No es ninguna novedad que Daniel Day-Lewis sea uno de los mejores actores de Hollywood. Pero el tercer Oscar que ganó interpretando al presidente Lincoln, lo confirma oficialmente. Frente a él estaban Denzel Washington (Flight), Hugh Jackman (Les Misérables), Bradley Cooper (Silver Linings Playbook) y Joaquin Phoenix (The Master), pero el Oscar al Mejor actor lo recibió el gran favorito de la noche: Daniel Day-Lewis.
¿Cuál es el mayor cambio que nota desde la primera vez que ganó un Oscar? No cambió nada. Trato de pensar en algo, pero yo no soy consciente de ningún cambio en particular. Lo que siempre supe es que necesito tiempo. Trabajo a un ritmo muy lento. Es bueno saberlo, en vez de salir a bailar al compás de otra persona. Y supongo que tengo el extraño privilegio de trabajar cuando siento que lo necesito, mientras otras personas sienten que tienen que trabajar para pagar sus cuentas. No hay nada malo en eso. Es una razón honorable. Pero algunos años atrás, yo tomé la decisión de no ser cínico con mi trabajo. Me parece importante. Siento que hay cierta posibilidad de nobleza en el mundo, aunque no es fácil encontrarla. Por eso no quise encontrarme en la mediana edad, como estoy ahora, trabajando sin el sentido real de disfrutar lo que hago.
¿Es verdad que mantiene siempre el mismo estilo de vida que sus personajes?
Steven Spielberg dijo que la primera vez que lo escuchó con su acento británico, fue recién después que filmaron la última escena. Todavía no puedo encontrar la forma de entender lo que pasó conmigo estos últimos dos años. Yo mismo me sorprendo. Empieza a sentirse algo muy extraño, que no es para nada inusual para mí, porque me parece que otra persona realmente lo hizo todo. Antes de empezar la película, hablamos bastante con Steven (Spielberg), así que tampoco me descubrió de golpe, como si fuera Abraham Lincoln. Pero esos temas que siempre se hablan de mí, aunque trato de no hablar demasiado, es todo un mito que realmente no representa el trabajo que hago.
¿Quiere decir que no es verdad que se comporta tal cual como sus personajes, todo el tiempo, en medio de un rodaje?
La mayoría de mis colegas hacen lo mismo, en diferentes estilos tal vez, pero pasamos por momentos donde tratamos de crear un mundo propio. Y dentro de ese mundo tratamos de crear y entender lo que expresamos en aquel mundo. Y para mí, ahí es donde está el placer del trabajo. Entonces, la locura, para mí, sería saltar adentro y afuera de ese mundo, entrando y saliendo de la experiencia del personaje, porque ahí es donde realmente me gusta quedarme. Supongo que al final queda cierto misterio, porque a veces funciona y otras veces no, aunque no tengo la menor idea de la diferencia. Pero así disfruto el trabajo, de verdad.
Ningún otro actor de Hollywood había ganado un Oscar tres veces en la misma categoría de Mejor actor, ninguno. Jack Nicholson tiene tres, sí, pero el de la película Terms of Endearment lo ganó como Mejor actor de reparto. En cambio, Daniel Day-Lewis fue nominado en cinco oportunidades diferentes y ganó como Mejor actor en 1990 con My Left Foot, casi veinte años después con There Will Be Blood, y ahora, con el rol de Abraham Lincoln. Todo un récord.
¿Sintió cierta responsabilidad o alguna presión en particular por el hecho de interpretar a alguien tan conocido históricamente como Abraham Lincoln? Bueno, sí. Por algo estuve dando vueltas con el tema durante siete años, hasta que finalmente mi conciencia me dijo: “Sí, hagamos una prueba, hagámoslo”. Me parece que estaba demasiado convencido que yo no era la persona correcta para protagonizarla, no sabía si podía ayudar a contar la historia. Yo aprecio el trabajo que tuve en Hollywood, me siento bendecido por las experiencias maravillosas que viví. Y lo último que quería era que me quieran tirar en una fogata por haber profanado la memoria del Presidente más grande de la historia de este país. El miedo tuvo mucho que ver y supongo que el trabajo tomó prioridad. Una vez que tomé la decisión, la curiosidad y el trabajo cubrió todo lo demás.
¿Cuál fue el mayor desafío?
La maravillosa sorpresa con este hombre es que hay diferentes formas de descubrirlo. Tiene esa clase de bienvenida. Es muy ‘evaluable’, es algo que me tomó por sorpresa. Ahora que lo pienso, lo más difícil fue tratar de enfocar su vida. Lo convirtieron en una leyenda tan grande que es muy difícil representarlo y yo no estaba seguro de poder hacerlo. Al contrario, creía que debería haberlo hecho otra persona.
Entonces, ¿es cierto que rechazó el primer ofrecimiento de Steven Spielberg para protagonizar la película?
Sí, no sabía si era la elección correcta, hasta que me quedé sin excusas. Tampoco quiero decir que no lo tomé en serio al principio, pero me parecía imposible ser la persona que podía ayudar a Steven Spielberg y tampoco quería ser el responsable de manchar la reputación del hombre.
¿Liam Neeson había aceptado antes que usted el mismo personaje de Lincoln?
Él es amigo mío. Liam (Neeson) se había comprometido a protagonizar Lincoln, y por un tiempo lo preparó con Steven (Spielberg) y llegó un momento donde Liam necesitaba hacer otras cosas y Steven iba a hacer otros proyectos. Pero mientras Liam estaba comprometido, a mí ni se me hubiera ocurrido considerarlo. Recién cuando él decidió alejarse, en la forma más generosa posible, me empujó a decidirme para que yo lo hiciera. Y sin equivocación, puedo decir que la versión de Lincoln de Liam hubiera sido algo que me hubiese gustado ver. Funcionó conmigo, pero muy fácilmente pudo haber funcionado de otra forma y creo que Liam hubiese estado maravilloso.
¿Qué aprendió de Abraham Lincoln que no sabía antes?
Eso fue fácil, porque no sabía nada de él. Tenía todo por aprender. Más allá de algunas imágenes, una estatua, un dibujo animado, algunas frases de la época, era todo lo que sabía de la vida de este hombre. Probablemente, lo que más me sorprendió fue su humor, cuando empecé a descubrirlo, me pareció un aspecto importante de su carácter.
¿Qué le gustaría preguntarle a Lincoln si pudiera viajar en el tiempo para conocerlo personalmente?
Supongo que me quedaría paralizado encimando todas mis preguntas que me gustaría plantearle, así que probablemente terminaría quedándome sin decirle una sola palabra y me quedaría ahí, parado mudo frente a él.
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