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Francisco I, un jesuita con perfil de santo

El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio es un hombre discreto, austero, fiel a la doctrina católica.

13.03.2013

El argentino Jorge Bergoglio, nuevo Papa, lleva una vida discreta y de bajo perfil. Se le conoce como un jesuita austero que goza de un gran prestigio entre sus seguidores que aprecian su forma de vida, alejada de toda ostentación.

El religioso que hasta el miércoles era el arzobispo de Buenos Aires, que tomaba el metro para llegar a la catedral de la capital argentina, ocupa la silla de Pedro. El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio de 76 años fue electo el Papa 266 de la Iglesia Católica.

Y decidió llamarse Francisco en honor a Francisco de Asís, un santo sencillo y humilde llamado el padre de los pobres y de la ecología.

Pero ¿quién es el cardenal que se convirtió en el primer pontífice latinoamericano y el primer jesuita de la historia de la Iglesia?
Tiene “el perfil de un santo”, dijo al describirlo el portavoz de la Conferencia Episcopal Española Juan Antonio Martínez Camino.

Y es que el jerarca que en su primer mensaje a los miles de fieles que se congregaron en la Plaza de San Pedro pidió orar por su antecesor y por el futuro fructífero de su pontificado, es para algunos expertos un religioso moderado con mentalidad flexible, aunque sus posiciones doctrinales y espirituales coinciden con el legado de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Bergoglio, quien tiene un solo pulmón desde su juventud, nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina en el seno de una familia de padres italianos.

Ecuanimidad

El primer Papa latinoamericano siempre se ha mantenido fiel a la doctrina católica. No proviene de las corrientes progresistas ni de la Teología de la Liberación.

Asimismo, se ha distinguido por sus discursos denunciando la pobreza, la corrupción y lo que él llamaba “crispación” política.

Como arzobispo de Buenos Aires ha tenido un largo enfrentamiento con los Kirchner que llegaron a su punto de máxima tensión cuando la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, impulsó la ley del matrimonio gay.

Sus discursos que irritaban a Kirchner y Fernández eran pronunciados en homilías.

Ha hablado pocas veces con la prensa, como cuando en 2010 negó en una entrevista con el periódico Perfil cualquier colaboración con la dictadura y contó que había ayudado a los jesuitas perseguidos.

Expertos consideran que el nuevo Papa está lejos de representar el ala más conservadora de la Iglesia Católica. Él siempre representó la alternativa frente a los más ortodoxos del catolicismo argentino.

Este sacerdote de la Compañía de Jesús, poderosa orden de intelectuales dentro de la Iglesia, muchas veces enfrentada con Roma y en los últimos tiempos con el Opus Dei, también se ha distinguido por permitir que los curas más progresistas de su diócesis se desempeñaran con bastante libertad.

En 2005, cuando fue elegido papa Benedicto XVI, Bergoglio fue el candidato opositor, el que representaba a la moderación frente al más extremo conservadurismo. El Papa argentino además no tiene nada que ver con la burocracia vaticana. Es más: poco le gustaba tener que viajar a Roma.

Currículo eclesial

Fue a la escuela pública. Estudió para ser técnico químico y trabajó en laboratorios hasta que a los 21 años, en 1957, decidió entrar al seminario jesuita.

Estudió humanidades en Chile y en 1960, de regreso a Buenos Aires, obtuvo la licenciatura en Filosofía en el Colegio Máximo San José, de los jesuitas.

Entre 1964 y 1966 fue profesor de Literatura y Psicología primero en un colegio de la ciudad de Santa Fe y después en otro de Buenos Aires.

De 1967 a 1970 cursó Teología en el Colegio Máximo y se graduó de licenciado.

En 1969, a los 33 años, fue ordenado sacerdote, a los 33 años. Y con solo 37 años llegó a ser el jefe de los jesuitas de su país. En 1992 fue ordenado obispo auxiliar de Buenos Aires. En 2001 Juan Pablo II lo nombró cardenal.

Fue presidente de la Confederación Episcopal Argentina, donde vivió un período de enfrentamiento con los Kirchner, que lo veían como un opositor político que no reconocía la reducción de la pobreza lograda durante sus años de gobierno.

Cuando el nuevo Papa, al que se lo podía ver celebrando misas con pepenadores, dejó la presidencia de la Confederación Episcopal Argentina en 2011, en el kirchnerismo respiraron tranquilos. No se imaginaban que acabaría como sucesor de San Pedro.