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Jhalim Medina Bueso, esta semana en Tic Tac: 'Puse mi corazón, sudé la camiseta y amé lo que hice'

06.04.2018

Tegucigalpa, Honduras
Con su sonrisa se expresa. Es natural y contagiosa. Así se presenta, además de su gran currículum deportivo y profesional. Jhalim (es más fácil de escribirlo y pronunciarlo) se enamoró de la raqueta desde muy pequeña y aunque le costó su niñez y adolescencia, no se arrepiente de ese gran amor.

Junto a su hermana Izza se convirtieron en las niñas prodigio y en grandes exponentes para Honduras en el deporte.

Jhalim cumplirá 38 años, es madre de tres hijos y ejerce la odontología, que es la segunda etapa de su vida, como ella lo afirma. En su clínica CEED atendió a Tictac para contarnos sus pasiones...

¿Algo que la marcó en su niñez?
La disciplina de mi papá me marcó. Yo lo amo y lo respeto, pero fue duro con nosotros para marcar su disciplina, pero creo que eso me ha marcado en lo personal y profesional. él era una persona bien determinada, no tuvimos ni niñez ni adolescencia. Siento que ahora en mis momentos difíciles no los hubiese podido superar sin la enseñanza que me dio el deporte. El deporte forma carácter, ayuda a no rendirte.

¿Alguna frase que le repetía su papá?
Soldado que respira puede caminar y si puede caminar, puede combatir. Cuando siento que me hacen falta fuerzas, pienso en eso y en Dios. Mi papá decía que si no había plan A y B, pues hay que buscar otro.

¿Alguna travesura que recuerda?
Una vez Izza se puso debajo del carro diciendo que era valiente, mi papá sacando el carro y yo nerviosa no decía nada, cuando saca el carro, mi papá asustado ve a Izza en el suelo, ahí mismo a las dos nos sonaron ja, ja, ja.

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¿Su primer torneo internacional?
Tenía 11 años, en San José, Costa Rica.

¿Los torneos que la marcaron?
En el m undial de Zagreb entramos entre los 17 del mundo, le ganamos a Dinamarca y Holanda. Los Juegos Centroamericanos del 97 y quedar cuarto en los Panamericanos de Rí o en dobles. También en los Centroamericanos y del Caribe, un partido que íbamos perdiendo y lo remontamos, fue de infarto.

¿Se entendía bien con su hermana?
Peleábamos, nos gritábamos, ja, ja, ja, pero tomábamos aire y acordábamos qué hacer, cambiar de técnica, y nos apoyábamos entre las dos, en dobles lo hacíamos bien. Fuimos fuertes en Centroamérica, hubo un Centroamericano y del Caribe que ganamos equipo, dobles, podio en individual. Con Izza tenemos una relación bonita, seguimos siendo equipo, ja, ja, ja.

¿Y los Olímpicos?
Izza dejó dos años de estudiar para enfocarse en eso y yo decidí tomar mi especialización, yo ya estaba retirándome. Lo de Izza fue inspiración, marcó la diferencia. Izza sigue siendo la única atleta en tenis de mesa que ha logrado llegar a unos Olímpicos en Centroamérica. Es un orgullo para todos.

¿Cuénteme de su retiro?
Fue luego del mundial de Zagreb, hubo problemas de apoyo en cuestión de viajes, yo sentí que pudimos dar más. Y todo atleta tiene una curva, y ahí dije que era el adiós, fue en 2008. También me enfermé de mi espalda, estuve tres meses en cama, no había apoyo, sentí que había cumplido el ciclo y decidí dedicarme a mi profesión de odontóloga. Siento que puse mi corazón, sudé la camiseta y amé lo que hice.

¿Fue duro?
La vida del deportista es bella, de crecimiento, y claro que lloré, pero comprendí que toda persona tiene un ciclo. Sentí un llamado grande de mi profesión. Y no me arrepiento, fue el momento justo, el tiempo de Dios.

Eso sí, lo que sentí con el deporte nunca más lo volví a sentir, de estar con mi bandera, escuchar el himno, eso me eriza la piel, me hace llorar, es alegría, adrenalina, no se puede describir el nivel de satisfacción, eso no se vuelve a sentir. Cuando el deportista deja el alto rendimiento es duro, es un sentido de carencia, de pérdida, de depresión, es una etapa de adaptación a su nueva vida.

¿Un lugar especial?
El viaje más lindo que he hecho es Taiwán. Nos decían las embajadoras del deporte, salimos en los periódicos, nos invitaban a eventos, nos decían amigos hondureños, yo estuve cuatro meses entrenando, nos atendieron muy bien, quisiera regresar.

¿Qué tanto cuesta ser deportista en Honduras?
El atleta no es respetado en el aspecto del apoyo, muchas personas sienten que no hacemos nada... Hace falta mucho apoyo, que no hay viáticos, que no hay condiciones de trabajo. Y el problema del atleta es que se dedique al deporte y no estudie, la carrera es corta, se lesiona y ahí acaba todo. Siento que debe haber un programa de ayuda después que un atleta se retira.

¿Cree que la gente tiene memoria corta y se olvida de los atletas que dieron glorias?
A veces sí, el Día del Deportista pasa como un día cualquiera, no hay homenajes de las federaciones. De por sí es difícil sobresalir en el país, las autoridades no pueden olvidarse de los atletas. Yo he visto atletas que tuvieron un apogeo enorme y pocas veces los mencionan, no es justo. Siento que hay buenos deportistas, pero se ha perdido el alma del atleta, pero es porque hay falta de gestores, no hay apoyo,
están marginados.

¿Se atrevería a darme un top 10 de los mejores deportistas que ha tenido Honduras?
Ana Joselina Fortín y su hermana, Luis Morán, Ramón Valle, Geovany Baca, Denia Ponce, Johnnie Lowe y claro que mi hermana Izza, la máxima exponente de tenis de mesa en Centroamérica.

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¿Por qué odontología?
Esta es mi segunda pasión, amo ser odontóloga, tuve una odontóloga linda, era de mi escuela, yo admiraba su trabajo y así empezó todo. Además me gustó por el servicio a las personas, el poder recuperar la autoestima a alguien, he apostado por ofrecer servicios con la mejor tecnología porque Honduras merece calidad.

¿Cuánto sacrificio hizo para abrir su clínica?
Empecé en el garaje de la casa de mi mamá, pero me apoyó mi hermana, mis padres, mi esposo, estuve a punto de perderlo todo por la visión de traer equipo tan caro, pero yo tenía la fe y esperanza de seguir con mi sueño. Doblé rodillas, oré y le creí al Señor. Esta es una empresa familiar que da oportunidad de empleo y capacitación a los doctores.

¿Su esposo es odontólogo, cómo lo conoció?
Lo conocí hace 20 años, pero nunca me interesé. Luego nos volvimos a reencontrar y salíamos como amigos y de repente nos enamoramos, fue flash y totalmente inesperado, hasta me caía mal, era el presidente de la asociación, ja, ja, ja. Pero en seis meses ya nos estábamos casando.

¿Le propusieron en algún momento entrar en política?
Sí nos propusieron entrar, pero creo que soy servidora en mi profesión y mi llamado para servir está en la odontología y la docencia, pues doy clases hace unos años en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

¿Colecciona algo?
Zapatos.

¿Qué le indigna?
La deslealtad y la humillación a la gente.

¿Sus pasatiempos?
Me encanta cocinar, podría dedicarme a eso también, ja, ja, ja, y me gusta bailar salsa, estaba sacando unas clases.

¿Le gusta leer?
Sí, novelas de miedo y libros de emprendimiento.

¿Películas preferidas?
“La vida es bella”, “Quién quiere ser millonario” y “En busca de la felicidad” me encantan.