Gracias, Lempira.- El año pasado tuve la oportunidad de ser nuevamente invitado al festival cultural Gracias Convoca, organizado por la Cámara Nacional de Turismo de Honduras (Canaturh), capítulo de la ciudad de Gracias, Lempira.
Desde su primera edición en el año 2013, me llamó la atención su nombre, se trata de una ciudad que convoca, ¿a qué convoca la ciudad de Gracias? Convoca a un encuentro con el arte y la cultura, a un encuentro con la historia y la memoria, convoca a la tradición y a lo moderno; en fin, convoca a la fiesta y a la reflexión.
Este festival tiene como mística estructurar un programa donde convergen lo popular y lo más elevado y exclusivo de la cultura artística, literaria e intelectual.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención de este festival es que sus organizadores han logrado que la población se incorpore masivamente a sus actividades, el pueblo siente suyo el evento precisamente porque siente que muchas de sus actividades recogen sus tradiciones, sus costumbres, su forma de ver la vida, su conjunto de creencias y sus anhelos. Todas estas expresiones culturales articulan la memoria colectiva y les permite percibir el festival como espiritualidad viva, como un ritual cultural donde el pueblo de Gracias se redescubre en la fiesta y la palabra; de esa manera, la comunidad vive la convocatoria como un pacto de alegría, reflexión y esperanza.

Gracias Convoca no es un festival que evade los problemas comunitarios, no es un festival para anestesiar la conciencia de la gente, es por ello, que alberga en su programa eventos abiertos a la reflexión crítica, ya sea desde propuestas artísticas de perfil social crítico o conferencias que debaten en torno a nuestro sentido de hondureñidad e identidad. Este conjunto de actividades que reúnen el arte, la ciencia y la cultura en general permiten revisar nuestra historia confrontando nuestro pasado y presente, pero teniendo como referente el tema cultural, es decir, estamos ante un festival que nos invita a pensar desde la cultura y no desde los embrollos de la política vernácula.
En esa dinámica pude ver cómo fuimos convocados a escuchar música garífuna y jazz, conciertos de música popular y música clásica, fuimos llamados a presenciar ese encuentro entre la imagen y la palabra que nos brinda la poesía y la narración literaria; presenciamos eventos que resaltan nuestra identidad como ser encuentros gastronómicos, juegos tradicionales, exhibiciones artesanales, estudio y observación de aves, estudios antropológicos anclados en la vida de la comunidad, exploración y reforestación de la biosfera, reflexiones en torno a nuestra lengua; también interactuamos con una muestra fotográfica orientada a ver el desnudo femenino como poesía del cuerpo; estuvimos en presentaciones de libros con temas que reflexionan sobre el destino del arte y la cultura hondureña; de la misma manera, fuimos convocados a escuchar y revisar críticamente lo que sucedió en la guerra civil de 1924 para establecer que hechos como estos no deben volver a repetirse; también nos encontramos con la pintura y la escultura, que aunque falta profesionalizar, ya están allí para promover la conciencia estética de la juventud.
Todos estos eventos definen un perfil orientado a reconstruir nuestra memoria cultural y social. Cuando percibimos nuestra realidad a través del arte, la cultura, el lenguaje y la historia, es inevitable dejar de percibir críticamente nuestro entorno.

Hacia una nueva perspectiva
El festival ha tenido logros significativos, eso nadie lo puede negar, pero en la vida todo es dialéctico: todo cambia y se transforma. No se nos convoca para seguir siendo los mismos, se nos convoca cada año a ser parte de un festival transformador, es importante entonces que este festival vaya pensando en elaborar un texto que recoja lo mejor de su producción, es la manera más elegante de ir tejiendo la memoria del festival entre la juventud y los docentes de la comunidad, pero además, sería un valioso documento para estudiosos de la historia cultural, para antropólogos culturales y sociólogos del arte y la cultura. No hay duda de que Gracias Convoca es un gran laboratorio cultural que debe ser rigurosamente documentado.
Un Festival de esta naturaleza debe ir pensando en abrir su espacio para para la entrega de un gran premio nacional para aquellos cantautores, músicos, pintores, artesanos, escritores e investigadores que merezcan un reconocimiento especial por parte del festival y de la nación misma.
Afirmo lo anterior porque la naturaleza del programa que desarrollan ha creado todas las condiciones para ir hacia un gran premio nacional del arte, la ciencia y la literatura. Pienso en un premio que sea esperado en todo el país, que sea el orgullo de toda la ciudad, un evento grandioso de reconocimiento e identidad.
De igual manera, pienso que es necesario que el festival no se circunscriba a un conjunto de actividades a desarrollar en una semana, debe pasar de un programa cultural a un sistema cultural, Gracias Convoca tiene todo para dar ese salto cualitativo, es un asunto de visión.

Un sistema implica desarrollar un programa extendido en el tiempo, articulado con la comunidad, sus autoridades locales y autoridades gubernamentales, esas actividades deben tejer un conjunto cultural que desemboque en el gran evento de julio, en la feria cultural del festival.
Gracias Convoca debe avanzar hacia la profesionalización en toda la estructura organizativa, contando con un conjunto de comunicadores, diseñadores gráficos, investigadores, gestores culturales etc., todo ello orientado a ampliar la visión cultural y organizativa del evento de cara a su natural evolución.
Si con esfuerzo y limitaciones de toda índole han logrado darle vida a un gran proyecto como este, cómo sería si se construye una plataforma organizativa moderna y altamente especializada.
Espero que la doceava edición no solo nos permita ver y disfrutar las grandes bondades de su programa, también debe ser una oportunidad para reflexionar en torno a la necesidad de sus lógicas transformaciones.
Si hay algo que está en permanente cambio y transformación es el arte y la cultura, la movilidad social que generan es increíble, pues bien, por esa misma razón, el festival de Gracias Convoca debe estar abierto a mirarse desde adentro y desde fuera para poner su organización a tono con las exigencias del mundo del arte y la cultura.