De día la capital de Honduras se levanta entre los sonoros cánticos de las aves, el trajín del trabajo diario, las ventas en los mercados, las asistencias de la feligresía a misa y el contraste de joyas arquitectónicas que compiten con modernas construcciones.
Más al caer la noche, tanto Tegucigalpa, como su gemela Comayagüela, se debate entre las leyendas y los misterios, que entre los habitantes se han transmitido de generación en generación.
¿Verdad o realidad? Son los pobladores quienes aseguran ser testigos de estos hechos que a más de alguno les ha puesto los pelos de punta.
El caballo negro que cruza el Paseo Liquidámbar
Se cuenta que a pocos minutos de que se marche la noche, por la plaza Central, a un costado de catedral San Miguel Arcángel y a inmediaciones del puesto de los lustra botas, se cruza un caballo negro, que por ojos tiene dos bolas de fuego y una cola tan larga como la palma de una palmera.
El animal se cruza a todo galope por el paseo Liquidámbar, da tres vueltas, hasta que regresa al punto de partida.
Amigo, que hace usted leyendo la oración del puro
En cierta ocasión el señor Rafael Suazo, quien era miembro de la Policía Nacional, asignado al Core 7, con regularidad hacía guardia en el parque Central.
Un día consiguió la oración del puro, pues sus intensiones era tener por las buenas o por las malas a una joven que vivía en la cuesta El Chile.
Una de tantas noches y miemtras montaba guardia, buscó en los bolsillos de su pantalón la famosa para oración para leerla.
Se acomodó bajo una lámpara del alumbrado para leer sin dificultad, se puso los anteojos y entretenido estaba repsando con la vista las primeras líneas de 'puro yo te conjuro en el nombre de sa...'. cuando en eso de la nada se le apareció un hombre de traje negro, montado en un caballo más negro que el carbón que con tenebrosa voz.
Y le dijo: 'Amigo, ¿Y qué hace usted leyendo la oración del puro? ... Móntese me lo llevaré...'. Tras lo que escuchó, el policía comenzó a correr y seguido por el jinete, quien desapareció al pasar por la iglesia San Francisco.
La monja del Puente Mallol
Se cuenta que todas las noches, especialmente cuando hay luz de luna, una monja vestida con un hábito blanco, se cruza por el puente Mallol.
Quienes le ven el rostro quedan prácticamente paralizados pues es de un color amarillo hepático y cadavérico y los dientes negros. Pasa como un fantasma por encima de los carros.