Siempre

Santiago Jaime Ruiz: Conocer tu historia te convierte en un pueblo y en persona

El ganador del Premio Nacional Mes de la Herencia Africana en Honduras 2019 nos habla profundamente sobre la cultura garífuna

11.05.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Es necesario saber quiénes somos para saber qué hacer. Estas palabras del filósofo uruguayo Javier Mazza podrían describir brevemente esta entrevista con Santiago Jaime Ruiz Álvarez, realizada a propósito de que se le otorgara el Premio Nacional Mes de la Herencia Africana en Honduras 2019 en la rama de Desarrollo Técnico Científico.

El doctor Ruiz nos habló un poco de este merecido reconocimiento y mucho de la cultura garífuna, su religiosidad, el sentimiento del exilio y la falta de sueños que pesa como una lápida indigna sobre los niños y algunas comunidades.

Esta entrevista es entonces como un viaje a la identidad garífuna, contado por uno de sus protagonistas.

¿Por qué le otorgan el premio Mes de la Herencia Africana?

Por mi trayectoria en el campo científico. Por la contribución a las ciencias en la que he estado trabajando, no sólo en los pueblos afro, sino también a nivel general, porque un poco lo que se pretende es ver en qué se ha contribuido a la comunidad afro y al campo de las ciencias vistas desde la comunidad afrodescendiente.

Mi trabajo sobre la lengua del pueblo garífuna en concreto es una contribución a la ciencia desde la comunidad garífuna, en la temática propiamente garífuna. Creo que eso es lo que se está premiando. Y quizá también la posición que estoy teniendo desde la universidad como director de Investigación Científica y la contribución que desde ahí también se da para el país como afrodescendiente.

Háblenos de la herencia africana en los garífunas.

El pueblo garífuna tiene dos dimensiones: indígena y afro. De la africana está el tema fenotípico, que es la primera impresión que todo el mundo tiene: negro, africano. Pero también hay referencias de la espiritualidad, relacionada con la continuidad de los ancestros, de los muertos. La creencia garífuna dice que no se muere la persona ni desaparece, sino que su presencia sigue vigente y participa en la toma de decisiones, no físicamente, sino que siempre está en cuenta. Incluso el pueblo garífuna en su ritual religioso tiene el dugú y el chugú.

¿Qué son el chugú y el dugú?

El chugú es una ceremonia pequeña. En la misa católica se llama el nombre del difunto, de la persona, como se hace en la misa generalmente, pero luego van a la casa donde se reúnen las familias y se preparan alimentos y luego se pone en la esquina un espacio para que los ancestros reciban esta alimentación.

Además hay cantos abaimahani, que no se conocen mucho en nuestro entorno. Son cantos y danzas espirituales. Las señoras se agarran de los dedos y describen eventos sobre muertos en canciones de 40, 50, 60, 80 años. Es como la literatura dentro de la parte litúrgica. Por eso, cuando uno habla de espiritualidad garífuna, no es católica ni cristiana.

Puede estar en, entre, con y recoger de cualquier cultura. El cristianismo tomó cosas romanas. El traje del cura es romano; nada que ver con Cristo. Recogen de otras culturas. El garífuna igual lo hace, pero tiene su propia forma, su contenido ritual.

Volviendo al dugú y al chugú, las familias retoman esos cantos, preparan el alimento, llaman al difunto, cantan, pasan todo un día así. Es una celebración de casi todo el día. Y son sobre todo mujeres quienes participan, las que lideran. La Iglesia garífuna sería liderada por mujeres.

¿Los garífunas fueron exiliados de San Vicente, ¿pesa mucho la idea del exilio?

Pesa mucho. Claro, después de 200 años, si no tenés escuela, no te enteras de eso. La escuela es la que te dice “hey, hubo un exilio”. Sin embargo, en el diario garífuna, en la oralidad, en la música, incluso en la música bailable, en la punta que tenemos ahorita, muchos de los cantos describen exactamente esa trayectoria, ese pasaje del exilio, te lo van describiendo.

Ahora, el 12 de abril estuve en Iriona, Colón, en Ciriboya, en mi pueblo natal. Allí se celebraron 200 años de presencia de exilio garífuna en Honduras. La gente se fue un día antes, se metió mar adentro a las cinco de la mañana, rememorando aquel hecho, que cada año se recuerde. Entonces los niños se dan cuenta de que hubo un exilio y que vinieron del mar. Es interesante cómo se rememoró ahorita.

El pueblo tiene conciencia de que hubo un exilio. Los judíos pasaron por la misma experiencia. No pienso que la gente esté extrañando San Vicente, pero sí saber, recordar, conocer cuál es su historia porque eso te hace pueblo y persona. Y como en Honduras sos minoría, el contexto te exige más porque sos distinto, hablas diferente. Necesitas decir de dónde vienes, quién eres. Necesitas saber exactamente quién eres para poder entender y justificar eso, sobre todo entre los adolescentes.

¿Ha sido marginado el pueblo garífuna?

Hay una experiencia de discriminación, sobre todo cuando se entra en contacto con la cultura dominante. Doy un ejemplo personal: yo crecí en la comunidad de Iriona cuando todavía no había energía eléctrica.

Salí de allí a los 17 años, cuando ya tenía una personalidad hecha. Allá no tuve la experiencia de personas que tuvieran demasiado y otros que no tuvieran nada. La comunidad garífuna es solidaria. Había mestizos en el colegio, pero eran minorías. Eran amigos. No había conflicto porque era negro. No existía exclusión de ningún tipo.

Cuando salgo me encuentro con que mis amigos se sentían limitados conmigo. Sentían vergüenza, sobre todo en la calle. Pero yo era fuerte. Lo convertí en reto: “quién va a ser el mejor estudiante aquí”.

Lo transformé en una oportunidad, pero para eso tenías que venir fuerte de tu desarrollo familiar. Y eso es lo que me preocupa en Corozal, Triunfo de la Cruz, Tornabé. El desafío de esas familias es mayor. Hay un nivel de violencia, de promiscuidad.

El niño se pierde temprano. Ese es como el desafío mayor que tienen esos niños. No tienen sueños, incluso, no tienen proyectos. Si tú evalúas, la mayoría de los garífunas que tienen título de maestría y doctorado vienen de las zonas rurales, de Iriona.

¿Por qué? Porque su sueño no fue truncado pronto. Los cipotes no tienen sueños en Corozal. Poca gente ha entrado en la universidad. Ese es un tema de análisis.