La moda palestina

En Honduras, la parodia se llama Manuel Zelaya. El hombre posa como defensor de los niños palestinos, pero su “solidaridad” es una excusa para pavonearse contra Estados Unidos

  • 19 de agosto de 2025 a las 00:00

La causa palestina no es una bufanda de moda para selfies en Instagram, ni una pancarta para universitarios aburridos que necesitan un motivo para gritar en la calle. Es la lucha de un pueblo arrancado de su tierra, humillado y asesinado durante décadas. Pero en manos de esta generación de cristal, se ha reducido a un accesorio político, usado y desechado como quien cambia de filtro en TikTok.

En Europa y Estados Unidos, esas marchas con banderas palestinas están llenas de caras anglosajonas que jamás han leído un párrafo de nuestra historia. Jóvenes con culpas heredadas, sin educación ni contexto, que creen que Palestina es un festival callejero. Son los mismos que ayer gritaban por el cambio de pronombres, que canonizaron a George Floyd mientras ardían ciudades inocentes, y que mañana encontrarán otra “revolución” de moda para sentirse importantes.

Este es el daño más profundo: la asociación automática de nuestra causa con movimientos que, lejos de fortalecerla, la deforman. Hoy se nos ve no solo como terroristas
-el viejo estigma que Israel ha cultivado con maestría- sino también como hordas violentas dispuestas a destruir sociedades ajenas. Europa, que alguna vez nos miró con cierta simpatía, ahora dispersa estas “protestas” con sus policías. El capital político que existía se ha dilapidado por el espectáculo de masas sin brújula.

El daño es brutal: nos asocian con la violencia gratuita, con el caos, con el vandalismo. Israel no necesita gastar un centavo en propaganda: la imagen que nos dejan estos falsos aliados es suficiente.

En Honduras, la parodia se llama Manuel Zelaya. El hombre posa como defensor de los niños palestinos -y sí, esos niños existen, y su dolor es real-, pero su “solidaridad” es una excusa para pavonearse contra Estados Unidos y ganarse aplausos baratos de sus amigos socialistas del sur. La verdad es que ni conoce nuestra lucha, ni le importa. Lo prueban sus propios operadores, que sin pudor nos insultan como “turcos” en redes sociales, con su bendición silenciosa. Es la doble cara del oportunismo: abrazar nuestra bandera mientras nos denigra en casa.

Tiene la audacia de decir que los palestinos en Honduras hemos olvidado la causa. ¿Olvidado? No sabe nada. No sabe de las cuotas mensuales que por años nuestras familias entregaban a la OLP de Yasser Arafat, en tiempos en que apoyar públicamente a Palestina aquí era peligroso. No sabe de las reuniones discretas, del bajo perfil para evitar represalias. No sabe que si hoy algunos parecen alejados es por impotencia, no por indiferencia.

La causa palestina no necesita más oportunistas que la usen como cortina política. No necesita feministas de escaparate ni “progres” de redes sociales. No necesita caudillos tropicales jugando a ser revolucionarios con la kufiya como disfraz.

Nuestra lucha es seria. Nuestra memoria es sagrada. Y nuestra voz no está para adornar agendas ajenas, sino para exigir justicia, verdad y la devolución de lo que nos arrebataron

Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias