Selección de Grandes Crímenes: Cosecha de espinas segunda parte

¿Por qué sufrir tanto si sabemos que un hombre como él ya está en el cielo? Y luego tenemos el lugar y la forma de muerte... Lo que parece que a nadie le importa porque no creen que el pastor haya llegado hasta allí por su propia voluntad”

  • Actualizado: 09 de noviembre de 2025 a las 00:00
Selección de Grandes Crímenes: Cosecha de espinas segunda parte

RESUMEN. Jorge era bueno, sencillo, humilde y entregado a servir a Dios y a sus semejantes. En su iglesia lo respetaban y lo querían; nunca hizo un mal y se esforzó porque sus hermanos y hermanas vivieran en armonía, que trataran de seguir siempre el camino correcto. Eso lo hacía un buen pastor de ovejas. Pero, un día apareció muerto en una cama de motel, desnudo, boca arriba y con una herida en la garganta. Lo atacaron con un cuchillo grande y filoso que le llegó hasta el cerebelo, quitándole la vida en pocos segundos. Trató de detener la sangre de su garganta, pero fue imposible. Sin embargo, sus manos manchadas de sangre estaban a los lados, como si las hubieran acomodado, a pesar de que había un gesto de terror en sus ojos y su boca estaba abierta y llena de sangre. ¿Por qué lo habían matado? ¿Quién pudo ser el asesino o asesina? ¿Con quién llegó en su propio carro a aquel lugar? ¿Era posible que Jorge no fuera lo que aparentaba ser? ¿Y dónde estaba su camioneta Ford Escape?

Velatorio

Los agentes de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI) estaban confundidos. ¿Por qué Jorge estaba en aquel lugar? ¿Con quién? ¿Y por qué lo habían atacado de aquella manera?La esposa dijo que nunca tuvo problemas con él, que siempre fue un hombre bueno, un marido amoroso y un buen padre y que no sabía por qué le habían hecho aquello. Además, no podía creer que su esposo llegó hasta aquel lugar por su propia voluntad. Debía de haber algo que lo obligó a fallarle a Dios de semejante forma; si es que él mismo “caminó hacia el pecado”. Pero, eso era imposible. La mujer lloraba desconsoladamente, a pesar de que decía que todo se lo dejaba al cielo. Pero, dolor es dolor, y no se puede esconder. Y perdonaba de corazón a la persona que le había hecho aquel daño a su esposo, a su familia y a la iglesia. Dios se encargaría de ella.“Y nosotros también, señora” -le dijo el agente a cargo del caso.Ella no respondió. El agente le dijo a uno de sus compañeros:“Yo veo algo raro aquí”.

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“¿Qué es?”

“Esta gente es muy creyente, ¿verdad?”“Así parece”.

“Bueno, lo que pasó con el señor es grave, es doloroso y es raro, porque era un hombre bueno, según dicen todos”.

“Ajá”.

“Se supone que ya está en el cielo y que lo que más debe indignar es la forma en que murió, o sea, la forma en que lo mataron, así como el misterio del por qué estaba en aquel lugar y con quién”.“Ajá”.

El agente hizo silencio por un momento, mientras se escuchaban murmullos en la iglesia donde estaba siendo velado el cuerpo del pastor y por mientras empezaba el servicio en su honor.“Creo que voy entendiendo -dijo el otro detective-. Veo que la señora llora y se desespera, se muestra dolida, como debe ser natural, pero hay demasiada desesperación y veo que hay pocas lágrimas”.

“O lágrimas fingidas o forzadas”.

“Bueno -dijo el otro agente-, tal vez sea que nosotros solo vemos lo malo de las cosas y para eso somos policías, pero hay algo que no cuadra bien en esta escena... Veo a la hija con una chalina calada sobre la cabeza, de negro riguroso y que queda viendo el ataúd fijamente y sin llorar, como lloran su madre y sus hermanos. Es una muchacha recatada y debería verse dolida y mostrar su tristeza, su dolor, y llorar”.

“Bueno, no es que vamos a resolver este caso basándonos en estos detalles, pero me parecen que significan algo... Era bueno, noble, limpio, pero ¿por qué está muerto? Bien... Y, si ya está muerto, ¿por qué sufrir tanto si sabemos que un hombre como él ya está en el cielo? Y luego tenemos el lugar y la forma de muerte... Lo que parece que a nadie le importa porque no creen que el pastor haya llegado hasta allí por su propia voluntad, que conste que el forense no encontró alcohol o drogas en su sangre”.

“Entonces, debemos de sospechar que el asesino, mejor dicho, la asesina, está aquí, entre nosotros, porque estamos claros que el pastor no era de los otros... Y que no llegó con un hombre al motel... Tuvo que ser una mujer”.

Más

“Hay algo que me interesa -dijo el detective a cargo-, y es el teléfono de la esposa... El amigo de la empresa de teléfono me está ayudando para ver las llamadas y mensajes que podrían parecer extrañas en la última semana o el último mes, pero me interesan las de la última semana”.

“Te sigo”.

“Sabemos que la hija, o sea, la muchacha que está junto al ataúd de su padre se iba a casar en seis meses”.

“Ajá”.

“Y, desde el momento en que se encontró el cuerpo y la familia fue a la escena, en la morgue y aquí, no he visto al novio por ninguna parte y debería estar aquí obligatoriamente”.

“Eso es verdad”.

“¿Dónde está? Hay que preguntar”.

Cuando el detective se acercó a la muchacha, ella lo miró con ojos secos, sin muestras de llanto y menos de dolor. Y eso le extrañó. Entonces, el policía le preguntó:

“¿Y su novio? El muchacho que se va a casar con usted... ¿Por qué no está aquí?”

Un brillo de cólera iluminó los ojos de la muchacha y el gesto que hizo apretando los dientes, llamó la atención del agente.“¿Puede decirme dónde está?” -preguntó.

“No sé” dijo ella secamente.

“Pero, es su novio, se van a casar, es hermano de la iglesia”.“Ya le dije que no sé dónde está ni me interesa... ¿Entiende? Si van a investigar, vayan a preguntar a otra parte”.El agente insistió.

“¿Por qué está furiosa con él? ¿Por qué no está aquí? ¿Por qué no la ha acompañado en todo este duelo?”

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La muchacha lo miró. Había cólera en su rostro.

“No -dijo-. No me interesa verlo”.

“Pero, hemos averiguado que hasta hace una semana ustedes estaban bien en su relación y que seguían con los planes de boda, ya habían pasado los seis meses de separación que les impuso la iglesia y demostraron que sí querían el matrimonio... Entonces, ¿por qué no está aquí? ¿Y por qué está usted tan furiosa?”“Porque me dejó” dijo ella, como si aquellas palabras se le hubieran escapado.

“La dejó sola en todo esto, ¿verdad?”

“No”.

“¿La dejó para no casarse con usted?”Ella no respondió.

En aquel momento el detective recibió una llamada.“Diga” -respondió.

“Acabamos de encontrar la Ford Escape del pastor asesinado en el motel”.

“¿Ya?”

“Sí”

“¿Dónde?”

“La detuvimos en el operativo del anillo, antes del cementerio Divino Paraíso... Era rutina, pero el chavo que la maneja no anda papeles, ni sabe nada de licencias de conducir... Pero, al revisar en el sistema nos dimos cuenta que es el carro que buscamos y está detenido”.

“¿Cómo se llama?”

Le dieron un nombre, pero no era el del novio de la hija del pastor, como había sospechado el detective.

“Dame el número de teléfono del muchacho”.

“Un momento”

Cuando le dieron el número, el agente hizo otra llamada. Y esperó.“Este número recibió varias llamadas ayer en la mañana del número que me diste para investigar... O sea, del número de la esposa del pastor muerto”.

“Excelente...”

Hizo el agente otra llamada.

“¿El muchacho de la Ford Escape tiene antecedentes?”“Salió de El Porvenir hace dos meses por robo de vehículos, asalto y otras cosas, pero dice que va a la iglesia y que se regeneró en la cárcel”.

“Ajá. No cortés...”

El agente se acercó a la esposa del pastor y le dijo, acercándose a su oído derecho: “señora, Lino Carías, alias ‘Cachete blanco’, quiere hablar con usted”.

La mujer dio un salto.

“Dice que dónde quiere que le deje la camioneta Ford de su esposo”.La mujer abrió la boca.

“Es... es imposible” dijo.

“¿Por qué, señora? -le preguntó el detective-. ¿Por qué usted le dijo que se deshiciera del carro o que lo escondiera bien? Tenemos las llamadas que hizo usted de su número a Lino... Y vamos a saber algo más”

La mujer, que se había puesto de pie, se dejó caer en la silla.“Yo fui -dijo-. Lo llevé al motel diciéndole que quería tener un momento de alegría con él en un lugar solo, y él me llevó... Pero tenía que castigarlo, tenía que ser el instrumento de Dios para castigar lo que hizo”.

“¿Qué hizo, señora?”

“Algo grave, irreparable”.

“¿Le pagó mal con otra mujer?”“Algo peor”.

El detective le habló en voz más baja.“¿Por lo que el pastor hizo es que su hija ya no se va a casar con el novio, verdad?”

Ella dijo que sí. Estaba derrotada.

“Abusó de ella”.

La mujer no respondió por un momento.

“El muchacho se crió en la iglesia -dijo, después-, y se conocieron con mi hija desde pequeños, y desde siempre se dijeron que se iban a casar... Y él se conservó puro para ella, pero cuando él le preguntó si era virgen, ella se echó a llorar y tuvo que confesar lo que ese monstruo le hizo desde los seis años, cuando yo trabajaba como enfermera en el hospital”.“Fue grave”.

“Dios lo perdona, pero yo no... Y mi hija ahora se queda con esa marca, porque abusó de ella hasta hace unas dos semanas... Y todo se supo porque ya estábamos listos para la boda y él quería saber aquel detalle... Y no me importa confesarlo... Lino solo me hizo el favor de esconder el carro, van a encontrar el cuchillo en mi casa... Ya lo lavé... Solo les pido que me permitan estar con él hasta el entierro, por mis hijos y por los hermanos... Si se va a saber esto, pues ni modo, pero ahorita no... No tengo a donde ir y no quiero escapar. Ustedes pueden estar conmigo”.

El fiscal estuvo de acuerdo

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