Tegucigalpa, Honduras.- Imagínese dos familias distintas enfrentando la violencia. En la primera, una madre y su hijo son sorprendidos al llegar a casa por un ladrón que les arrebata sus pertenencias frente a sus ojos. El niño estalla en llanto, su cuerpo se tensa y su mirada refleja miedo profundo.
En la segunda, un hijo presencia cómo sus padres pierden el control, se gritan palabras hirientes y lanzan objetos en medio de una discusión desbordada. Pese a que los contextos difieren, ambas experiencias representan formas de violencia que pueden generar consecuencias emocionales significativas en los niños.
Ante estos escenarios, la manera en que los adultos acompañen al menor desde el primer momento resulta determinante para restaurar su sensación de seguridad y confianza.
La máster en psicología Anjannette Gavarrete sugiere pasos concretos que pueden guiar este proceso de contención emocional.
En casos de maltrato familiar, la especialista subraya que un mensaje de confianza y decirle siempre “lo que pasó no fue tu culpa y ahora hay adultos que te cuidan” es esencial para la recuperación.
Al contrario, preguntar una y otra vez sobre lo ocurrido o usar frases como “ya olvídalo” o “así es la vida” genera más daño que alivio.
Gavarrete añade que es mejor validar sus emociones y demostrarle con palabras y hechos que todo lo que siente es importante y que estamos —como adultos— para ayudarle.
El niño debe sentir apoyo sin que toda la interacción gire en torno al recuerdo de la violencia.
Aunado a esto, mantener horarios de escuela, comidas, juego y descanso ayuda a devolverle previsibilidad y tranquilidad. También funcionan técnicas de respiración, cuentos terapéuticos y juegos de movimiento, los cuales contribuyen a liberar la tensión emocional del niño y fortalecen su sensación de contención.
Métodos seguros para expresarse
Un niño no siempre logra verbalizar lo sucedido y presionarlo puede aumentar su angustia. En ese sentido, la experta recomienda opciones creativas para procesar sus emociones.
- Dibujo y pintura: El uso de crayones o acuarelas les facilita plasmar en imágenes lo que no pueden expresar en palabras.
- Obras de teatro: A través de la fantasía procesan lo vivido, descargan tensión y retoman el control de la situación.
- Música y manualidades: El canto, la percusión o actividades como modelar plastilina ofrecen vías de desahogo emocional.
La opinión de la experta: ¿Cuándo buscar ayuda profesional?
“Es normal que los primeros días haya miedo o alteraciones en el sueño. Si a las semanas los síntomas no mejoran y el niño presenta aislamiento, ansiedad, ataques de pánico, insomnio, conductas regresivas o evita de forma extrema lo relacionado con el hecho, es necesario acudir a un psicólogo infantil para evitar que se convierta en una herida emocional de largo plazo”, aseveró Gavarrete.