de uno y uno tiene que encontrar a ese otro. No tiene que ir muy lejos, está dentro de uno, pero uno no lo ve, hay que encontrar a ese otro. Hay que fijarse cómo se hacen las cosas, y leer es lo fundamental.
- Y si yo fuera una escritora con mucha experiencia y un día le digo: "Don Víctor, deme un consejo" ¿Qué me diría?
Que empiece otra vez. Cada día hay que empezar de nuevo. No solo empezar el día, hay que empezar otra vida, la vida no se puede detener en ningún punto. Si la vida se detiene es la muerte. Entonces uno tiene que reinventarse constantemente a sí mismo, tiene que buscar otra manera de hacer las cosas.
- ¿Y ahora mismo qué está buscando en la poesía?
Acabo de terminar un libro que me ha dado mucho trabajo, es un libro de poemas de amor. Generalmente los poemas de amor son testimoniales, algo que te pasó. Pero empecé a inventar cosas que no me pasaron y lo escribí en una forma muy difícil que es el haiku japonés (una forma de poesía tradicional). Es un libro donde el “yo” no existe absolutamente, solamente existe el “tú”. El libro se llama “Tú”. Entonces eso es lo que acabo de escribir y me ha dado un trabajo tremendo comprimir la expresión y llevarla a su esencia, quitar toda las palabras que sobran.
- ¿Hay algo que es reiterativo en su obra?
Sí, hay obsesiones que uno tiene, Cuba es una de mis obsesiones. No soy nacionalista, pero sí quiero mucho al lugar de donde vengo, a la sociedad donde crecí, a la cultura donde fundamentalmente pertenezco.
También la noche, el amor, la muerte, hay una conciencia de la fugacidad de todo, que todo está cambiando constantemente, que todo va a ser de otra manera, y no quiere decir que va a desaparecer, uno cuando muere simplemente es de otra manera.
- ¿Ha habido un tema que se le resiste?
Hace mucho tiempo que no pienso en temas. Yo escribo y no me importa el tema. Y a veces en los libros predomina un tema o aparece y desaparece, pero yo no escribo poemas temáticos. He renunciado conscientemente a eso porque eso me limita. Entonces yo escribo poemas que no son composiciones, no tienen ni introducción ni desarrollo ni conclusiones. Entonces trato de romper esa lógica, esa estructura que me parece que es una violencia del sentido, al mundo no le puedes imponer esas estructuras lógicas porque se rompen enseguida.
- Entonces si no hay temas, ¿hay algo a lo que se ha resistido?
No he pensado en eso, honestamente, pero lo voy a pensar y algún día te doy una respuesta. Te voy a decir qué cosa se me resiste.