Tic Tac

Reynaldo Ekónomo en Tic Tac esta semana: 'Muchas veces he cometido excesos en la política...”

FOTOGALERÍA
01.06.2018

Tegucigalpa, Honduras
Hijo de griego ateniense y producto de la misma sangre caliente del barrio Cabañas, al pequeño alumno Reynaldo Ekónomo le apasiona la clase de Historia en el colegio.

“Me llamaba la atención todo lo que se estudiaba de la Antigua Grecia, quizá por el origen de mi apellido”, recuerda hoy Ekónomo -“no hay otro Ekónomo en política”, aclara con su peculiar tono de voz-, sentado en su curul del Congreso, hasta donde llegó con 43 años tras dos elecciones frustradas.

En el barrio juega a ser Pelé, su ídolo del fútbol, y en las reuniones con los aleros el popular “Banita” empieza a conocer el amor por los colores blancos. “Crecí escuchando a un Olimpia campeón, ganando títulos internacionales”, confirma en la antesala del hemiciclo la teoría que llevó a la práctica a este abogado de madre cachureca que alguna vez pasó por las graderías del Morazán bufando su amor por el “León”.

- Quién iba a creer que de saltar alentando al Olimpia ahora sos uno de los 128 diputados del país, ¿eh?

- Imagínese. Me acuerdo que en 1989 nos juntábamos en el colegio Pedro de Alvarado con Roberto Leiva, José Alfredo Jiménez, Leandro Valladares, Arnold Martínez... después llegó Filadelfo Canales. Pero los más viejos éramos Roberto Valladares, el “Pinta” y yo. Ahí es donde nace la Ultra Fiel.

- O sea, estamos hablando con uno de los fundadores de la barra del “Albo”.

- Sí. Fíjese que le pusimos Ultra por la barra del Real Madrid y Fiel por la Gavioes da Fiel, torcida de Corinthians. Empezamos en Sol Este, pero después tuvimos unos problemas y entonces nos apoderamos de Sol Sur.

Luego la mayoría de esos muchachos empezó a estudiar y al mando de la barra quedó Jiménez, alias el “Abuelo”, quien ya falleció...

Ya han pasado muchos años desde entonces y el Ekónomo que atiende a EL HERALDO tras hablar con una gente que lo espera desde la mañana, pide tiempo antes de iniciar la sesión de fotos en la que es su nueva casa desde enero de este año.

“Me maquillo para atenuar el brillo de la cara... pero soy bien macho”, bromea ante la mirada de su asistente Patricia Morel, quien le lleva la agenda diaria. En medio de la misma, pedimos permiso a sus dos paletas en forma de dientes delanteros para escarbar en la vida de un sampedrano bien sampedrano.

Bien te podemos decir “Ekonomus” el Ultra, entonces. Contanos, Reynaldo, ¿cómo fue la vida por Cabañas allá en SPS?
Tuve una infancia feliz, con pobreza y grandes necesidades, pero feliz. Para que mis ocho hermanos y yo pudiéramos comer, estudiar y graduarnos mi mamá tuvo que salir a vender queso en la cabeza casa a casa; había días que comíamos, había días que las cosas eran difíciles, pero aunque alguna vez pudo haber hecho falta comida en la mesa, jamás faltó el amor y la generosidad de mi madre, doña Enma Delia Fúnez.

¿Tuviste que trabajar de cipote alguna vez?
¡Claro! Mi mamá tuvo puestos en el mercado y ahí le ayudábamos a vender. Hicimos de todo para sobrevivir.

Para sobrevivir y jugar con la pelota, ¿no?
¡Uf! Jugar potras en los recreos de la escuela y luego tomar agua de la llave. Uno la sentía tan rica... ja, ja... Los recreos de antes eran más divertidos: jugabas, te ensuciabas, corrías, no había celulares ni iPads y a los amigos les hablabas a los ojos, no por chat.

¿De qué jugabas?
Era el delantero. No corríamos mucho, pero metíamos goles... ja, ja, ja.

A la vigiona, como dicen en el barrio.

Algo así. Solo me acuerdo de un atacante uruguayo que tenía Olimpia en los años noventa: Carlos Laje. ¡Uf! Pasaba metido en el área, pero bola que le llegaba era gol seguro.

“Banita” fue creciendo y cuando dejó de ser niño el mundo le mostró el camino del amor. Existía una mujer en el colegio de enfrente que lo traía loco. “A mi actual esposa la conocí desde pequeño, me gustaba pero nunca más nos volvimos a ver hasta la secundaria; ella en un colegio y yo en otro. Le hablé y no me habló, pero como me gustaba tanto me propuse conquistarla. A mí no me digan que no se puede porque yo lo intento igual”, revela.

¿Y cómo fue que la enamoraste, entonces?
Fue complicado porque no me paraba bola, yo no le gustaba a ella. Pero insistí tanto hasta que me dijo que sí. Creo que me dijo que sí porque la cansé... ja, ja, ja... pero luego ese sí se convirtió en un sí eterno, la llevé al altar y ya tenemos 15 años de casados.

Por esa misma época imagino que te empieza a gustar el tema de la política. ¿Fue así, Reynaldo?
Todo empezó por la Ultra Fiel, tenía unos 17 años.

El dueño del Olimpia Occidental nos llamó para apoyar al equipo. Para ese entonces él era candidato a diputado y pues por ahí también comenzamos a involucrarnos en política. ¿Nacionalista? Eso viene desde la casa, mi mamá es nacionalista de siempre.

Comenzabas a conocer ese mundo, ¿no?
Sí. Ya después me presentaron al abogado Oswaldo Ramos Soto, quien también me despertó el hambre por estudiar derecho. Por ahí me fui metiendo a la política de lleno.

Supongo que hay alguna historia que te quedó marcada en tantas visitas a barrios y colonias, ¿no?
En el barrio Asentamientos Humanos hubo una que cambió mi vida: llego a una casa y encuentro a un niño de tres años llorando de hambre y a su hermano de siete cuidándolo, pero sin saber qué hacer.

¿Qué cree? Vivían solos con su abuela, que había salido a vender aguacates y regresó asaltada, sin dinero. Debemos acercar la brecha entre los que tienen y los que no. Con mi equipo de campaña ayudamos a esta familia.

Pero igual se recetaron un aumento de sueldo de un 100 por ciento. ¿Es justo?
Es justo para el que viene a trabajar y le responde a su gente, para el que lleva ayudas sociales. Si el pueblo desea que no sea así el salario, respetaremos, pero yo siento que los que trabajan de verdad se merecen el aumento.

¿Cómo dividís el tiempo para que te ajuste: sos diputado, padre de dos niños y abogado penalista?
Todo el lunes atiendo mi bufete. Los martes, miércoles y jueves vengo al Congreso. El jueves en la noche me regreso a mi casa porque le prometí a mi esposa que solo dos noches iba a dormir fuera de casa.

El viernes atiendo los temas políticos en el departamento de Cortés y sábado y domingo hago espacio para mis hijos Nayomi y Felipe Nabil.

Ahí botás el estrés.
Sí. Le cuento que mi esposa, mis dos hijos y yo practicamos artes marciales, pero lo hacemos en grupo. Como no paso mucho tiempo con ellos pues practicando esta disciplina me permite conocerlos, estar con ellos y educarlos para que respeten a todos por igual.

¿Y cómo te va con los senséi y con los shihan?
Nos entrena Marco Tulio Díaz, uno de los senséi más conocidos de San Pedro Sula y de Honduras. Nos enseña mucha disciplina, pero también valores; estoy en cinta marrón y he ganado algunos combates y le informo que en octubre vamos a ir todos a Japón a competir y en noviembre nos visitará el senséi de mi senséi.

¿Ya no jugás al fútbol?
También. Hace poco estuve en el Santa Cruz Gol y metí una diana. La vez pasada jugamos contra los periodistas y me pusieron en la defensa, me tocó marcar al hijo de Esdras Amado López, era un rayo que ni lo miraba pasar... ja, ja, ja.

Se te fue como el dinero que invertiste en dos campañas políticas fallidas.

Algo así. He tenido un enorme gasto económico y siento que muchas veces he cometido excesos en política, he gastado demasiado dinero... y lógicamente después viene el reclamo de la esposa, de la familia, por el dinero y por todo el tiempo que se pierde.

Reynaldo Ekónomo pidió la palabra y habló. Presentó una nueva moción. Dentro de cuatro años Cortés será el encargado de juzgar a este hincha del Olimpia y amante de las artes marciales...