Tegucigalpa, Honduras.- En las buenas, casi todos sabemos acompañar. Una cena romántica, un viaje improvisado, una tarde de risas en casa... Pero, ¿qué pasa cuando la vida nos sacude y todo se vuelve cuesta arriba?
Muchos descubren en esos momentos que la relación de pareja que parecía sólida en la alegría no tiene el mismo peso en la adversidad. Y entonces aparece una de las sensaciones más difíciles de procesar: sentirse solo estando en pareja.
Es posible que su pareja lo ame, que disfruten juntos y que haya afinidad en visiones... pero que, llegado el momento, esa persona no tenga las herramientas emocionales para estar verdaderamente presente.
No todos saben consolar, escuchar o sostener a otro en un momento crítico, y eso no siempre se debe a falta de interés; a veces es inmadurez emocional.
Señales de alerta
Una pareja que evita la conversación cuando hay problemas, prefiere distraerse o fingir que no pasa nada. Aquella que minimiza lo que le ocurre, con frases como “no es para tanto” o “ya se te pasará”. Esa dupla que parece desaparecer emocionalmente: está presente de forma física, pero no ofrece consuelo ni escucha. E incluso lo hace sentir culpable por estar mal, como si su dolor fuera una molestia... Es todo lo contrario al soporte emocional que usted necesita.
Tenga presente que el amor bonito no es solo el de las fotos felices, sino el que también se arremanga en los días grises. Elegir a alguien implica preguntarse: ¿quiero caminar con esta persona en las alegrías y en las tormentas?
Porque al final, más que alguien que lo haga reír en los buenos tiempos, merece a quien pueda sostener su mano cuando el mundo se tambalea.
Formas en que una pareja es apoyo
Tener ejemplos concretos ayuda mucho a identificar si estamos recibiendo apoyo genuino (o si nosotros lo estamos dando). Aquí un listado de formas en que una pareja demuestra apoyo real en la adversidad:
Escucha de verdad. No interrumpe, no juzga, no minimiza. Solo le da espacio para desahogarse, incluso si no tiene una solución inmediata que ofrecerle.
Valida su sentir. Usa frases como “entiendo que esto te duela” o “es normal que te sientas así” en lugar de tratar de convencerlo de que no es tan grave.
Está presente. A veces basta con sentarse a su lado, tomar su mano o abrazarle. La presencia física puede ser un gran sostén emocional.
Busca soluciones. No lo deja solo con el problema, sino que se involucra en encontrar opciones, pasos a seguir o apoyo adicional.
Sostiene la calma. En medio del caos, mantiene la serenidad y le transmite que todo es más llevadero si lo enfrentan juntos.
Respeta su ritmo. No le presiona a “superarlo rápido” ni le dice cómo debería sentirse. Entiende que necesita tiempo.
Se incluye y adapta. Si la crisis implica cambios de rutina, gastos imprevistos o nuevos roles, hace ajustes sin reproches ni resentimientos.