En medio del momento frágil y ambiguo que vive la educación en la capital, la aplicación de un nuevo método de enseñanza se propone contrarrestar la histórica situación.
Y es que las calificaciones de los alumnos en materias básicas como Español y Matemáticas demuestran que en el Distrito Central los dos parámetros bases con que se mide el desarrollo educativo, cantidad y calidad, están a años luz de los estándares internacionales.
La última evaluación que realizó la departamental de Educación de Francisco Morazán reveló que los alumnos poseen un promedio de 50 por ciento en matemáticas y 57 por ciento en español.
Los expertos atribuyen esta problemática a factores como la falta de clases, situación socioeconómica de los alumnos, poco compromiso del docente, corrupción en el sistema y hasta el método de enseñanza.
La cruda realidad es que la oferta educativa todavía no cumple las exigencias de la demanda.
Según la Secretaría de Educación, en las ciudades gemelas, de los 502,482 niños y jóvenes en edades de entre cuatro a 17 años, apenas un 57 por ciento (285,572) están matriculados en el sistema educativo.
El sector más abandonado es el prebásico, ya que de los 114,914 infantes entre las edades de cuatro a seis años -óptimos para la enseñanza preescolar-, apenas 25,048 están registrados en este nivel. Esto representa una mínima matrícula del 22 por ciento.
Mientras que el nivel básico o primario mantiene cifras superiores, pero todavía mediocres, con 64 por ciento de cobertura. De 219,857 niños aptos, solo 141,514 forman parte de la masa estudiantil. Los expertos aseguran que si el panorama en cuanto a la cobertura luce desalentador, la calidad educativa sigue un telón más oscuro.
Una alternativa
El penoso 57 por ciento de promedio en español que alcanzan los estudiantes de un país cuyo idioma es el castellano ha motivado a buscar métodos mejores de enseñanza.
Desde abril pasado, la escuela Jorge J. Larach implementa un plan piloto para la su población estudiantil progrese en su aprendizaje.
A través del texto “Aprende con éxito” se cambian las reglas de enseñanza de la lengua española. La valiosa herramienta es creación de la docente del centro educativo Gladys Ondina y aplica la novedosa técnica “laser”.
La propuesta es superar la tradicional metodología de la enseñanza silábica del idioma, con un nuevo sistema para que los pequeños escolares aprendan las palabras y oraciones de una manera conceptual.
Basado en nuevos enfoques pedagógicos, el texto establece cinco áreas de acción para el alumno durante la clase: lectura, análisis, síntesis, escritura y resumen (“laser”).
Ondina explicó que así se pretende desarrollar de una forma integral las competencias de la lengua oral, lectura, escritura, reflexión sobre la lengua y expresión y creación literaria.
“Este programa eleva el nivel de las competencias comunicativas y forma alumnos con capacidades discursivas y analíticas”, aseguró la docente.
En casi tres meses de su fase experimental, el programa piloto que se aplica en escolares del primer grado registra una enorme mejoría en sus índices académicos, del 90 por ciento.
La pequeña Alison Ramírez lee ya a la perfección palabras complejas como chocolate, lechuza, mesa, sapo.
Ramírez, de seis años, es estudiante del primer grado y una de las tantas beneficiarias del programa piloto.
La niña a su corta edad, y a pesar de su timidez, refleja capacidades comunicativas.
Así como ella, sus compañeros tienen una fluidez al expresarse. “He aprendido mucho. La clase es muy divertida y entretenida, hacemos muchas cosas”, afirmó la alumna.
Bienvenido sea
Juan Antonio Medina, miembro de la Real Academia Española (RAE) y catedrático de la Universidad Nacional Pedagógica Francisco Morazán (UPNFM), expresó que cualquier alternativa en la enseñanza del castellano y en pro de la educación es bienvenida.
Detalló que el tiempo clave para enseñar el español es en los tres primeros grados, de no resultar eficiente, el niño está condenado a nunca dominar la lengua y por eso se presentan los actuales problemas en la comunicación.
Sin embargo, aclaró que debe evitarse el error de anularle el habla a los niños.
“Lo primero que hacen en la escuela es callar al niño y reprimir sus expresiones, de esa forma erróneamente nos hacen creer que la lengua es solo la escritura, la lectura y las reglas ortográficas”.
Explicó que primero se debe afianzar y cultivar la lengua hablada, luego se trabaja con la escritura y por último la lectura.
“Cuando no se sigue esta línea, se convierte en un círculo vicioso, pues el individuo tendrá problemas permanentes”, aseguró. Asimismo, recordó que solo el verdadero compromiso de los catedráticos, acompañado de adecuadas políticas, espacios y condiciones para los alumnos, podrá incidir para elevar la calidad educativa.
