Tegucigalpa, Honduras.- ¿Alguna vez se ha preguntado qué recordará su hijo de usted dentro de veinte años? Tal vez no se acuerde del uniforme siempre limpio o de la tarea hecha a tiempo, pero es muy probable que sí lo haga del día en que usted se tiró al suelo a jugar, cuando construyeron una casa de cojines o inventaron un mundo de carros y autopistas en la sala.
Y es que cuando usted juega con sus niños, no solo está compartiendo tiempo, está dejando una huella imborrable en su corazón.Como padre o madre, usted tiene una gran responsabilidad... pero también un privilegio inmenso: acompañar a su hijo en el descubrimiento del mundo.
Y una de las formas más poderosas de hacerlo es a través del juego libre, ese que no tiene reglas estrictas ni metas académicas, solo imaginación, risas y conexión. Es el mundo de la novedad, en el que todo sorprende y divierte; esa es la mejor forma de transmitir a su hijo su esencia y sus enseñanzas.
La Academia Americana de Pediatría ha sido clara al afirmar que el juego libre es “esencial para el desarrollo porque contribuye al bienestar cognitivo, físico, social y emocional de los niños”.
No se trata de “pasar el rato”, se trata de ayudarles a crecer sanos, seguros y felices.Su rol como adulto no es solo permitir ese juego.
En realidad, su presencia activa en el juego marca la diferencia.No necesita ser experto en cuentos o gastar una fortuna, ni saber construir castillos de cartón.

Basta con estar. Sentarse junto a sus pequeños. Escucharles. Seguir su imaginación. Reír juntos. Compartir la alegría de descubrir algo nuevo juntos. Esos momentos fortalecen el vínculo familiar más que mil palabras.
Haga un balance en su vida.
Como adultos, sabemos que el tiempo escasea. El trabajo, las tareas del hogar, las preocupaciones diarias; todo pesa. Las exigencias económicas de este mundo material reducen nuestra disponibilidad de tiempo y espacio. Pero incluso diez minutos al día de juego auténtico, sin pantallas ni distracciones, pueden marcar una enorme diferencia. Esos diez minutos son un regalo para su hijo y también para usted.
Sin inversión económica
Y es que analizándolo bien, no hace falta gastar inmensas cantidades de dinero para dedicar tiempo a sus hijos. El juego libre no exige juguetes costosos ni tecnología cara. A veces, una caja vieja, unos lápices de colores, una pelota o un paseo por el parque bastan. Puede hasta enseñarle matemáticas con juguetes, un lápiz y un cuaderno.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que los niños tengan tiempo diario para jugar activamente, lejos de pantallas. Tenga presente que es allí, en la sencillez, donde surge la verdadera creatividad.
Como latinos, hay algo que tenemos a favor: nuestra cultura valora la familia, la cercanía, el contacto humano. Los juegos con los primos en la calle, los cuentos de los abuelos, las risas en la cocina... todo eso también es desarrollo, también es amor. Aproveche nuestras raíces para criar con alegría, con presencia y con ternura.
Así que, ¿por qué no mira a su hijo a los ojos esta tarde, le sonríe en complicidad y le dice: “vamos a jugar"? No hay regalo más poderoso que ese... porque cuando usted juega con sus hijos... ellos crecen... y usted también.
Calidez
omo latinos hay algo que tenemos a favor: nuestra cultura valora la familia, la cercanía, el contacto humano. Los juegos con los primos en la calle, los cuentos de los abuelos, las risas en la cocina, todo eso también es desarrollo, también es amor. Aproveche nuestras raíces para criar con alegría, con presencia y con ternura.