Cinco años después, los capitalinos continúan pagando la cuota del desastre que la compañía española Elsamex dejó en el tramo carretero Tegucigalpa-Danlí.
Y es que, de bienvenida, los más de 10 mil hondureños que según un estudio de tránsito de la Alcaldía Municipal ingresan a la capital por el Oriente, encuentran un enorme tapete de baches y ríos de aguas grises y negras, en lugar de calles con estándares de calidad.
El calvario lo comparten a diario los cerca de 30 mil capitalinos que habitan en los barrios aledaños como la Villa Nueva, Los Pinos y Villa Vieja.
El congestionamiento vial que se forma producto del desorden que impera en este punto cardinal, sumado a las pésimas condiciones de apenas tres kilómetros del corredor vial se traducen en elevadas pérdidas para los conductores.
Según los cientos de afectados, el recorrido que en condiciones normales se haría en tres minutos, actualmente se cuadruplican a 12 minutos.
El equipo de la sección Metro de EL HERALDO
corroboró la versión de los molestos vecinos del sector. Al hacer el ejercicio del recorrido se invirtieron 13 minutos desde la Villa Nueva al sector de Villas del Sol.
El lento y desordenado tráfico no es por exceso de vehículos, sino por la cantidad de hoyos que obligan a los conductores a transitar a vuelta de rueda.
Secuelas de un fraude
El desastroso estado de este tramo es consecuencia delcontroversial contrato de pavimentación carretero Tegucigalpa-Danlí, que el gobierno otorgó a Elsamex en 2007 por un monto de 18 millones de dólares, equivalentes a 340 millones de lempiras.
Las precarias condiciones en que las lluvias de 2003 habían dejado la zona, además de ocasionar tráfico, ponían en riesgo la vida de los conductores.
Un rosario de excusas presentó la empresa para no operar dentro de la fecha estipulada y cambiar el diseño de la obra, mientras que exigía mayor financiamiento, para “ampliar” el proyecto que pavimentación de 93.4 kilómetros.
Al término de la obra, la compañía no había cumplido el cronograma ni con las normas técnicas ni de calidad.
De los 12 centímetros de grosor de la capa asfáltica prevista, solo se colocaron seis centímetros, por lo que la zona a los dos meses ya se había desgastado y requería de bacheo.
Los copiosos inviernos de los últimos cinco años han hecho severos los daños.
Infernales tres kilómetros
La salida a Danlí es un caos. Son solo tres kilómetros de longuitud, los suficientes para hacer colapsar la vía y paralizar el desarrollo de la capital.
Y es que si la media hora promedio que invierten los 30 mil conductores en la zona se traduce en efectivo, a diario se pierden 420,000 lempiras al estancarse en el tramo.
“Este tiempo que la gente pasa varada en un tráfico cuando podría estar produciendo es irrecuperable y daña las economías”, opinó Erasmo Padilla, experto en movilidad urbana.
Don Bernardino Ávila, vecino de Villa Nueva, vive en carne propia esta odisea diaria.
El humilde capitalino, que conduce un pick-up 22R, asegura que los tres minutos en que podría recorrer el tramo se le alargan a agónicos 30 minutos.
“Un pick-up de estos recorre 30 kilómetros por galón de combustible a una velocidad constante, pero al estar parado implica un doble gasto”, comentó.
Los estudios de movilidad señalan que un motor atascado en un tráfico consume un 30 por ciento adicional.
El consumo de don Bernardino se eleva a 26 lempiras diarios que, multiplicados por los seis días laborales resultan 156 lempiras semanales. Al cabo de un mes, este capitalino invierte 620 lempiras en su recorrido de seis kilómetros, ida y vuelta.
“Se supone que el carro es un recurso, pero en estas condiciones me sale mejor caminar”, expresó el afectado.
Desde el comienzo de la ruta, accediendo por el bulevar Fuerzas Armadas o por el Anillo Periférico, hasta la Villa Nueva, los conductores caen en una atmósfera de eternidad en la que impera un desorden vehicular.
“Es una barbaridad, para nosotros es un golpe económico, pues nos tardamos mucho, hasta una hora manejando por aquí”, señaló Arnaldo Sierra, un transportista.
A criterio de Kemel Ordóñez, vocero de la Dirección Nacional de Tránsito (DNT), en estos tramos no sirve de nada colocar un agente si no hay obras de infraestructuras adecuadas.