Crímenes

Selección de Grandes Crímenes: La última noche (Segunda parte)

Definitivamente, de Dios nadie se puede burlar
19.02.2023

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-

RESUMEN. Don Luis amaneció muerto en su propia cama. Estaba de lado, y no respondió cuando su esposa lo llamó varias veces. Ella creyó que dormía, aunque era extraño, porque don Luis se levantaba siempre temprano, para dedicarse de lleno al manejo de sus empresas. Era un hombre bueno y trabajador. Pero, al amanecer, estaba muerto. El forense dijo que lo mató un paro cardíaco. Lo estaban preparando en la funeraria, cuando un empleado notó algo raro en uno de sus brazos, la punzada que deja una aguja hipodérmica.

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El problema es que don Luis no se enfermaba nunca, y nunca hubiera aceptado una inyección, a menos que fuera un asunto de vida o muerte, y solo en último caso. Y la pequeña herida estaba inflamada, lo que significaba que lo inyectaron estando vivo, algo que él jamás hubiera permitido. Entonces ¿qué significaba eso? ¿Por qué tenía aquella pequeña herida? ¿Quién lo había inyectado? ¿Por qué y para qué?

La esposa dijo que después de cenar, don Luis subió al cuarto, lo que también era extraño porque todas las noches se quedaban juntos en la sala viendo televisión hasta que terminaba TN5. Entonces, subían, y se acostaban. Don Luis no tomaba medicinas para dormir. ¿Qué había pasado con él esa noche? ¿Por qué sus hábitos cambiaron de pronto?

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Funeraria

Y entre aquellas frías paredes, un oficial de la DPI acababa de darse cuenta que, por desgracia, se había cometido otro crimen en Honduras. Uno más, entre los muchos que se cometen a diario. Aquella marca en el brazo de don Luis no era normal, o, al menos, era extraña, y debía tener una explicación. Pero para hacer más extraño el caso, en el laboratorio de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI) encontraron un “medicamento sedativo” en cantidades suficientes para que todo un batallón de la Policía Militar durmiera a pierna suelta.

“Ketazolam” -le dijeron al oficial; y este, de inmediato le pidió al fiscal una orden de cateo a la casa de don Luis.

“Muertes todos los días -dijo-, y los casos se acumulan como montañas que crecen en todo el país; y la política policial para detener tanto crimen no se nota... Se capturan dos, tres y hasta cinco criminales, pero nunca se captura a sus jefes, a los grandes toros del crimen organizado, a pesar de que sabemos bien quienes son... Y esto es decepcionante, porque la Policía está muy mal dirigida; generales de escritorio dirigen la institución, y son el peor ejemplo para los que sí queremos combatir el crimen.

Por desgracia, es así, y mientras nosotros investigamos quién mató a don Luis, porque estábamos claros de que lo habían asesinado, el alto mando de la Policía perdía el tiempo en reuniones que no terminan nunca, y nunca resuelven nada. Y, mientras tanto, el pueblo llora, llora y se arrepiente... ¡Por supuesto que se arrepiente!

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”No había tiempo qué perder. El médico forense privado llegó a la funeraria, y, sin hacer mucho esfuerzo, dijo que “había algo raro en el corazón”.

“Es como si hubiera sufrido una embolia vascular, y esto solo es producido por la inyección de una considerable cantidad de aire en las venas, el cual llegó al corazón y dañó gravemente el ventrículo derecho... Y permítanme decirles que quien hizo esto sabía perfectamente lo que estaba haciendo, y más, según lo que ustedes me dicen, este hombre estaba profundamente dormido; así que le inyectaron el aire cuando dormía, y no sintió nada; absolutamente nada... De manera, señores, que están ustedes ante un crimen casi perfecto...”

Fiscal

¿Qué podía hacer el fiscal ante aquellas revelaciones? ¿Eran suficientes para decir que estaban ante un crimen? Y, si era así, ¿quién era la primera persona sospechosa?

“La esposa, por supuesto, dijo el oficial; es la única persona que tenía acceso directo a la víctima, y, por tanto, es la única que pudo inyectarlo...

”En ese momento, Luis, el hijo mayor de don Luis, dio un grito:

“¡Ella estuvo estudiando enfermería hace ya algún tiempo, y, según me parece, no terminó!”

“Pero tal vez aprendió lo suficiente como para saber poner una inyección, y para saber qué efectos desastrosos tiene el aire inyectado directamente en una vena...”

“Es posible”.

El oficial hizo una pausa.

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“Los pulmones también están dañados -intervino el médico forense-; es como si le hubieran inyectado aire como para rellenar un globo de fiesta... Les aseguro que este hombre no sintió venir la muerte...

”Se hizo el silencio en la funeraria. El fiscal acaba de ordenar un cateo en la casa de don Luis, y un equipo de inspecciones oculares, bajo el mando de un asistente del fiscal, iba en camino. Si algo había en la casa que pudiera vincularse con la muerte de don Luis, inspecciones oculares lo encontraría.

No era la primera vez que hacían maravillas, a pesar de que trabajan casi con las uñas. Y una muestra de esto fue el caso de Vicenzzina Trimarchi, en el cual, a punto de darse por rendidos, encontraron los lentes, la identidad y el carnet universitario de la muchacha en el vagón de un tren, que el “muchacho” tenía como recuerdo. Y el caso del gringo, en La Ceiba, que Pachico resolvió “por un gato hambriento y solitario”. Por desgracia, a pesar de que saben todo sobre el caso de Angie, quieren seguir ocultando detalles, para no quedar en vergüenza, especialmente la siempre locuaz e irreflexiva viceministra Julissa Villanueva.

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Casa

“La investigación criminal es casi como las matemáticas -dice Gonzalo Sánchez, el criminalista más prestigiado de Honduras-; una cosa nos lleva a la otra, y, al final, es cosa de sumar, restar e identificar... Pero, hay que enseñarles esto a los muchachos de la DPI, que son muy buenos investigadores... Y una muestra de ello, es este caso, el caso de don Luis...

”Hasta su casa llegó el equipo de la DPI, y la rodearon como si no quisieran que ni las cucarachas se les escaparan. Es que a veces exageran, como cuando rodearon la casa de Juan Orlando Hernández, listos parta entrar en combate, lo cual, por supuesto, no hacen en esas “colonias calientes” donde “hasta los policías tienen miedo”.

¿Qué había pasado en el tiempo en que se le avisó al fiscal de que estaban ante un crimen, y la orden de cateo? Porque cuando llegaron a la casa, estaba todo abandonado. En la habitación principal parecía que acababa de pasar un tornado, las gavetas de las cómodas estaban en el suelo, los joyeros estaban vacíos y la caja fuerte estaba abierta, y solo había papeles sin importancia en ella. Y el carro de la viuda no estaba. Solo estaba el carro de don Luis.

El problema era que la viuda había estado todo ese tiempo con el cuerpo; estaba en la funeraria y mostraba su dolor; pero de pronto se esfumó.

“Inspecciones oculares encontró en un basurero de la cocina un blíster vacío de sedatival de 2 miligramos -dice el oficial-, suficiente para hacer dormir a diez elefantes... Y en una bolsa de basura encontramos una jeringa hipodérmica de 60 ml, con una aguja de casi tres pulgadas. En la aguja encontramos sangre de don Luis. Era evidente quién lo había asesinado... Solo queríamos saber ¿por qué?”

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“Mi papá cambió el testamento uno o dos días antes -dice Luis-, y, aunque a ella no la dejaba desamparada, le quitaba una buena parte de las cosas que le heredaba en el testamento anterior... Tal vez por eso lo hizo. La verdad, es que ella nunca pondría una mano sobre esas cosas. Se llevó joyas por millones, dólares que mi papá guardaba, lempiras, el Rolex de oro y diamantes de mi padre, y el dinero que él le había depositado en sus cuentas...”

“Pero, el dinero se acaba”.

“Así es... Ella creyó que todo pasaría como un ataque cardíaco, y si no es por el empleado de la funeraria que descubre el panzazo de la aguja hipodérmica, estuviera ahorita como dueña y señora de todo lo que trabajó mi papá...”

“Y hubiera cometido el crimen perfecto”.

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Luis suspira, y deja que las lágrimas corran por sus mejillas.“Quisiera saber cómo fue la última noche de mi papá...”

“Lo que debés saber -le dijo el oficial-, es que no sufrió...”“No merecía morir así”.

“No. No lo merecía... Pero en Honduras el crimen se ha desatado en todas partes, y por todos los rincones; es que como todo está podrido arriba, todo se pudre abajo... Hoy, Honduras está, otra vez, entre los países más violentos del mundo... Y si usted le pregunta a la gente, muchos le van a decir que estaban mejor con Juan Orlando... Por desgracia, no hay una política pública clara y valiente para detener tanto crimen...”

“Mi padre no debió morir así”.

“Ella va a caer -dice el oficial-; ella va a caer... Creemos que está en Nicaragua... Solo es cuestión de tiempo para que la encontremos... Y va a pagar... Le esperan cuarenta años por parricidio”.

“¡Qué Dios ayude a Honduras!”.

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Criminalidad

Es increíble la forma en que la Criminalidad, así, con mayúscula, se ha desatado en Honduras. Un hombre mata a su propio hijo y lo entierra; otro, mata y quema a su propia esposa; asesinan a un muchacho dentro de su propio carro; matan en una masacre a un alto oficial de Policía; le quitan la vida a un periodista “por robarle el carro”; las muertes violentas se multiplican en las cárceles; en la colonia Villanueva matan a un muchacho por robarle unas pocas cosas...

Y el Crimen Organizado, también en mayúscula, como un ente siniestro, desata la violencia en el país, que vuelve a estar en el indeseable puesto del más violento del mundo. Pero, algo impresionante, es que ahora Honduras es terreno fértil para cientos de miles de plantas de coca, con laboratorios de última generación para procesar la cocaína que después viaja impune y libremente hacia Estados Unidos.

Y la DEA, que es más lo que inventa que lo que investiga, bien, gracias; y si no me creen, que recuerden la masacre de Ahuas, en el Patuca, cuando helicópteros Black Hawk dispararon potentes armas de guerra contra una lancha-taxi que transportaba a catorce civiles “solo porque creían que llevaban droga”. Y nadie les hizo nada. Los agentes de la DEA siguieron paseándose por Honduras impunemente, haciendo y deshaciendo, negociando con los grandes capos y hasta sirviéndose de ellos, como hizo José Irizarry, que está considerado como “el sucio más sucio de los agentes de la DEA”.

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Drogas por doquier, asaltos a cada momento, mujeres asesinadas, niños y niñas sufriendo abuso constante, policías que ya están sacando las uñas otra vez, las uñas que les había cortado Juan Orlando, con la depuración, y políticos temblando ante las solicitudes de extradición que están bien guardadas en Relaciones Exteriores, y de las que ni siquiera el general Sabillón sabe, como la solicitud que llegó a principios de enero pidiendo la captura “para su extradición a los Estados Unidos”, de uno de los políticos más poderosos de Honduras, y que es el secreto mejor guardado... por el momento...

Y en medio del dolor y el llanto que provoca esta nueva ola de violencia que se ha desatado en el país, crímenes “inteligentes”, que siguen llenando los archivos de la historia negra de Honduras, esa historia escrita con sangre, con maldad, y con avaricia, como la que estamos contando hoy.

Por desgracia, es lo que está pasando en Honduras. Ya nadie está a salvo en el país.

El apóstol del caos se ufana proclamando a los cuatro vientos que él crea el caos, define el caos, desata el caos y controla el caos, y ya que, lo que es arriba es como lo que es abajo, el pueblo vive en el caos, no respeta a la autoridad, cree que puede hacer y deshacer, y supone que puede cometer cualquier delito, cometer cualquier crimen, y que todo pasará sin que pase nada. Que se puede asesinar a un hijo, que se puede quemar a la propia esposa, que se puede matar desde una motocicleta... que se pueden pedir mordidas y sobornos... Y que nadie va a averiguar nada...

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