Bajo la mira del Picacho

Tegucigalpa ha sido reinventada en la narrativa de Marcos Carías Zapata y Roberto Castillo como una ciudad alucinatoria y mágica, situada en el umbral entre la realidad y la ficción

  • 28 de septiembre de 2025 a las 11:30
Bajo la mira del Picacho

Tegucigalpa, Honduras.- En la obra narrativa de Marcos Carías Zapata y de Roberto Castillo Tegucigalpa aparece como una ciudad fabulada capaz de intrigar y fascinar al lector.

Sobre todo en "Una función con móbiles y tentetiesos" (1980) del primero y en "La ciudad del más largo de todos los sueños" (2025) del segundo, la capital de Honduras irrumpe en el borde entre la realidad y la imaginación, siempre a punto de disiparse como la niebla y desaparecer.

Territorio del sueño y de la vigilia

Para esos dos notables novelistas, Tegucigalpa, a pesar de sus agudos contrastes sociales, está dotada de cierta magia y posee un aura alucinatoria.

Ello tal vez se deba al relieve del terreno donde se asienta, a la amalgama de cerros y colinas que la configura y moldea (presidida al Norte por el Picacho), y como viejo centro minero, su estampa urbana, a menudo caótica, posee secretos acumulados desde la época colonial.

En la novela mencionada de Marcos Carías, homenaje narrativo a la urbe/real de minas, se refiere a la ”vida aérea” de los barrios situados a mayor altura y las líneas arquitectónicas citadinas iluminan el flujo del relato.

En la obra póstuma aludida de Roberto Castillo (publicada a principios de este año por Mimalapalabra) Tegucigalpa reverbera y se disuelve la línea fronteriza entre la realidad y la ficción.

En los sueños que alberga se remonta al pasado, y representa una brecha en la continuidad experimentada del presente: lidia con los hechos del ayer como si fueran vicisitudes futuras. No en vano el orbe onírico posee una lógica irracional pero compulsiva.

Imposible dejar de mencionar que la fantasmagoría literaria que provoca esta urbe también impregna el poemario "Ciudad con dragones" (1980) de Pompeyo del Valle, así como ciertos poemas de Roberto Sosa donde, aparte del célebre “Tegucigalpa, duro nombre que fluye dulce solo en los labios”, suele aludir a la presencia insondable de la piedra en las construcciones y muros locales. Allí la “ciudad de las canteras” se transforma en la de las pesadillas, y recuerda a las apariciones pictóricas de Goya.

Pero aquí se trata de destacar que existe un vínculo misterioso entre nuestro entorno urbano y las estructuras verbales que Carías y Castillo consiguen armar en sus ficciones, las cuales, lejos de representar una “visión”, resultan convincentes y plausibles.

Allí las calles zigzagueantes del centro capitalino, carentes de atmósfera festiva, nos acorralan e intimidan sin tregua alguna.

La buena literatura, al fin y al cabo, se convierte a veces en una carga nada fácil de sobrellevar. Proust consideraba la escritura como la continuación de la vida por otros medios.

En las novelas señaladas, trasunto del genio fabulatorio de sus autores, se despliega una prosa alusiva y movediza susceptible de crear una irresistible realidad alternativa, espoleada por la alquimia tegucigalpense y su filo salvaje, donde se pone a prueba la capacidad de la ficción narrativa y resplandece la belleza y la permanencia de la obra de arte bien lograda.

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Hernán Antonio Bermúdez
Hernán Antonio Bermúdez
Escritor y crítico literario

Perteneció a los grupos de vanguardia cultural Vidanueva y Tauanka. Fue uno de los fundadores de la Editorial Guaymuras. Ha publicado los libros “Retahíla”, “Cinco poetas hondureños”, “Afinidades” y “Resquicios”.

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