Crímenes

Selección de Grandes Crímenes: Señores de vida y muerte

Por desgracia, raíz de todos los males es la ambición al dinero
13.11.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Este relato narra un caso real. Se han cambiado los nombres.

CASO. Hoy vamos a contarles un caso, que es muchos casos en uno, y que tiene que ver con esa parte oscura de nuestra sociedad que es tan beneficiosa para un siniestro sector de avariciosos: la extorsión. Y es que el Crimen, así, con mayúscula, es un negocio que lleva grandes beneficios a los criminales, pero que sirve a los intereses de otros tan criminales como ellos, y más tal vez, porque, supuestamente, su deber es combatir el Delito, y este deber les da el poder para negociar con los delincuentes en su propio beneficio.

Estos visten uniforme, visten toga o se revisten del manto sagrado que les da el ser fiscales del Ministerio Público. Y todo, en una cadena de corrupción que genera miles de millones de lempiras.

“Lo que vemos en los juzgados es solo la punta del iceberg -me dice un Comisionado de Policía-; caen porque es necesario que alguien caiga, para demostrarles al pueblo, a los Estados Unidos y a los países cooperantes, que en Honduras se combate al crimen organizado. Por eso es que usted ve a Comisionados y a muchos otros oficiales de Policía presos, a políticos perseguidos, señalados y extraditados, y hasta se han festinado contra una primera dama, y esto es solo para taparle el ojo al macho, como dicen en mi pueblo, porque los corruptos siguen haciendo de las suyas, llenándose las manos con los dineros del pueblo y con el dinero de la gente que trabaja honradamente”.

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El comisionado hace una pausa y, como si le diera el relevo a su superior, el General agrega:“¿Ha visto usted, Carmilla, a un militar preso, o tan siquiera señalado por la justicia? No, ¿verdad? ¡Por supuesto que no! Aquí los militares son una casta superior, son intocables. O ¿es que son santos? ¿Es que son perfectos? No, claro que no. En las Fuerzas Armadas hay militares podridos, gente putrefacta que se ha enriquecido negociando con los narcotraficantes, con los políticos corruptos, que se venden con la promesa de que no van a atentar contra el gobierno establecido, por muy incapaz, por muy impopular y por muy corrupto que sea. Y en Inteligencia policial nosotros tenemos pruebas de militares metidos en el delito nacional y transnacional; incluso hay unos que son grandes socios del Cartel de los Soles... y de los carteles de Honduras... Pero, ¿quién se atreve a tocar a los militares? Nadie.

¿Y a los jueces? Porque hay jueces que sirven al Crimen Organizado. Y de eso, los mismos Estados Unidos nos ayudan a señalarlos e identificarlos, pero, ¿quién va a acusar a un juez si son tan poderosos? Los jueces se defienden entre ellos, en una especie de espíritu de cuerpo, que los mantiene libres de todo mal. ¿Y los políticos? ¿Sabe usted cuántos políticos están en la lista negra de Estados Unidos por tener relaciones con el crimen organizado, especialmente el narcotráfico? ¡Muchos! Y de todos los partidos... bueno, de los partidos más grandes... Y sepa que si no se mueren, van a terminar en una celda de Estados Unidos. Ahorita son poderosos, pero ya va a ver cuando ese poder se les acabe. Hasta los hijos van a terminar extraditados”.

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Mal

¿Qué es lo que pasa en Honduras? ¿Por qué no se combate al delito de la misma forma en que se combate en El Salvador, por ejemplo?

“¡Ah! -exclama el comisionado, acomodándose el pasamontaña, ya que no quiere ser reconocido por nadie, ni por mí, que accedí a escribir este caso porque ellos desean que la depuración de la sociedad sea efectiva, “y que el gobierno ateo, socialista y mentiroso”, como ellos mismos lo llaman, actúe de verdad para darle seguridad a Honduras-. ¡Ah! -exclama-; aquí no combaten el delito porque es necesario que haya más crimen, así se mantiene a la sociedad aterrorizada y de rodillas.

Aquí no se combate a los extorsionadores, porque es necesario que todo el mundo esté con miedo, siempre para echarle la culpa de todo este mal a Juan Orlando, como si Juan Orlando siguiera gobernando. Ellos tienen el deber de darle seguridad al pueblo... Y ¿sabe usted que tiemblan porque los gringos ya están hartos de tanta corrupción en el país, de tanta delincuencia, y de tanto desinterés por ganarle la guerra a los criminales?”. Hace otra pausa, el General se acomoda su pasamontaña, y carraspea para aclarar la garganta.

“Mi general Sabillón tiene buena voluntad -dice-, y quiere hacer un buen trabajo en beneficio de Honduras. Es un hombre sencillo y honrado, y tiene las agallas del hombre de guerra para enfrentarse a los criminales, pero las cosas no salen como él las desea. Aquí hay que esperar la bendición de los políticos para hacerles una verdadera guerra a los criminales, y eso es algo que debe hacerse ya, uniendo a la gente buena de las Fuerzas Armadas con la Policía Nacional. Nosotros sabemos donde están los extorsionadores, por ejemplo, y quienes son.

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Sabemos quienes son los sicarios, los narcos, los que trafican con mujeres para el servicio sexual, los que matan para robar órganos, los coyotes, los que imprimen y hacen circular dinero falso, los ladrones de carros... ¡En fin! La Policía Nacional no es tonta. Hemos trabajado bien desde los tiempos del presidente Hernández, y estamos capacitados para derrotar a los delincuentes, afuera y adentro de la institución.

Pero, necesitamos la “bendición” del hombre más poderoso del gobierno. Es él el que da las órdenes. Y el día en que nos diga que hay que capturar a todos los delincuentes de Honduras, le aseguro que no vamos a dejar ni siquiera uno en las calles, y vamos a arrasar con militares y policías corruptos, con jueces y fiscales que no tienen vergüenza, y vamos a llevar a la cárcel a más de la mitad de los diputados que hoy se creen la gran cosa en el Congreso Nacional, y no son más que miserables corruptos que le roban al pueblo, que están coludidos con sus patrocinadores delincuentes, y que creen que son intocables... Pero, al hombrón todavía le conviene tener de su lado a esta parte podrida de los políticos”.

Hay tristeza en las palabras de estos dos hombres que, como muchos más, quisieran hablar ante el pueblo para desnudar a los criminales que sabotean el futuro de la nación. Son policías, y están comprometidos con su deber; sin embargo, es poco lo que pueden hacer, y pidieron esta entrevista con la condición de que no se les viera la cara, y que no se les pidieran sus nombres.

“Estamos formando un movimiento adentro de la Policía Nacional -dice el comisionado-, el “Movimiento de la Dignidad Policial”, para exigir una verdadera depuración, sin los que se fueron y que están siendo aceptados, a pesar de que tenían una cola más larga que la del cometa Halley; queremos que el director actúe con responsabilidad, y que dignifique a la Policía, porque miles de agentes y de oficiales están indignados por la forma entreguista en que el director Gustavo Sánchez dirige a la institución. Ya va a ver un día de estos cuando nos tomemos la Secretaría de Seguridad para exigir la renuncia de Sánchez y su camarilla de amiguitos incapaces. Y ese día ya va a llegar. Ya va a ver. Estamos decididos, y tenemos a miles de policías de nuestro lado. Y con los únicos que vamos a negociar es con mi general Sabillón y con ‘Mel’, porque él es que tiene el poder para arreglar las cosas”.

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Estas son palabras mayores que, de hacerse realidad, llevarían al caos a Honduras, un caos mayor al que ya padecemos a causa de la incontrolable delincuencia.

El General de Policía, agrega:“Queremos que sea el propio Ministerio de Seguridad el que maneje la Tasa de Seguridad, para que la invierta en la Policía y en el combate efectivo al crimen organizado. No es que vamos a arreglar las cosas de la noche a la mañana, pero le vamos a dar seguridad al país. Con la ayuda de los militares, por supuesto. De los militares buenos y honestos que aman a su país como lo amamos nosotros”.

El Comisionado toma la palabra, y dice:“Es por Honduras, Carmilla. Ya basta de que el país se desangre día a día. Las matanzas no se detienen, la extorsión aumenta, el narcotráfico está a sus anchas porque cada dos o tres días aterrizan aviones cargados de cocaína, y como no hay radares, pues, están en su paraíso particular. Y es el gobierno el que debe detener a los narcos, el gobierno a través de nosotros.

Pero, como dice “El Chi”, uno de los poderosos cabecillas de una organización criminal, “tenemos grandes amigos que no solo nos protegen, sino que se benefician mucho de los que nosotros hacemos. Por eso, no van a hacernos la guerra. ¡Si supieran cuántos poderosos de hoy son nuestros buenos amigos!”

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Nota final

Lo bueno y lo malo han coexistido desde el inicio de los tiempos, y es responsabilidad de los que hacen el bien combatir al mal. Es responsabilidad de los que tienen la ley en sus manos, de los que gobiernan, para que Honduras no siga llorando, y para que los señores de vida y muerte no sigan enriqueciéndose a costa del dolor y el miedo de miles y miles de hondureños.¡Que Dios bendiga a Honduras!

Mixy

Esta semana recibí una carta muy especial, escrita por una hondureña que, deseando una vida mejor, se fue mojada para Estados Unidos. No olvida sus raíces, extraña a su familia y ama a su patria, como debemos amarla todos.

Para Mixy, como para millones de hondureños, las promesas de cambio fueron mentira, y es mejor escapar de Honduras que seguir bajo la bandera del socialismo mentiroso, fabricante de pobres y enemigo de Dios. Aquí reproduzco su carta, la que le agradezco sinceramente, deseando que en Estados Unidos tenga todo lo que la política engañadora le negó en su tierra.

Gracias, Mixy. Gracias. Deseo que Dios la bendiga, y que tenga éxito. Y no se olvide de Honduras, no se olvide de EL HERALDO, ni de Carmilla. Esta es la carta:

“Hola, hola Carmill@. Mi nombre es Mixy López; soy full carmilla-adicta. Hace 5 meses me vine de mojada para EE UU y, pues, luego de extrañar tanto a mi familia en este país, una de las cosas que me da tranquilidad es leer sus historias cada domingo; las espero con unas ansias que usted no se imagina, y esa del “Favor especial” me encantó, me hizo llorar cuando Tito le contó el favor que don Carlos le había hecho. Espero sus historias por siempre. Un enorme placer escribirle, saludos y un abrazo a la distancia”.

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