Las gargantas de cientos de devotos de la Reina del Cielo se unieron para gritar a viva voz: ¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María!
Una vez más la tradición, la devoción y el fervor volvieron la tarde-noche del 7 de diciembre a las colonias Loarque y Río Grande para celebrar “La Gritería”.
Se trata de la fiesta de expresión religiosa mariana más popular de la República de Nicaragua, que se realiza en la antesala de la solemnidad en honor a la Inmaculada Concepción de María, conocida también como La Purísima.
Los portones que ahora custodian muchas de las calles, avenidas y viviendas en estos sectores, como parte del programa municipal “Barrios más Seguros”, se abrieron para permitir el ingreso de feligreses, quienes movidos por la devoción llegaron para festejar e ir al encuentro de su santa patrona.
Esta fiesta cada año tiene más arraigo entre los capitalinos, quienes le imprimen ese singular sentimiento y amor catracho que les despierta La Purisíma.
De esta manera, “La Gritería” se ha popularizado ya que a ella asisten devotos de varias colonias capitalinas, y se ha convertido en una tradición que, además, está caracterizada por la convivencia familiar y la hermandad.
Devoción mariana
Como lo marca la tradición que desde hace 32 años instituyó en la capital y particularmente en Río Grande el devoto mariano de origen nicaragüense Bayardo Urcuyo, en las viviendas se le rinde el más alto honor a la Virgen. Como un tributo a la concebida sin mancha y pecado original se elaboraron altares donde se destacó su venerable imagen.
“Ya se cumplen 32 años, es increíble ver cómo la gente se acerca para cantar, rezarle con gran devoción a mí Purísima”, expresó con emoción.
Con la ayuda de la comunidad nicaragüense establecida en Honduras, Urcuyo se encargó de contratar las bandas que amenizaron la fiesta.
Asimismo, le apoyaron en la adquisición de las imágenes de la Inmaculada Concepción, las que fueron repartidas entre los fieles con el propósito de que propaguen su devoción.
Este año se elaboraron cerca de 90 altares, en su mayoría de fieles hondureños.
Muy original el que instaló en un lugar especial de su vivienda doña Sagrario Núñez Pineda. Este altar encerró un mensaje que se orientó a pedir por la paz en Honduras.
La imagen de la Virgen Inmaculada Concepción tenía en sus manos una paloma como símbolo y anhelo de paz.
“Desde el 2,000 yo celebro con mucha devoción la fiesta dedicada a la virgen Inmaculada Concepción. Yo le pido continuamente a la madre que nos proteja y que nos permita vivir en paz”, declaró Núñez.
La noche más bella
Así como esta celebración hace que el 7 de diciembre Nicaragua viva la noche más bella, igual pasa en las capitalinas colonias.
“La Gritería”, que tiene sus orígenes a finales del siglo XIX en León, Nicaragua, se convierte en una gran fiesta con propósito de evangelizar y difundir el fervor mariano.
Mientras en las viviendas los fieles se reúnen alrededor del altar para cantar, rezar y darle vivas a La Purísima, en las calles hay algarabía.
Las famosas gigantonas, ataviadas con ropaje colorido y que son una representación de la mujer española, hacen sus tradicionales bailes.
A ellas las acompañan los enanos cabezones. Juntos realizan una danza jocosa, acompañada por la música de banda interpretada por la agrupación Tradición Cultural del Baile de la Gigantona, de León.
El baile que también es acompañado por el personaje el Pepe Contento surgió en León durante el siglo XIV y hace alusión y protesta a la época de la colonia, cuando el interés de España era esclavizar al indígena.
La celebración de “La Gritería” ha venido ha consolidar y estrechar los lazos de amistad entre dos naciones hermanas de Nicaragua y Honduras.
Una muestra de lo que representa el intercambio cultural es la tradicional “gorra”, que se constituye en las golosinas, bebidas y platillos típicos que se reparten a los visitantes que llegan a las casas.
Los nicaragüenses ofrecen bolsas con dulces elaborados a base de pinol, yuca con chicharrón y fresco de cacao, sin faltar frutas como naranja y bananos.
Mientas los hondureños ponen a disposición la gastronomía catracha con los tamalitos de frijoles, horchata y ayote en miel, entre otras suculencias.