Tegucigalpa, Honduras.- Escribir nos obliga a priorizar, a elegir y a tomar decisiones; así, cuando tomamos nota de un sueño, este empieza a tomar forma y busca caminos para concretarse.
En la vida en pareja, esa acción sencilla adquiere un peso distinto, porque expone el modo en que dos historias personales intentan proyectarse hacia un mismo horizonte sin perder su singularidad.
Y es que muchas parejas no fracasan por falta de amor, sino por la falta de dirección compartida. Conviven, resuelven lo inmediato y postergan las conversaciones que exigen profundidad.
En ese sentido, poner los deseos por escrito interrumpe esa inercia, ya que obliga a detenerse, a pensar con mayor rigor y a confrontar aquello que suele quedar diluido entre la rutina y el cansancio.
No todos los deseos coinciden ni deberían hacerlo. La hoja final revelará diferencias de ritmo, de prioridades y de expectativas que, habladas de manera espontánea, suelen derivar en fricción.
Al avanzar en el ejercicio, emerge el compromiso como elemento terapéutico. Un deseo compartido por escrito deja de ser una aspiración vaga y se convierte en un acuerdo emocional implícito. No impone obligaciones rígidas, pero establece un marco de sentido.
Hacia el cierre del año, muchas parejas sienten la necesidad de revisar lo vivido y proyectar lo que viene. Escribir los deseos para 2026 no responde a un ritual vacío, responde a la necesidad psicológica de anticipar, de dar coherencia al camino recorrido y de decidir juntos qué merece continuidad y qué conviene transformar para poder crecer juntos.
Una radiografía a la relación
Antes de escribir lo que se quiere alcanzar, resulta útil revisar las fortalezas y puntos de mejora de su vínculo. Individualmente, reflexionen sobre las preguntas y enlisten los puntos que correspondan. Después, con mente abierta, discútanlos juntos.
- Pros de la relación o del otro: Este primer punto invita a identificar los aspectos que sostienen el vínculo. Se trata de reconocer conductas, actitudes y dinámicas que generan bienestar, seguridad o crecimiento personal. Nombrar lo valioso permite recordar por qué la relación existe y qué elementos conviene preservar.
- Lo que me incomoda o me hiere: Aquí se exploran los aspectos que generan malestar. Más allá de elaborar un inventario de reproches, describa aquellas conductas, silencios o patrones que afectan el equilibrio emocional. Cuanto más concreta sea la descripción, mayor será la posibilidad de comprensión y cambio.
- Lo que he permitido en la relación: Este punto desplaza el foco exclusivamente del otro hacia la propia responsabilidad. Invita a revisar límites que se han diluido, conductas toleradas por miedo, costumbre o necesidad de aprobación.
- Lo que ya no seguiré permitiendo: Defina límites claros y realistas, alineados con el propio bienestar emocional. Se formulan como acuerdos internos que marcan una nueva forma de estar en la relación. Este cierre aporta dirección.
Pequeñas acciones, gran conexión
- Despejen rincones olvidados de la casa: Vaciar cajones y armarios permite liberar espacio físico y simbólico. Al reorganizar, la pareja percibe claridad y frescura, preparándose para recibir nuevas experiencias.
- Creen un frasco de gratitud compartido: Cada uno escribe pequeñas notas con aquello por lo que se siente agradecido con el otro. Revisarlas durante el año refuerza la complicidad y genera un hábito saludable.
- Ahorren para sus escapadas románticas: Definir un pequeño fondo destinado a crear momentos especiales forja un proyecto compartido, fortaleciendo, además, la disciplina.