Siempre

¡Diabluras de hermanas!

Aunque parezca invento, un joven cercano a la hermana soplona amaneció duro en su casa. Ella y su esposo viajaron ese mismo día a…

17.01.2021

TEGUCIGALPA. Corría el año 2000 cuando, casual, conocimos dos hermanas, quienes en ese tiempo tenían sus “oficinas” en el centro capitalino. Una de ellas, con talante de “buena persona” y la otra, con paso de yo no fui, pero avispada. La primera, vecina de un poderoso hombre, y la segunda, par de uno pobre que con un poquito de poder barrió y fumigó todo a su paso. Perdió los estribos.

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Obvio, miles de cabezas calientes, alocados y enconados de la política visceral nos exigirán la identidad de tan “dignas” damas que en su silenciosa y larga era de codicias, eran apetecidas, amigas e “influyentes” para su grupo de reporteros (as) que hablan muy bien según los cariños y ladran fuerte, de acuerdo a la clientela. Cada cuatro años, todo se vale en Honduras, “el delincuente soy yo”.

Amores

Jamás tuvimos trato cercano con ellas, nomás unas pocas pláticas impensadas por razones de nuestra profesión. Aclaramos que desde 1990 solo una tenía ligas con políticos y, de pronto, roces con botines verde olivo. Ya en yunta, pateaban de forma paulatina iniciando el siglo 21 y, 21 años después en 2021, casi nadie habla de ellas, ni aquellos (as) periodistas atorados de sus jarabes con todo y sus hijos (as). “Extraño Europa”.

Estando en una casona del corazón de Tegucigalpa, la mayor pasó firmando cheques a diestra y siniestra, su recreo favorito. Pagos para cortinas, viajes por doquier, cuotas de escuela, joyas, gasolina y chorro de gustos. El billete sobraba para ceremonias en hoteles y residencias particulares. Cachimbo de banquetes con pisto de la “oficina”. ¿Y los cronistas morales?

Fardo entero en el nombre del padre, del hijo… con tu pisto mijo. Medio mundo hablaba de ellas. Los elogios iban y venían de su lujoso cortejo. “Qué bella se mira” le decían los serviles a la más feíta. Sus festines y elevados gustos eran un secreto a voces en bocas del caserón. Guardias, cocineras, choferes, autos pompa y ofrendas malditas (como califica el cardenal a lo robado) en púlpitos para verse “santas” violando la palabra sacrosanta.

Pompas

Claro, nada era de ellas. Solo una, gracias a su querido marido, ya gozaba de buenos carros, muchos millones y hogares, mientras la otra apenas corría en un carrito viejo. “Cayeron” en “desgracia” cuatro años, pero por magias de la política secretamente subieron como la espuma. Captaron terrenos, chozas, camionetas de lujo, elevaron torres y “shopping center”.

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Los bienes inmuebles están aquí y por el norte. Varios civiles, incluidos, al menos dos periodistas, son testigos mudos de sus riquezas. Más de alguno no volvió a hablar. Cada uno tiene su lápida por varios motivos. Un “amigo” de las hermanas “amaneció muerto” en una casita en las afueras de Tegucigalpa. Hasta el sol de hoy, la Policía calló el muerto. Cero preguntas, don Julián se cuadró.

Hace unos años, un guardián de las damas nos mandó un recado en una red social acusándonos de “garganta asalariada”. No obstante, ni al resentido guardaespaldas ni a su jefa les insinuamos dádivas económicas u otras ternuras de lo torcido. Es más, la casa del celador cambió de dueña gracias a los tiempos de jolgorios y diabluras de tan queridas hermanas, pero “el tarifado soy yo”.

Actriz

Por ajustes de la vida, una cayó en desgracia gracias a la otra que, con dotes de actriz, le fingió lealtad. Muchos de los bienes y documentos valiosos estaban en sus manos. Así, con disimulo, tenía del gañote a su “querida hermana”. Y pensar que años atrás eran uña y mugre. Salían juntas, comían juntas, reían juntas, se burlaban juntas, chupaban juntas y robaban juntas.

Ahora, por traiciones y serias ambiciones, no están juntas. De una apenas sabemos que ha jurado vengarse (es rencorosa a morir), y de la otra, que, tras rociarla de picardías, se esfumó de los recovecos de su palacete. Dicen que hasta el duende voló de una de las lujosas moradas adquiridas gracias al tango de testaferros que caían rendidos (as) a sus tentadoras ofertas.

Honduras, para muchos (as) es “el país de las maravillas”, donde contados de alcurnia están presos y el resto sigue y seguirá en butacas o dictando moral en prensa de corral. Igual, creemos, que estas damas de “altar”, difícilmente caerán en los sueños del “caiga quien caiga” con resultados a medias porque aquí hay actores que en lugar de pantalones se ponen saya por afecto a pinches delincuentes.

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