Las aguas negras que fluyen por las calles de los barrios y colonias, bulevares y avenidas de la capital han ahogado las inversiones de decenas de capitalinos.
El foco de contaminación que crean los borbollones de aguas contaminadas lapidaron ya seis negocios en el barrio Lempira y amenazan con cerrar las puertas de muchos comercios en otras zonas.
Julián Aguilar, propietario de un negocio en el sendero 14B, entre la octava y novena avenida del barrio, asegura que su tapicería permanece en estado de coma.
“Llevamos dos años soportando el hedor, contaminación y las enfermedades producto de este problema que parece una misión imposible de resolver para las autoridades del SANAA”, manifestó.
Don Julián asegura que en unas semanas él se unirá a los microempresarios que dejaron a un lado sus deseos de superación, pues las aguas negras han alejado a los clientes.
“Esta situación es insoportable, aquí han desfilado técnicos del SANAA y la Alcaldía y a la fecha solo se tiran la pelota y nunca resuelven nada, hasta que haya una epidemia van a reaccionar”, afirmó.
Como él, decenas de familias se ven obligadas a cruzar todos los días a saltos, las calles para no caer en un charco pestilente.
Los abonados denunciaron que cada vez que ponen la denuncia en los números de emergencia, los empleados del SANAA piden que el afectado corra con los gastos de los materiales.
“Usted pide que hagan una reparación de una alcantarilla y lo primero que le dicen es que uno ponga los materiales y que ellos pondrán la mano de obra. Puede revisar el recibo y verá que ya le cobran por el 'mantenimiento que le hacen a la red de aguas negras”, denunció Armando Cruz, un afectado.
Grave problema
Si bien es cierto, la mala canalización de las aguas residuales se ha hecho más evidente con la llegada de tormentas atípicas, este es un problema que se arrastra décadas atrás.
Carlos Hernández, gerente metropolitano del Servicio Nacional de Acueductos y Alcantarillado (SANAA), detalló que desde el paso de huracán Mich en 1998 aún no se han reparado los colectores del sistema.
A 15 años del ciclón solo se han restaurado 25 kilómetros de los 60 que constituyen los pozos de inspección del sistema de alcantarillado sanitario del Distrito Central.
Además en 50 años de funcionar el ente autónomo solo se logra tratar el 15 por ciento de las aguas servidas que se producen en la única planta de tratamiento ubicada en la colonia San José de la Vega.
Esto significa que el 85 restante se vierte crudo en los ríos y quebradas, generando con ello una enorme cloaca abierta que desemboca en el río Choluteca.
El problema inicia en la red de colectores que permanecen destruidos sobre los afluentes y arrojan el líquido fecal a la calle con las tormentas.
Raúl López, exdirector de la Fundación Agua para Todos (Funapat), hizo un recuento por el paso de esta corriente de contaminación.
“Si vemos el problema territorialmente: el río chiquito que baja limpio de La Tigra comienza a recibir aguas negras desde El Chimbo y las urbanizaciones de Santa Lucía, luego pasa por las colonias 21 de Octubre, Lara, Reforma, el Guanacaste, hasta la antigua Penitenciaría Central, y se une al río Choluteca en la Isla”, ejemplificó.
Este ejercicio se puede hacer en cada uno de los 27 ríos y quebradas que atraviesan zonas residenciales, barrios pupulares, urbanizaciones y toda la ciudad de Tegucigalpa que no tienen un tratamiento adecuado de aguas negras.
“En resumen el agua que pasa a la altura del puente del Barrio El Chile, frente al IHSS tiene una elevadísima contaminación por heces fecales, eso sin tomar en consideración la carga de químicos de la industria, talleres, fábricas, entre otros” detalló.
A criterio de López, el río tiene una capacidad de autodepuración, pero los niveles de contaminación ya son superiores a la capacidad natural que tiene un río para tratar toda la carga fecal de la ciudad.
Sin embargo, para el experto en agua y saneamiento, esta situación pasa desapercibida en la ciudad. La muestra es que en la reciente encuesta de Cip Gallup, “este problema ocupa el puesto 21 de los problemas que la ciudadanía demanda solución”.
Para el asesor técnico en materia de agua y saneamiento, Pedro Ortiz, el problema se ha ido agravando con el tiempo, pero debido a falta de presupuesto el SANAA prioriza las nuevas obras en el servicio de agua potable.
“Si bien es cierto se repararon algunos colectores, pero no se redujo la contaminación, porque toda el agua residual que recogen desemboca en el mismo río Choluteca”, afirmó.
Según Ortiz, la única alternativa para solventar de forma integral este foco de contaminación es rehabilitar todos los colectores y construir otra planta de tratamiento a la altura de la colonia Miramesí.
Para la primera solución se requiere una onerosa inversión de 50 millones de dólares (1,000 millones de lempiras) y para el tratamiento de agua, otros 30 millones de dólares (60 millones de lempiras).
Estos recursos no posee el ente autónomo y se gestionan con organismos internacionales, mientras los proyectos permanecen en papel.
Ante esta realidad, Dino Rietti, expresidente del Colegio de Arquitectos de Honduras (CAH), asegura que la recuperación del río Choluteca es posible, solo falta voluntad para ejecutar los planes y proyectos que diferentes entidades han entregado al gobierno.
“Deben tomar cartas en el asunto, no podemos seguir en discusiones que las aguas negras pertenecen al SANAA y las lluvias a la Alcaldía y nadie resuelve, mientras estamos viviendo en una gran cloaca”, afirmó.