Un prócer

Don Luis Alonso Ignacio del Moral es un ciudadano español a quien las circunstancias de la vida lo ligaron, desdeinfante, con la cultura hondureña”

  • 18 de agosto de 2025 a las 00:00

La Cancillería de la República le acaba de otorgar la Orden civil y honorífica “José Cecilio del Valle” a fin de reconocer servicios extraordinarios a la nación, y en verdad que evidentemente lo son.

Don Luis Alonso Ignacio del Moral es un ciudadano español a quien las circunstancias de la vida lo ligaron, desde infante, con la cultura hondureña ya que don Pablo Zelaya Rodríguez, hijo del preclaro artista Pablo Zelaya Sierra (1896-1933) nacido en Ojojona, le encargó conservar las pinturas y recuerdos más personales de su padre y hacer todo esfuerzo posible, más allá del usual, para enviarlos a Honduras y enriquecer así los diversos marcos constitutivos de nuestra historia intelectual y nuestra tradición. En 2011, próximo a la muerte, Zelaya Rodríguez comisionó a Del Moral para salvar el precioso legado plástico de su padre e ilustrar así a los hondureños en la calidad artística de aquella obra pero, particularmente, en la cauda de principios y valores que con amor cívico su progenitor concebía y que le alimentaban, a pesar de sus largos años en Europa, la hondureñidad.

Zelaya Sierra orientó su brújula de vida, y desde muy temprano, hacia la superación personal. Tras cursar la educación básica en su pueblo caminó a Tegucigalpa para conocer si el maestro director Pedro Nufio le permitía estudiar en la Escuela Normal de Comayagüela, lo que consiguió a base de persistencia y canje de estudios por faena laboral. Una vez graduado, y ansioso por especializarse en artes plásticas, marchó a pie por meses hasta San José de Costa Rica, donde operaba una institución dedicada a tal materia, donde se tituló con elevadas notas pero igual entre el aprecio y consideración de sus maestros e intelectuales, quienes en carta pública solicitaron al gobernante de Honduras que le concediera una beca para proseguir su formación en España.Allá destacó con brillantez y sentido profesional tras cursar el pensum de la exigente Academia San Fernando, como expuso sus óleos y dibujos en galerías de pro, lo que le llevó a conquistar respeto por sus técnicas, sus avanzadas concepciones estéticas y su dedicación y disciplina.

Excepto que el candidato presidencial Ángel Zúñiga Huete lo llama a Honduras en 1932 para que lo apoye y le promete crear, si llega al solio, la Escuela de Bellas Artes, sueño apetecido por Zelaya Sierra, quien incluso deja sus pensamientos para la posteridad en un texto doctrinal hoy muy apreciado. La guerra civil rompe, empero, la ilusión y el desorden reina, nos matamos hermanos contra hermanos y Zelaya Sierra empeora de una vieja dolencia cobijándolo la muerte entre el dolido abrazo y el cariño manifiesto de destacadas figuras intelectuales, entre ellas Clementina Suárez, Arturo Martínez Galindo y Rafael Heliodoro Valle. El ideal fenece.

Don Luis del Moral resiste por años al reclamo familiar de las obras depositadas, a ofertas comerciales e incluso a la tentación de diplomáticos hondureños de la pasada administración. Hasta que con apoyo de nuestro embajador en España, Dr. Marlon Brevé, se las traslada a depósito del Banco Central, donde tras restaurarlas en lo propicio se mostrarán al público.Maravilla de la ética y la dignidad de un gran hombre, a quien la patria agradece su misión cumplida.

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