La pérdida del respeto a la vida ha sobrepasado los límites, a tal grado que ni los adultos mayores se salvan de la ola de criminalidad que azota a Honduras.
Lo anterior se demuestra con el macabro asesinato de una anciana de 86 años y sus dos hijos, ocurrido la madrugada de este jueves en la colonia Soto.
Dolientes identificaron a las víctimas como Lidia Marina Velásquez Hernández, César Augusto Mejía Velásquez, de 53 años, y Víctor Manuel Mejía Velásquez, de 45 años, quienes tenían su domicilio en dicho sector capitalino, al costado norte del Cementerio General.
Los infortunados fallecieron a causa de disparos de escopeta localizados en la cabeza y en otras partes del cuerpo que les infirieron inadaptados sociales que no habían sido identificados por la Policía, según informó una fuente.
Técnicos de la Sección de inspecciones Oculares de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC) y un equipo de Homicidios se presentaron al lugar a realizar las diligencias preliminares orientadas a identificar a los autores materiales del triple crimen.
Macabro asesinato
La escena era dantesca. En el interior de una casa de dos plantas, casi en ruinas, fueron descubiertos los cuerpos inertes de doña Lidia Marina y de su vástago César Augusto Mejía Velásquez, un minusválido, a quien le hacía falta una pierna.
Mientras tanto, en otra covacha pegada al muro del cementerio, la Policía localizó el cadáver de Víctor Manuel, quien, supuestamente, trató escapar de los asesinos.
El cuerpo de la octogenaria estaba boca abajo sobre una cama con un disparo de escopeta en la cabeza que le destruyó la masa encefálica, mientras que el de César Augusto, en otro extremo de la casa.
Los tres cuerpos fueron descubiertos alrededor de las 6:30 de la mañana por un yerno de la anciana, quien llamó a la Policía para informar de lo sucedido.
“Yo miré una soledad aquí, estaba abierto y había un desastre; yo me pregunté qué es esto”, expresó.
Prosiguió que él entró a una habitación para ver qué había sucedido y encontró a su cuñado César Augusto con un balazo en el brazo, luego miró a su suegra con un disparo en la cabeza.
Yo me salí buscando al otro cuñado mío, dijo, pero no lo hallaba... lo que hice fue llamar a la autoridad para que se hiciera presente.
Minutos más tarde fue descubierto el cadáver de Víctor Manuel, con varias heridas de bala.
El testigo confirmó que sus cuñados eran zapateros, pero que se habían retirado de la actividad y se dedicaban al negocio en los mercados de Comayagüela.
Manifestó que el triple crimen sucedió alrededor de las 5:00 de la mañana, ya que a esa hora se escucharon las detonaciones.
En la escena del crimen quedaron casquillos de escopeta, los que fueron levantados por los técnicos de la DNIC para ser analizados en los laboratorios balísticos.
“La hubieran dejado morir sola”
El llanto de los familiares de las víctimas conmovió a los presentes, quienes no se explicaban el porqué quitarle la vida a una anciana indefensa en esas circunstancias.
“Ya estaba viejita, la hubieran dejado que se muriera ella sola, no que la mataran, ella se iba a morir, estaba enferma”, expresó una nieta de la octogenaria.
Otros dolientes llegaron al lugar y lamentaron lo sucedido, mientras que los vecinos se llamaron al silencio por temor a correr la misma suerte y prefirieron no declarar ante la Policía.
Un familiar confió que a doña Lidia Marina la habían sentenciado, pero “no decía quién ni por qué”.
Otros familiares hicieron un llamado a la Policía para que investiguen a profundidad el caso para que no quede en la impunidad y que los responsables sean castigados con todo el peso de la ley.
En una foto del álbum familiar aparece la fémina asesinada con una cinta roja que se le otorgó en el 2009 que la acreditaba como “Madre Especial Partido Liberal”.
En Honduras, 8 de cada 10 homicidios son cometidos con armas de fuego.