Honduras

Testigos de Jehová murieron haciendo obra que Dios mandó

Cientos de vecinos, amigos, parientes y hermanos en la fe dieron el último adiós a las 14 víctimas mortales del bus accidentado en San Juan de Opoa, Copán, occidente de Honduras.
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01.11.2014

Choloma, Cortés, Honduras

Hoy descansan en la paz del Creador del Universo, pero dejan entre sus seres queridos un profundo vacío.

Lo que se planeó para ser un encuentro de fe y salvar almas, terminó en tragedia luego de que el bus en el que se conducían 57 miembros de una congregación de los Testigos de Jehová se accidentara y acabara con la vida de 14 de ellos.

Los cuerpos de las víctimas eran despedidos, no solo por los parientes y hermanos, sino por cientos de personas que sin conocerlos llegaron a solidarizarse en la tragedia.

El salón comunal de Choloma resultó insuficiente para albergar a los cientos de personas que desde distintos puntos de Honduras llegaron para dar su apoyo y consuelo a 12 de las 14 víctimas del accidente en San Juan de Opoa.

Honduras: Testigos de Jehová se dirigían a predicar

Desde las 11:00 pm del viernes ingresaron al salón seis de las víctimas: Carmen Castillo (60), quien tenía 30 años de congregarse en la iglesia junto a su esposo Antonio Castillo (60), Edwin Sorto (25), Digna Emérita Padilla Amaya (62), Emily Zelaya (8) y Juana Carballo (62).

El resto de víctimas, sus familiares dispusieron velarlos en sus viviendas. En la colonia Los Prados se veló el matrimonio de Bernardo y Josefa Vásquez, de igual manera que Miriam Cruz y Betulia Rivas fueron veladas en la residencial San Carlos de Choloma, así como Astrid Alvarenga.

Abrazos, frases de ánimo y lecturas bíblicas no faltaron para cada uno de los familiares. En el ambiente se respiraba el pesar, la impotencia, pero también la fortaleza y la esperanza. La convicción de que sus muertes no fueron en vano.

“Nadie esperaba que murieran de esa forma, pero murieron haciendo la obra que Dios y Cristo nos mandó. Desearíamos si nos tocara morir predicando a otros, haciendo la obra de Dios”, dijo Gesuar Mejía, anciano de la Iglesia del Reino de los Testigos de Jehová.

Consuelo

No hubo fronteras ni congregaciones, el consuelo para las 11 familias que fueron veladas en Choloma llegó desde todos los rincones del país, de todas las denominaciones religiosas que ante la tragedia se solidarizaron y dieron su apoyo a los hermanos.

A las 11:00 am, desde Santa Rosa de Copán y en dos buses llegaron algunos los heridos que sobrevivieron en el percance. En sillas de ruedas, cargados en hombros por los hermanos y parientes, con sus rostros de dolor se hicieron presentes, querían darles el último adiós a los compañeros del viaje mortal con los que planeaban la jornada de oración en Lempira. Una valla se abrió a lo largo del salón para darles paso y recibirlos.

Muchos de ellos tenían a una madre o un padre en los ataúdes que eran velados en el centro comunal, por los cuales rodaban las lágrimas por sus mejillas y encontraban en la fe el consuelo.

Junto a ellos ingresaron los cinco cadáveres que eran velados en distintos puntos de Choloma para recibir el último mensaje de fe que preparaban los miembros de la iglesia. Eran los cuerpos del matrimonio compuesto por Bernardo y Josefa Vargas, Miriam Cruz, Astrid Alvarenga y Betulia Rivas, que se sumaban a los seis que durante toda la noche fueron velados en el lugar.

“Solo nos queda dar consuelo a los familiares, a los amigos, a los hermanos. Ocurrió un suceso que nos cambia la vida familiar, la congregación y la organización. Nos ha tocado sufrir, era un viaje para predicar y lo seguiremos haciendo”, expresó uno de los ancianos de la iglesia en el mensaje de despedida que envió antes de que 11 de las 14 víctimas fueran sepultadas.

El adiós

A las 12:00 del mediodía del sábado salieron cinco de los cuerpos hacia el Cementerio General de Choloma, era el inicio del adiós para Betulia Rivas, Miriam Cruz, Juana Carballo, Edwin Sorto y Digna Padilla, seres que murieron buscando convertir almas.

Una hora después la caravana fúnebre se dirigió con Astrid Alvarenga, Emily Zelaya, Antonio y Carmen Castillo, quienes fueron enterrados en el cementerio Amor Eterno en la Colonia López Arellano, y a las 3:00 pm, en La Jutosa, se enterraba a los esposos Vargas.

Ese viaje llevó al cielo a 13 miembros de la congregación, hombres y mujeres que desde hace un mes, emocionados por ir a predicar, planeaban el programa que dirigirían en Lempira. En la Iglesia mensualmente los hermanos iban a diferentes lugares a apoyar la predicación, pero esta vez su mensaje no llegó a tierras occidentales, su palabra se apagó para dejar un testimonio de vida en sus familias y hermanos.

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