Tegucigalpa, Honduras.- La Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió sobre el incremento de casos de chikungunya en la región de las Américas e instó a los países a reforzar la vigilancia y los controles del vector.
En una alerta epidemiológica publicada a finales de agosto, la OPS informó que en 2025 se han registrado brotes de la enfermedad en distintas regiones del mundo y que varios países del continente americano notificaron un repunte de casos.
El documento indica que durante el 2025 hasta la semana epidemiológica 33 (del 10 al 16 de agosto) se notificaron en 14 países de la región un total de 212,029 casos sospechosos de chikungunya, con 124,942 casos probables y confirmados.
Entre los países que registran casos sospechosos figura Honduras, que reporta al menos siete casos sospechosos de esta enfermedad, que es causada por el mosquito transmisor del dengue Aedes aegypti.
Hasta la semana epidemiológica 32 (del 3 al 9 de agosto) las autoridades sanitarias hondureñas notificaron a la OPS siete casos sospechosos de chikungunya; sin embargo, ninguno de ellos fue confirmado por la prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés).
Cinco de los sospechosos son provenientes del departamento de Cortés; uno de El Paraíso y otro caso de Santa Bárbara. Mientras que cinco casos corresponden a mujeres, establece la alerta epidemiológica.
La presencia de casos sospechosos de esta enfermedad, que aunque es transmitida por zancudo del dengue no es parecida a ella, pone en alerta a las autoridades hondureñas.
Lorenzo Pavón, jefe de la Unidad de Vigilancia de la Secretaría de Salud (Sesal) indicó a EL HERALDO que la próxima semana emitirán un aviso epidemiológico al respecto.
"Estamos trabajando en un aviso epidemiológico que la próxima semana saldrá", dijo el doctor din dar más detalles de la situación epidemiológica que tiene Honduras por la enfermedad.
¿Qué es el chikungunya?
El chikungunya es una enfermedad infecciosa transmitida por mosquitos infectados con el mismo virus; pero el mosquito implicado en la transmisión es el Aedes aegypti.
De acuerdo a la OPS, los síntomas comienzan generalmente de cuatro a ocho días después de la picadura, pero pueden aparecer en cualquier momento entre el día dos y el día 12.
El síntoma más común es la aparición repentina de fiebre, a menudo acompañada de dolor en las articulaciones; pero también se incluye dolor muscular, de cabeza, náuseas, fatiga y erupción cutánea.
El dolor intenso en las articulaciones por lo general es incapacitante y dura unos pocos días, aunque puede persistir durante meses o incluso años.
En el país el último brote grande de esta enfermedad se registró hace una década, en ese entonces las autoridades sanitarias reportaron más de 120,000 casos.
En 2015 la enfermedad era conocida como la enfermedad “rompe huesos”, ya que las molestias ocasionadas por los dolores provocaban que las personas que lo sufrían se encorvaran.
Para el epidemiólogo Tito Alvarado, si bien hay una alerta epidemiológica, considera que la cantidad de casos no será como las de esa época.
"La enfermedad de chikungunya había disminuido enormemente por que cuando hubo esa epidemia de la enfermedad casi todos los hondureños nos infectamos con o sin enfermedad y eso causó bastante problemas", recordó el médico.
Agregó que hay probabilidad que este brote de chikungunya sea menor este año debido a que la mayoría de los hondureños tienen anticuerpos de esa enfermedad.
"La basta cantidad de gente que se infectó en ese entonces ya tiene los anticuerpos y no les vuelve a dar la enfermedad, en el caso del dengue si les da, pero de chikungunya no les vuelve a dar", dijo.
Apuntó que probablemente quienes se han infectado sean menores de edad que no se contagiaron en 2015.
"La enfermedad no va hacer como cuando llegó la enfermedad que las personas estábamos sin anticuerpos; o sea que pueden darse más casos, pero no será una cosa alarmante", dijo el epidemiólogo.
Ante los brotes, la OPS llamó a los países a fortalecer la vigilancia epidemiológica y de laboratorio, garantizar el manejo clínico adecuado y reforzar las acciones de control vectorial con el fin de mitigar el riesgo de brotes y reducir complicaciones y muertes.