Tegucigalpa, Honduras.- La aldea que antes deslumbraba por sus negocios, alegría y tranquilidad, ahora no es más que una zona repleta de lodo, vehículos soterrados, viviendas destruidas y un mar de preocupaciones.
Los residentes de Río Abajo, en el kilómetro 12 de la carretera a Olancho, entran y salen de sus viviendas tratando de remediar los estragos con palas y carretas, sin embargo, el trabajo parece no tener fin: el lodo nunca se termina y el cansancio los vuelve cada vez más lentos.
Esa es la situación en la que se encuentran Sonia Raudales, sus hijos y sus tres hermanas: “Perdimos todos los utensilios, todo lo que es área de sala, cocina, comedor, todo eso se perdió, quedó totalmente lleno, la casa quedó a la mitad de lodo y los alrededores, pero ya logramos al menos limpiar”.
Mientras Sonia conversaba con EL HERALDO, familiares sacaban carretas tras carretas de lodo que, después de dos días, aún invadían sus casas y negocios como un recuerdo latente de la tragedia que vivieron en aquel momento.
“Teníamos cerradas las puertas porque a mis hijos les da miedo el sonido de la lluvia, entonces no escuchamos nada, yo no escuché ni cuando la quebrada venía bajando, nada, ni el olor incluso”, relató la mujer, mientras recordaba el terror que experimentaron ese día.
Con los ojos cristalinos por las lágrimas que amenazaban con salir, Sonia recordó: “Todo pasó en un instante, como en 15 minutos. Eso fue horrible, horrible, yo no tengo explicación de cómo pudimos salir”.
Sonia, madre de dos niños, levantó junto con sus hermanas una cancha de fútbol para alquilarla en la comunidad y sostener a la familia.
Lamentablemente, poco quedó de este emprendimiento: la grama sintética se perdió por completo y las paredes tampoco se ven en condiciones óptimas para volver a rentar el lugar que hace unos meses funcionaba como un espacio de recreación.
“Aquí ocupamos mucha ayuda, no tenemos fuerza, no hay dinero, tienen que ayudarnos con préstamos, no sé la forma, no tengo ni idea, yo no sé cómo podamos comenzar, pero sí ocupamos mucha ayuda aquí en Río Abajo”, solicitó con firmeza la ciudadana al observar su estructura hundida en el lodo.
María Valeriano pasó por la misma situación. “Esto fue en un abrir y cerrar de ojos porque aquí no es que había llovido la gran cantidad, pero esta quebrada nos agarró de repente, no pudimos sacar nada, todo se nos fue sólo saqué a mi familia”.
La capitalina perdió todo: su casa y las pertenencias que habían dentro de ella, la naturaleza no les permitió prepararse para todas las pérdidas que en este momento los agobian.
“No esperábamos esto, porque esto no había sucedido antes, ni en el Mitch, en ese año nos salimos de las casas solo por prevenir, pero no fue porque el agua llegó hasta allá”, aseguró Raudales, aún impactada por todo lo ocurrido.
Pese a que el panorama no es esperanzador, Sonia se mantiene positiva: “Yo les digo a mis hijos que lo importante es que nosotros no nos fuimos, que sigamos adelante, nada de tristeza, solo digamos al señor: 'Gracias, Señor, porque nos está pasando'”.
Elementos de la Policía Militar y la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC) permanecían este domingo en la zona del desastre levantando escombros. Además, se les proveyó de insumos básicos, como colchonetas, comida y ropa.
Las autoridades municipales prometieron remodelar la zona y trabajar en obras de mitigación para evitar que un desastre de este tamaño vuelva a ocurrir, sin embargo, no les dieron fecha de los trabajos.
Los vecinos estuvieron de acuerdo en que esperan que las promesas se materialicen y no se queden en mentiras, ya que en estos momentos urgen ayuda y solidaridad.