Siempre

Artículo de Octavio Carvajal: Mentiras policiales

¿Será que la “narcodictadura de JOH” dirige la Policía? JOH está vivo en todo el gobierno, eso percibimos del presidente “Mel” Zelaya
09.10.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La farsa es y seguirá siendo el ejercicio policial. Iniciando el año los cambios son pintura con el aparente garrote de entrarle, sin tientos, al crimen común y organizado. Asesinatos de gran envergadura, asaltos, extorsiones y muertes oscuras hasta en su propia Academia. Chorro de dudas en un extraño andar de una cúpula con ciertos oficiales y civiles que callan o gritan según el peso de la verdad.

El mando policial está mudo, escuálido y fallido con hilo de crímenes y “secuestros”, además de su torpeza por evitar el cierre de negocios víctimas de un “impuesto de guerra” cuyos tentáculos cercan todos los rincones del país.

En el Cuartel de Casamata sus amos son expertos barberos. Al oírlos, tienen arte en afeitar cifras de que la fiereza delictiva ha mermado, con ellos revestidos de “chepos” y autos blindados.

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HORAS

Los muertos -alegan- han bajado (al panteón), entendiendo que en una semana mataron a tiros o a tajos a dos o tres personas y, en un santiamén, en una riña endiablada, bastaron dos o tres minutos para volarse a cinco o a cuatro como mínimo. La mayoría de crímenes, enterrados. “Ya estamos cerca de los asesinos... tenemos fuertes indicios de quiénes son”, canturrean los jefes.

Viendo y oyendo un teatro metódico de grandes mentiras y medias verdades. Iniciando febrero de 2021, rigiendo JOH, murió Keyla Martínez -alumna de enfermería- en una celda policial en La Esperanza, Intibucá. Siendo exjefa de Medicina Legal, Julissa Villanueva exigió (deber y derecho de todos) sin cesar, aclarar su oscuro deceso, capturar y recluir a los policías sospechosos.

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OLAS

Bajo sombra el fin de Angie Peña. Incierto si fue o no secuestrada en Roatán, Islas de la Bahía, en el ocaso de JOH. Se sospecha, dijo Julissa Villanueva, ya como copiloto de seguridad (con el toro por los cuernos), del gringo Gary Johnston, proxeneta rendido en el islote. Con garrote y sin “inteligencia” en la DPI ofertan un premio de cien mil lempiras a quien cante su destino por el desatino uniformado.

Villanueva saltó en el celestial sitio donde hizo y deshizo Gary el celestino caído in fraganti con una menor de doce años de edad. Su celular, entre varios objetos, sellan su trato con Peña, pero hasta ahí. Mucho ruido, pocas nueces.

Villanueva -como siempre parlanchina- señaló pus en la Policía de Roatán en plan con poderosos y personas de a pie liadas a mafias intocables. Peña sigue evaporada. La Policía apenas tocó a Johnston y se replegó. ¿Por qué razones? ¿Está perro el avispero?

Sacando del baúl los crímenes, asaltos y extorsiones de enero al cese de abril, saltamos al 28 de mayo pasado. Dos sicarios en motocicleta dieron alcance a Karen Almendares, fiscal del ambiente de Nacaome, Valle. La seguían de un gimnasio y frente al portón de su casa la mataron a tiros. Un acto sin actuaciones, por ahora, de los tronos acuartelados ni mucho menos de una torpe Fiscalía. ¡Un “Óscar” para Chinchilla?

PRUEBAS

Precisamente el 8 de junio, diez días después del brutal e inexplicable asesinato de Almendares, Gustavo Sánchez, director policial (tenemos grabación), confesó en diálogos de prensa “tener” fichados a los autores materiales e intelectuales del vil crimen contra la fiscal. “En los próximos días” juró -sin decir de qué año- serán arrestados y puestos a la orden ¿de otros crímenes? ¡No!, de los tribunales.

¡Vaya coro el de Sánchez!, quien igual que Villanueva calla y grita según la clientela de muertes y otros delitos que agitan la sociedad. En ese baile de Sánchez, “Yuli” nos reculó a enero. Buscando a Angie Peña se saltó el 15 de julio. Le madrugaron a la Policía con la ejecución del hijo de “Pepe” Lobo, de dos de sus amigos y su chofer. “Ya estamos cerca, pronto caerán” con Tarzán, agárralos que se van.

El más fresco hecho en que todos los mandos hablan derecho y caminan torcidos es el silencio inexcusable del deceso de tres “reclutas” en la Academia Nacional de Policía (Anapo). Entre las víctimas un médico cirujano. Dejaron sus trabajos para luchar contra el crimen y, en la “escuela policial”, encontraron la “pena de muerte”.

Los sobrevivientes al oscuro hecho están mudos, nadie de la prensa sabe nada de ellos. ¿Será que aplican la capucha en la Anapo al modo de la temible y fenecida DNI? o ¿se los mandó a quebrar JOH?, intuyendo que aún manda él y no “Mel”. La mentira tiene patas cortas en botas policiales.

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