La elección que hizo a Antonio Villaraigosa el primer alcalde hispano de esta ciudad desde 1872 confirmó el poder de una creciente población hispana y convirtió al antiguo tipo duro del barrio en uno de los políticos latinos más conocidos de Estados Unidos.
Ocho años después, con la desaparición de esa barrera histórica para alcanzar la alcaldía, los temas de raza y etnia casi no se han tocado en la campaña para reemplazarlo. Los gritos de '¡Sí se puede!' que siguieron a la campana de Villaraigosa en 2005 hace tiempo que ya no se escuchan.
Este año Los Angeles pudiera elegir a su primera alcaldesa, a su primer alcalde judío o al primero abiertamente gay, ninguno de ellos hispano. Los temas que han dominado la campaña son el 10,2% de desempleo, una propuesta de aumentar el impuesto a las ventas, el control de los sindicatos municipales y los problemas en las escuelas.
'Estas cosas hacen historia al ocurrir por primera vez y luego se convierten en la norma', dijo Robert Hertzberg, ex presidente de la Asamblea de California y otrora candidato a la alcaldía de Los Angeles, quien comparó la victoria de Villaraigosa con la histórica elección una generación antes de Tom Bradley, el primer y único alcalde negro que ha tenido la ciudad. 'El péndulo oscila'.
Tony Zapata, un pensionado y vecino desde hace mucho tiempo de la zona predominantemente hispana donde Villaraigosa estudió secundaria, votó por él y dijo que el barrio se enorgulleció del éxito de uno de los suyos.
Pero esa relación se deterioró. Zapata dijo que los sentimientos fraternales se echaron a perder después que el alcalde rechazó tres veces las invitaciones de veteranos de guerra locales que le pidieron asistiera a eventos suyos.
Esta vez Zapata apoya al concejal Eric Garcetti porque le impresiona el desarrollo logrado en el distrito de Garcetti, no sus lazos familiares hispanos.
La raza o etnia de un candidato 'no me preocupa', dijo Zapata, de 68 años, un fornido veterano de la Guerra de Vietnam. Después que Villaraigosa ganó la alcaldía, 'nunca más lo volvimos a ver'.
Los comicios del 5 de marzo se libran en momentos en que la segunda ciudad más grande del país está en una encrucijada.
Hay cosas positivas. La delincuencia ha bajado, nuevos apartamentos y restaurantes han atraído a profesionales jóvenes a la descuidada zona del centro y un breve incremento en la construcción de vías de comunicación busca agilizar el tránsito en las atestadas carreteras.
Pero la recuperación de la recesión ha sido lenta, el aumento del costo de las pensiones y los servicios médicos para los jubilados del gobierno amenaza los fondos necesarios para reparar baches en las calles y podar árboles, y la tasa de deserción escolar y el costo de la vivienda permanecen alarmantemente elevados.
'La capacidad del gobierno municipal de prestar servicios que mejoren la calidad de vida de los vecinos ha bajado', escribió el administrador municipal Miguel Santana en un informe este mes.
Los habitantes de Los Angeles parecen listos para elegir a un administrador común y corriente después de años del estilo energético, aunque a veces inconstante, de Villaraigosa, y de titulares en los periódicos sobre sus aventuras románticas y su amistad con celebridades. El demócrata y ex legislador se ha mantenido a distancia de la campaña para escoger a su sucesor.
Después de la elección de Villaraigosa 'hubo pronósticos de que pasaría mucho tiempo antes de que tuviéramos otro alcalde blanco', dijo Franklin Gilliam, Jr., decano de la Facultad de Asuntos Públicos de la Universidad de California en Los Angeles. Pero Villaraigosa 'no ha escogido, o no ha podido escoger a un heredero aparente' dentro de la comunidad hispana.
Se pronostica una pobre asistencia a las urnas. La mayoría de los vecinos probablemente podría nombrar a más candidatos al Oscar que a aspirantes en la boleta electoral.
La campaña poco llamativa de varios veteranos del Ayuntamiento y de un republicano con pocas probabilidades de ganar casi seguramente terminará en una segunda vuelta electoral entre dos candidatos, puesto que las divisiones en las intenciones de voto hacen poco probable que ningún candidato consiga la mayoría necesaria en la primera vuelta.
Esa elección de desempate sería el 21 de mayo.
El alcalde de Los Angeles controla un presupuesto de más de 7.000 millones de dólares, pero es un despacho notoriamente débil ante el poderoso Concejo Municipal. A diferencia de otras grandes ciudades como Nueva York, el alcalde de Los Angeles no puede nombrar directamente al jefe de las escuelas públicas ni al de la policía.
Eso ayuda a explicar por qué algunos políticos hispanos importantes buscan empleo en otra parte que no sea el Ayuntamiento. Hilda Solís, ex secretaria federal del Trabajo, es una probable candidata a supervisora del Condado Los Angeles, mientras que el senador estatal Alex Padilla, demócrata por esa ciudad, se considera un prospecto para un cargo estatal, por ejemplo.
Buena parte del destacado apoyo hispano que ayudó al alcalde saliente a ganar dos veces ha pasado a una mujer blanca casada con un judío del Valle de San Fernando, la contralora Wendy Greuel, demócrata de 51 años.
Greuel está en una campaña reñida con Garcetti, otro demócrata con antecedentes judíos por parte de su madre, raíces italianas y mexicanas por parte de su padre, y que con frecuencia echa mano a su herencia hispana y del hecho de que habla español.
Pero Garcetti, de 42 años, tiene un perfil muy diferente al de Villaraigosa, quien creció en un núcleo familiar con problemas y en las duras calles de la zona al este de centro, y que alguna vez tuvo un tatuaje que decía 'Nacido para crear problemas'. Garcetti, hijo de un ex fiscal de distrito, estudió en una conocida universidad del noreste y ganó una beca Rhodes. El candidato procede del exclusivo enclave de Encino, en el Valle, y disfruta tocar jazz en el piano.
La identidad hispana de Villaraigosa fue fundamental para su victoria en 2005 sobre el titular James Hahn, hijo de un clan político irlandés. Villaraigosa ganó con una asistencia récord de los hispanos a las urnas, pero también logró un apoyo significativo de una amplia gama de grupos demográficos y geográficos. En 2009 fue reelegido con facilidad, aunque no por mayoría aplastante.
La diversidad en la población de la ciudad —se hablan 93 lenguas en el Distrito Escolar Unificado de Los Angeles— es hispana aproximadamente en un 50%. Sin embargo, se espera que los latinos emitan sólo el 25% de los sufragios en los comicios, puesto que una gran parte de esa población no tiene edad para votar, carece de la ciudadanía estadounidense o no está empadronada. Los negros y los asiáticos constituyen cada uno aproximadamente el 10% de la población, y el resto son blancos.
La esperada pobre asistencia a las urnas hace probable que ocurran sorpresas, lo que elevaría el papel de la concejal demócrata Jan Perry, de 57 años, negra y judía, y del ex fiscal Kevin James, de 49 años, un republicano y conductor de un programa de radio que es abiertamente gay. Emanuel Pleitez, de 30 años, ex ejecutivo del sector tecnológico e hispano, también está en la boleta.
En la era posterior a Villaraigosa, los electores hispanos 'han ido más allá de tener a un candidato latino a la alcaldía, o (la necesidad) de tener uno', dijo Jaime Regalado, ex director ejecutivo del Instituto Pat Brown de Asuntos Públicos de la Universidad Estatal de California en Los Angeles.
'Los electores hispanos de Los Angeles han madurado hasta cierto punto', dijo Regalado. 'Ese umbral ha sido superado'.