Tegucigalpa

Mary, la hondureña que la tragedia la convirtió en una heroína

ELHERALDO.HN les presenta la historia de esta mujer que lucha por dar a sus hijos buena educación tan solo vendiendo bolsas con agua en las calles del centro de Tegucigalpa

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17.02.2016

Tegucigalpa, Honduras
De piel trigueña, baja estatura, con apenas 43 años, pero una apariencia mayor debido al cansancio de las más de 12 horas que dedica a estar en las calles vendiendo para darle alimento, abrigo y estudios a sus hijos. Mary, no pierde la esperanza de algún día su vida cambie para siempre.

Ni las condiciones del clima, ni las horas son un obstáculo para que Sonia Maribel Ávila, luché a diario por un futuro mejor. 'Mary' como le conocen sus clientes, narró a ELHERALDO.HN la dramática historia que desde muy joven atravesó, luego de ser víctima de una violación y la falta del empleo que afecta a dos de cada tres hondureños.

Vendiendo agua en las calles, esta mujer hondureña nunca pierde la esperanza que un milagro llegue a su vida y que todo el drama que ha atravesado a lo largo de los años termine siendo un final feliz.

El esfuerzo por salir adelante ante las adversidades de esta humilde mujer siempre se ve acompañado de sus dos pequeños hijos, Jorge (12) y Christopher (8), quienes son sus compañeros de lucha sin importar los ruedos de la vida. Mientras su madre vende junto a sus hijos, estos aprovechan el tiempo haciendo las tareas en la calle.

Los días fríos son los peores para este hondureña porque asegura que a la gente no le gusta tomar agua. (Foto: Emilio Flores)



Busca fuerzas en lo alto
Con desagrado y mucha nostalgia, recuerda haber sido ultrajada por varios sujetos en su natal Danlí, El Paraíso. Producto de esa violación procreó su primer hijo.

Poco tiempo después vivió uno de sus peores momentos, cuando su esposo falleció de una infección pulmonar a causa del continuo uso de acetileno (gas utilizado en trabajos de soldadura).

Desesperada por sacar adelante a su vástagos, Jorge de cinco años en ese entonces y ya con su segundo hijo Christopher de meses de nacido, buscó la ayuda de las personas más cercanas, su hermana, quien la echó de su casa al poco tiempo y su madre que no la aceptó de vuelta por no tener en ese entonces como ayudarla económicamente.

“Yo solo quería que me los cuidara mientras me regresaba a Tegucigalpa a buscar trabajo”, relata. Pero la ayuda no se dio y tuvo que volver con sus dos criaturas, con tan solo la ropa que tenían puesta y buscando un lugar donde pasar la noche.

Agregó que “en esos momentos de desesperación, como siempre he sido devota y he creído mucho en Dios, yo le pedí al Señor que me diera fuerzas para poder sostener a mis hijos”.

Foto: El Heraldo



Su persistencia le permitió encontrar un trabajo en un hotel, en Comayagüela donde lavaba la ropa de cama a cambio de un techo para su pequeña familia. “En realidad la experiencia que yo tengo es en hotelería, de ese oficio lo sé hacer todo, trabajé por siete años en el hotel Moderno de Comayagüela, pero cerró, entonces ya no pude seguir. Yo tengo las constancias por si lo quieren comprobar”.

Sin un techo donde vivir, las condiciones la obligaron a dormir en los pasillos del Hospital Escuela Universitario (HEU). Las largas noches, pasaban entre sueños y agonía. Incluso, la suerte parece que la dejó abandonada. Entonces en ese lugar fue objeto de amenazas cuando un desconocido intentó robarle su hijo.

Mary, relata entre lágrimas, que sentía repetir otro de los malos episodios en su vida, por lo que optó en pasar varias noches en vela, cuidando que nadie le robara a sus hijos dentro del centro hospitalario, que por un tiempo convirtió en su hogar.


“10 pesos” que cambiaron su vida
Según relata, la madre soltera, un extraño se le acercó uno de esos días en los que se refugiaba en el hospital y le dijo, “mire tome estos 10 ´pesos´ (lempiras) para su hijo”. Ella muy agradecida, cuando no tenía dinero, le pidió a Dios una señal para salir adelante. La respuesta fue casi inmediata.

Interrumpe su plática y con un nudo en la garganta dice... “no sé quién habrá sido la personas que me ayudó pero dónde quiera que esté le lanzo bendiciones”.

En ese momento, mientras caminaba por las calles del Centro de Tegucigalpa, vio la luz. Un hombre se encontraba vendiendo agua en la calle, era un día caluroso, recuerda Mary... por lo que ella le preguntó qué cuánto costaba ese paquete con bolsas de agua. Él le dijo “10 pesos”.

Sin dudarlo, la compró y asegura que vendió y vendió, siempre cargando a sus dos pequeños, hasta que consiguió dinero suficiente para pasar la noche en un hotelito barato y comprar algo de comida. 'Ah... y una mudadita', dice ahora con orgullo.

Jorge Ávila (12) y Christopher Ávila(8) acompañan todos los días a su madre después de asisitir a la escuela.


Busca opciones para sobrevivir
Maribel Ávila, además de vender agua, se ha dedicado a lavar ropa y asear casas ajenas para sobrellevar a vida que sin lujos les da a sus hijos. “Quiero que sean estudiados para salir de esta pobreza”, platica con esperanza.

Es por ello, que confiesa que sus sacrificios han tenido frutos, pues cuando habla de sus chiquitines se percibe el amor que tiene por ellos.

Mary los describe, “Jorge es muy inteligente, 'turbio' (bueno) para las sumas, Christopher en cambio, es terrible, pero muy aplicado en la escuela”.

Señaló que lo poco que consigue, los días que no lava ni limpia casas, lo ahorra para tener el dinero justo para pagar la renta de un cuarto en el barrio El Chile en la capital donde paga 600 lempiras mensuales, sin contar el agua y la luz.

Esta luchadora mujer, expresó que a pesar de la triste vida que ha llevado y que sin recibir el apoyo de su mamá, siempre que puede le lleva a sus nietos, y le da un poco de dinero.

Con su honrado trabajo, Maribel ha logrado sacar adelante a sus hijos, quienes actualmente se encuentran estudiando por la mañana en la escuela Francisca Reyes y por las tardes, para no tenerlos tanto tiempo en las calles, asisten a la institución Mercedes Agurcia donde aprenden computación, lenguas y artes visuales.

Sueña con una casita
Con un gran esperanza y aferrada a Dios, Maribel cuenta que espera algún día el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, se entere de su historia y le ayude con un techo digno para sus hijos.

“A mí me gustaría que me dieran una casita, y ojalá me la dé en el nombre de Jesús, pues sé que el presidente que es una persona que conoce del Señor y sé que él ha ayudado a mucha gente porque sé que él no es mala persona. Sé que tiene un buen corazón, si él me puede ayudar a mi yo quiero que me dé una casita”.

O por lo menos, afirmó que espera que alguien le ayude para conseguir un cuarto en otro lugar que este a su alcance.

“Yo siempre le pido al señor que me abra puertas, yo salgo a buscar cuarto por un lado, por otro lado pero no encuentro algo barato solo de dos mil lempiras para arriba y yo le pido a Dios una colaboración para que alguien me ayude con un hogar más estable para mis hijos” porque teme que parte de la crisis social del país afecte.


“A mis niños les roban la ropita que tienen, porque no tengo ninguna seguridad, los zapatos que andan puestos son los únicos”, expresó.

El caso de Mary y sus dos hijos pequeños, es uno de los tantos que en Honduras deben enfrentar las madres solteras que sacrifican su vida por mejorar las condiciones de su entorno familiar con trabajo duro, poco remunerado, pero ella decidió ser la excepción y no seguir un camino equivocado para subsistir.

Sin duda alguna, Mary es un ejemplo de mujer luchadora, que ha sabido sobrepasar cada obstáculo en su vida con valentía, motivada únicamente por el amor a sus hijos y su fervor a Dios.

NOTA: Si usted desea ayudar a Mary puede contactarla a este número 9635-00-58

Mira aquí las FOTOS de esta madre hondureña