Honduras

Ventajas y desventajas de la segunda vuelta, el mecanismo que Honduras se resiste a aprobar

En América Latina solo México, Honduras, Nicaragua, Panamá, Venezuela y Paraguay no tienen incorporado en su legislación electoral el balotaje como opción para evitar una crisis en elecciones presidenciales

06.09.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Desde finales del siglo 20 y durante lo que va del siglo 21 en Honduras viene privando el descontento hacia la clase política a tal extremo que los últimos gobernantes obtuvieron el poder con un bajo respaldo popular, cuyo impacto posteriormente se manifestó en gobiernos débiles.

Para evitar la llegada a la presidencia de políticos que en la elección no superan el 51 por ciento de total de los votos, la mayoría de los países de Latinoamérica han establecido como medida la segunda vuelta electoral o balotaje.

Solo apenas seis países, algunos con constantes síntomas de dictaduras, han preferido mantener su sistema electoral basado en la elección por simple mayoría.

Honduras está entre esos pocos países del continente donde una clase política muy calculadora muestra resistencia a la modernización y adecentamiento de los procesos electorales ya que esto significa arriesgar el poder obtenido a base de todo tipo de triquiñuelas y manipulaciones, irrespetando la voluntad de los electores y poniendo en riesgo la frágil democracia.

Para evitar que Honduras siga siendo gobernado por mandatarios que no gozan del respaldo de la mayoría, actualmente varios sectores de la sociedad exigen la aprobación de una serie de reformas políticas en las cuales se incluye la segunda vuelta electoral.

Sin embargo, este cambio se topa con una férrea oposición del Partido Nacional que actualmente gobierna con una administración muy debilitada tanto por el poco apoyo de la gente como por los constantes escándalos de corrupción en la administración pública y la vinculación de varios de sus líderes en el crimen organizado y narcotráfico

Ventajas y desventajas del balotaje

Los expertos en temas políticos coindicen en que la segunda vuelta es un mecanismo para resolver la crisis de legitimidad en unas elecciones generales, da más fortaleza y confianza al proceso electoral y a los nuevos gobernantes.

Además, vendría a reducir la constante conflictividad sociopolítica. Otra de las ventajas es que Honduras pasaría a ser dirigida por gobiernos de integración.

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Foto: El Heraldo

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El Partido Nacional, actualmente en el poder, mantiene un cierre de filas con el fin de evitar la aprobación de la segunda vuelta para los comicios electorales de noviembre de 2021.

Asimismo, plantean que al continuarse con un sistema electoral obsoleto, manipulable y basado en la elección por simple mayoría, Honduras seguirá siendo regida por gobernantes sin apoyo de la ciudadanía, sus administraciones estarán marcadas por la inestabilidad social con un altos costos humano y económico.

Para el doctor Rolando Sierra, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Honduras es uno de los países en América Latina donde se registran menores niveles de confianza principalmente en las elecciones generales y sus resultados, por lo que la aprobación de la segunda vuelta o el balotaje electoral es muy necesario para el país.

“Sabemos que los últimos procesos electorales los presidentes han ganado con porcentajes bastante bajos, no son más del 40% del voto electoral. Esto significa que gobiernan prácticamente con bajos niveles de legitimidad, de apoyo de la ciudadanía y se generan entonces oposiciones y divisiones”, valoró.

De tal manera que el balotaje permitiría que el que gane las elecciones llegue con un mayor grado de respaldo ciudadano, de mayor legitimidad y por lo tanto esto podría ayudar a superar los problemas o crisis sociopolíticas que se tienen especialmente por el cuestionamiento de los resultados electorales, por un lado, y, otro, por los bajos niveles de porcentaje electoral con que los mandatarios llegan al poder, analizó Sierra.

A su criterio, Honduras urge de cambios electorales profundos, no solamente de reformas institucionales, sino sustanciales, es decir que apunten a mejorar la institucionalidad electoral, dotarla de más certidumbre, de mayor predictibilidad y confianza.

“Ya no puede seguirse repitiendo la historia como en los últimos años, donde después de cada proceso electoral se generan altos niveles de desconfianza, falta de aceptación de los resultados, esto genera demasiada inestabilidad y altos costos para el país”, sostuvo.

El balotaje es un mecanismo para resolver en unas elecciones generales una crisis, un conflicto en el caso de que un candidato gane con un bajo resultado.

También permite que el candidato que gane, lo haga con más del 50% del electorado, lo cual le da mayor legitimidad al proceso y a su gobierno. Asimismo, facilita las alianzas y las unidades político- partidarias en el gobierno que son necesarias, expresó.

Entre las desventajas de la puesta en marcha de la segunda vuelta electoral, Sierra consideró que implica un costo económico más, porque es como volver a repetir un proceso electoral y también está el riesgo de que el mecanismo no esté lo suficientemente sólido o blindado para que pueda cumplir con sus fines.

Las elecciones generales del 2017 costaron casi 800 millones de lempiras, según información proporcionada en ese momento por el extinto Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Baja popularidad

Las estadísticas revelan que, en el presente siglo, entre los presidentes hondureños que accedieron al poder sin obtener ni el 50 por ciento de los votos del electorado figura Manuel Zelaya Rosales, quien en las elecciones de noviembre de 2005 alcanzó el 49.9 por ciento de los sufragios.

En la lista también aparece el actual presidente Juan Orlando Hernández Alvarado; los datos lo muestran cómo el político que ha ganado dos elecciones con los menores porcentajes de apoyo de los votantes.

Según los números del Tribunal Supremo Electoral, en noviembre de 2013 Hernández obtuvo 1,149,302 de 3,115,448 votos, equivalente al 36.89%.

Asimismo, en las elecciones de noviembre de 2017 sacó 1,411,517 de 3,476 419 sufragios, lo cual equivale a 42.9 por ciento.

El único político que ocupó la silla presidencial, aparentemente, con el apoyo del 56 por ciento de los electores, según las estadísticas, fue Porfirio Lobo Sosa (2010-2014).

Según los expertos en temas electorales, los porcentajes con que estos presidentes se eligieron podrían ser más bajos, debido al registro de manipulación de votos y actas en las mesas electorales, un accionar deshonesto que los políticos hondureños se resisten a dejar atrás.

Para el abogado y analista Raúl Pineda Alvarado, Honduras necesita una reforma política; y el primer paso para esa reorganización del Estado debe ser la aprobación de una nueva Ley Electoral,

Esta ley es una prioridad que deben tener todos los partidos y todos los dirigentes, y cualquier procedimiento o subterfugio que se visualice para dilatarla “tiene que verse como una agresión al modelo de democracia electoral al que todos aspiramos y no un retorno a las elecciones del 2017”.

Recordó que apenas unos cinco países del continente americano, entre ellos Honduras, mantienen el modelo de simple mayoría, y a pesar de la deficiencia de este modelo no existe mucho deseo de la clase política en el poder para impulsar la segunda vuelta, alternativa que posee más ventajas que desventajas.

El analista también consideró que el balotaje fundamentalmente obliga a los políticos a hacer arreglos, genera gobiernos de integración como manda la Constitución política y a dar una cierta legitimación donde la mayoría se expresa a favor de un candidato.

“Recuerde que la democracia es un modelo que orbita alrededor de las mayorías y es aberrante que un presidente llegue a ejercer el poder en representación de la sociedad teniendo respaldo o una masa crítica electoral inferior a los que votaron contra él”, consideró.

A su criterio, la iniciativa del balotaje es bloqueada porque la coyuntura no favorece al Partido Nacional. “Es que la política es coyuntura, instrumento. Ir a una segunda vuelta es suicida para el Partido Nacional”.

La discusión y aprobación de la segunda vuelta están sujetas a intereses políticos. “Esto no es retórica ni buena voluntad, es simplemente política, y en este momento el Partido Nacional sabe que la oposición automáticamente se uniría en una elección de segunda vuelta, y sabe que tiene una mayoría abrumadora de posibilidades de perder, mientras que el modelo de simple mayoría le genera más ventajas”, explicó Pineda Alvarado.

Destacó que entre las ventajas de la segunda vuelta está que le da legitimidad al gobierno, le da la obligación de integrar sus cuadros a través de negociación, sectores que sin balotaje están fuera de la administración pública.

Las desventajas son los malos arreglos que se dan y el hecho que una minoría puede convertirse en el fiel de la balanza y que la incline a favor de un grupo político u otro. En este sentido el poder coyunturalmente lo maneja una masa crítica mínima que pudiera generar el desbalance a la hora de una segunda consulta.

La justificación de no aprobar el balotaje por el costo financiero, sostuvo, “es un argumento falaz, sin solidez, pues lo que pasa es que aquí los políticos se acostumbraron al modelo de simple mayoría donde el que saque más votos es el ungido en un gobierno o en un régimen presidencialista que es casi una democracia imperial donde el presidente de un país pequeño como Honduras tiene más poder que un monarca europeo”.

En los últimos 20 años, el balotaje, como modelo para fortalecer la democracia, se ha establecido en el 72 por ciento de los países del continente americano, empero naciones como México, Honduras, Nicaragua, Panamá, Venezuela y Paraguay se resisten a adoptarlo prefiriendo el de simple mayoría, un patrón que les permite a los políticos tradicionales mantenerse en el poder.

Por su parte el empresario y analista Olban Valladares cree que algunos políticos le tienen terror a la segunda vuelta porque en ella se “reflejaría el desprecio, el menosprecio, el hastío que tiene el pueblo hondureño, en primer lugar, por el continuismo; en segundo lugar, por la reelección inconstitucional, violando flagrantemente la carta magna”.

Igual que los otros analistas, Valladares también es del criterio que el balotaje electoral tiene más ventajas que desventajas en un sistema democrático donde se debe respetar la voluntad de las mayorías en las urnas.

“El pueblo hondureño exige que haya una segunda vuelta, más cuando hay esta proliferación de partidos y de corrientes dentro de los partidos ya establecidos”, añadió.