Tegucigalpa, Honduras.- Las mochilas nuevas están listas, los uniformes perfectamente doblados y el calendario escolar dando inicio. Sin embargo, para algunos niños el entusiasmo no llega. En lugar de sonrisas, aparecen dolores de estómago misteriosos, lágrimas al despertar o súplicas de “no quiero ir”.
El regreso a clases, que muchos adultos ven como un paso rutinario, puede convertirse en un verdadero desafío emocional para los pequeños que experimentan ansiedad ante lo desconocido.
Se trata de una etapa que suele estar cargada de expectativas: nuevos amigos, retos académicos y cambios de rutina. Pero no todos los niños viven este proceso con entusiasmo; para muchos, significa enfrentar nervios, angustia e incluso síntomas de ansiedad.
Especialistas advierten que la presión por “adaptarse rápido” o “rendir desde el primer día” puede intensificar el miedo de los pequeños, afectando su desempeño y, sobre todo, su bienestar emocional. Comprender que el regreso a clases no es igual para todos es el primer paso para brindarles el soporte que necesitan.
Cambiar de grado, conocer nuevos profesores o sentirse expuestos a un idioma distinto pueden generar en los niños inseguridad y temor al fracaso. En algunos casos, se manifiesta con llanto, resistencia a levantarse temprano, dolor de estómago o irritabilidad.
El regreso a clases es una transición importante y puede ser una oportunidad para fortalecer la resiliencia emocional de los pequeños.
Con paciencia, comprensión y acompañamiento, los niños no solo se adaptarán mejor, sino que también aprenderán que pedir ayuda y expresar lo que sienten es parte de crecer.
Qué pueden hacer padres y educadores
Los niños necesitan sentirse capaces, pero también respaldados si se equivocan o tardan en adaptarse. Además de que es recomendable:
Escuchar y validar. Evite frases como “no es para tanto” o “ya te acostumbrarás”. En su lugar, permita que el niño hable de sus miedos sin juicios.
Mantener rutinas. Una buena organización en horarios de sueño, alimentación y estudio da seguridad y reduce la incertidumbre
Preparar el terreno. Visitar la escuela antes del primer día, conocer el aula o repasar juntos las rutinas puede disminuir la ansiedad que experimenten.
La experta
La psicóloga y terapeuta Diana Nicole Lozano explica que cuando se trata de un cambio de escuela, es importante que el niño establezca un contacto previo con las redes de apoyo a las que puede acudir.
"Es decir: quién es el director, a quién puede reportar incidentes, qué actividades extracurriculares ofrece la institución, etc. Y como los grupos ya están sectarizados entre niños, es preciso que la maestra integre al nuevo estudiante y que lo presente con todos”.
Ejemplos concretos y prácticos de recursos de apoyo
Técnicas de relajación y respiración. Dedicar cinco minutos antes de salir de casa para practicar respiraciones profundas o juegos de “inflar el globo” (inhalar y exhalar lentamente) ayuda a reducir la tensión física.
Libros y cuentos infantiles. Historias como “El monstruo de colores” de Anna Llenas o “¿Qué hago con un problema?” de Kobi Yamada son herramientas para que los niños comprendan y expresen lo que sienten.
Rutinas adaptativas. Colocar un calendario con dibujos que representen los primeros días de clases ayuda a anticipar lo que viene. Esto da seguridad y convierte la transición en algo más previsible.