Gracias, Honduras.- Decía el poeta mexicano Octavio Paz que "la poesía es el punto de intersección entre el poder divino y el poder humano", mientras que el escritor argentino Jorge Luis Borges decía que "la poesía es algo que anda por ahí en la calle. Tal vez sin darse cuenta nadie".
Y sucede así, uno va por la calle, vive, escucha o ve algo que perfectamente podría ser poesía, pero sigue la vida, no se detiene y la poesía se fecunda pero no nace.
Y resulta que hay ocasiones donde la poesía sí nace y crece, y es en esos seres donde habita la palabra que le da sentido a todo eso, y lo hemos visto y escuchado en muchas ocasiones en el Festival de Los Confines, donde la poesía se ha escuchado en las plazas, en las casas y en las aulas.
En la sede de Gracias de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM) se escuchó, por ejemplo, la poesía de Armando José Ramos, que desde su "Memoria del barro" nos muestra una obra que nace de lo antropológico, del saber de la historia, del hombre caminante que observa las costumbres, las tradiciones, los decires de hombres y mujeres que se encuentra en su camino.
Y compartiendo la misma mesa estaba Iveth Vega, con un planteamiento poético totalmente diferente en "Amatista"; la poeta alimenta su obra con lo sencillo y lo complejo, y lo interpreta desde la perspicacia de su propia visión y personalidad.
Como cuando su hijo le pidió que le dibujara medusas, y ella sabiéndose poco talentosa para el trazo, le dijo que mejor le escribiría un poema.
Los poetas Armando Maldonado y Tomy Barahona completaron la mesa con las presentaciones de sus libros "Tratado único del hombre solo" y Unplugged, respectivamente.
"Todo el mundo/ guarda secretos./ Hay cajones oscuros/ en el corazón/ de cada uno de nosotros./ Afuera los demás/ ignoran nuestras cerraduras/, desconocen el santo y seña/ para entrar a nuestras tinieblas..." ("Santo y seña", de Armando Maldonado).