Honduras

Dramática historia en Honduras: 'Tía, ¿dónde está mi mami? ¡En el cielo, amor!”

Un loco del volante acabó con la vida de una humilde mujer que se dedicaba todos sus día a barrer las calles para poder sacar a su hijos adelante

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03.08.2016

Tegucigalpa, Honduras
-Tía, ¿dónde está mi mami?
-¡En el cielo, amor!

Esa es la única respuesta que puede darles doña Seferina a la pequeña Esther de dos añitos de edad y a sus otros cuatro hermanos, quienes a diario preguntan por la mujer que los trajo al mundo, pero que el destino se las quitó demasiado rápido.

Eran las 2:30 de la tarde del domingo 15 de julio, cuando nos alistábamos con el equipo de producción de EL HERALDO para salir en busca de Francisca Torres Aguilar (41), una mujer que cargaba un canasto de frutas y verduras y recorría toda la colonia Independencia de la capital hondureña para ofrecer sus productos y así darles de comer a sus cinco pequeños hijos. ¡Sinceramente era una mujer de admirar!

Sin embargo, a nuestra cuenta de Facebook cayó un mensaje donde nos informaban de una aterradora noticia: Francisca, la admirable mujer, se debatía entre la vida y la muerte en la Sala de Emergencia del Hospital Escuela Universitario (HEU) y dos de sus pequeños vástagos también estaban graves en el Materno Infantil.

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Hoy tratan de salir adelante junto a la ayuda de su tíos quienes los han acogido para brindarles un amor de familia y ayudarles en lo que puedan.

La cara angelical de los pequeño muestra la tristeza que los envuelve al saber que su querida madre ya no estará más con ellos.
El pensamiento se nos nubló un momento, el corazón nos comenzó a latir más rápido y nuestra mente nos pedía la respuesta de qué había pasado. Quedamos mudos y sorprendidos por un largo momento e inmediatamente buscamos la información.

Nos comunicamos con la hermana de Francisca, doña Seferina Aguilar, y ella nos comenzó a relatar el triste episodio que vivió su hermana, quien murió siete días después de estar en estado de coma en una cama de hospital.

Según nos contaron, doña Francisca se levantó muy de mañana como era su costumbre, les preparó una tacita de café a la pequeña Esther (2), a la risueña Marbeli (6), al terrible Milton (10), a la dulce Rixi (13) y al mayor de sus retoños, Emerson (15).

Solo minutos después, se despidió con un “los quiero” de tres de sus cinco hijos, mientras se echó en brazos a la bebé de dos años y tomó de la mano a la de seis. Salió un poco apresurada, también cargando su canasta para surtirse de productos y volver en horas de la noche hasta un humilde cuarto que alquilaba para traerles un bocado a sus pequeños.

No obstante, doña Francisca nunca se imaginó que aquella despedida que les daba a sus hijos iba a ser la última y que ellos jamás volverían a darle un abrazo, un beso o un “te amo” antes de dormir o de partir para la escuela.

Los hechos
Cuando doña Francisca salió de su morada, el día transcurría tranquilo, compró las frutas y verduras que iría a vender; sin embargo, el reloj marcó las 11:30 de la mañana del domingo 15 de julio y la desgracia tocó su puerta y sus sueños de sacar adelante a sus hijos se habían esfumado por culpa de un “loco del volante”.

“Un bus a ella le dio la pasada, cuando se disponía a cruzar, el otro muchacho venía a toda velocidad -supuestamente con el celular en la mano-, ella como pudo lanzó a Esther y a Marbeli a la orilla de la calle, pero ella recibió todo el impacto”.

“Cuando yo llegué, yo me arrodillé ante ella, yo le preguntaba '¿qué le pasó?', pero no me contestaba. Yo lloraba y le sobaba el pecho, su corazón aún latía. Ella sangraba de su nariz y boca; yo le toqué su cabecita y estaba toda hundida y echando sangre. Yo grité ¡ayúdenme por favor, mi hermana se está muriendo!”, recordó doña Seferina mientras sacaba fuerza para que las lágrimas que inundaban sus ojos no rodaran por su rostro.

Minutos después del suceso y tras el grito de ayuda de doña Seferina, el implicado en el accidente subió a la paila del vehículo a doña Francisca y a sus dos hijas para llevarlas al HEU, donde fue atendida rápidamente con la ayuda de una mujer policía.

De inmediato, los médicos comenzaron a realizar sus labores; sin embargo, la paciente no respondía -se encontraba en estado de coma- debido a un traumatismo en el lado derecho de su cerebro, donde recibió la mayor parte del impacto al ser atropellada por el carro.

Ante el mal estado de salud de su familiar, Seferina y sus hermanos rogaban por la pronta recuperación de doña Francisca, aunque siete días después, el milagro anhelado no llegó y los médicos del principal centro asistencial del país les dieron la noticia que ellos no querían escuchar: “Su hermana acaba de morir”.

Cinco niños huérfanos
El llanto y la tristeza se apoderó de ellos. ¿Qué le iban a contar sus sobrinos?, en especial a las pequeñas Esther y Marbeli, quienes se recuperaron satisfactoriamente de los golpes y que vivieron en carne propia la agonía que sufrió su madre en aquella calle del bulevar del Norte donde se produjo el fatídico hecho.

Hoy, la sonrisa de aquellos pequeños luce apagada; es obvio, la mujer que un día los trajo al mundo y que les brindó amor y toda las fuerzas de su alma para sacarlos adelante sin ayuda de nadie, ya no está con ellos, partió a un lugar mejor y ahora los cuida desde el cielo.

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La inocencia de las dos pequeñas corta un poco su dolor, sin embargo, para los otros tres, quienes ya comprenden qué fue lo qué pasó, su día se vuelve gris; sus noches se llenan de insomnio y sus ojos les arden de tanto llorar al saber que su mamá partió de este mundo y ya no volverán a verla.

Doña Francisca también fue padre de sus hijos, nunca contó con la ayuda de un hombre, trabajó de sol a sol cada día de la semana para pagar el alquiler del cuarto donde dormían sus retoños y darles de comer, así como enviarlos a la escuela.

Los cinco pequeños, quienes nunca tuvieron padre, a partir de la muerte de su mamá quedaron huérfanos, pero no solos, porque doña Seferina, su esposo y sus hermanos están unidos para brindarles el amor que necesitan.

No obstante, aunque doña Seferina lucha cada día para alimentar a sus sobrinos y sus propios hijos, estos angelitos necesitan la ayuda de personas de buen corazón para poder lograr sus sueños de convertirse en profesionales de bien y que su madre se sienta orgullosa de ellos desde el cielo.

Aunque su madre ya no está cerca de ellos, saben que los cuída noche y día para que salgan adelante.

Aunque su madre ya no está cerca de ellos, saben que los cuída noche y día para que salgan adelante.
¿Y qué pasó con el responsable?
Entre la angustia que embargaba sus almas, los familiares esperaban que las autoridades realizaran las investigaciones respectivas contra la persona que atropelló y le quitó la vida a la humilde mujer, pero al parecer esto aún no ha pasado y el implicado sigue libre a pesar de que la Policía lo arrestó en el momento.

De acuerdo a la familia Aguilar, han estado llamando, pero el teléfono suena apagado y nadie les ha dado respuesta del paradero de responsable, quien dejó a una familia destruida y a cinco niños sin su ángel guardián, como lo era su madre.

Al parecer, a la diosa Temis le bajaron el pañuelo de sus ojos y se ha acostumbrado a hacer justicia solo con los más pobres; mientras los peces grandes a?n continúan indomables en una justicia sin justicia.