Malala Yusafzai, la joven paquistaní herida de bala en la cabeza en un ataque talibán, fue sometida a dos operaciones exitosas del cráneo, indicó ayer una portavoz del hospital de Birmingham, en el centro de Inglaterra, donde está ingresada.
Malala, de 15 años de edad, atendida en el hospital Queen Elizabeth desde mitad de octubre, había salido del centro el 3 de enero para continuar su rehabilitación en el domicilio provisional de su familia en la región de West Midlands.
La adolescente fue sometida el sábado a dos operaciones de reconstrucción craneal que duraron cerca de cinco horas, según la misma fuente.
“Las dos operaciones han sido un éxito y Malala se está recuperando ahora en el hospital”, añadió la portavoz, precisando que el equipo médico está “muy satisfecho” por los progresos de la joven después de las intervenciones.
La primera operación consistía en perforarle el cráneo para insertar “una placa de titanio a medida”.
Malala está completamente sorda del oído izquierdo, ya que la bala que la hirió en la cabeza destruyó su tímpano y los huesos que sirven para la audición, según explicó el director médico del hospital, Dave Rosser.
Por eso, se requería una segunda operación, para instalar un pequeño aparato electrónico de forma que pueda percibir los sonidos.
Su completo restablecimiento podría llevar “entre 15 y 18 meses”, indicó Rosser.
Sobreviviente
Malala Yusafzai, de 15 años, resultó herida de bala en la cabeza en un ataque cometido el 9 de octubre contra el autobús escolar en el que viajaba en el valle del Swat (noroeste de Pakistán) por un grupo talibán que buscaba castigarla por su compromiso en favor de la educación de las niñas paquistaníes.
La joven sobrevivió al ataque y fue enviada a Inglaterra para ser atendida en un centro especializado en el tratamiento de soldados heridos en Afganistán.
Tras el atentado, condenado en todo el mundo, más de un millón de personas en el mundo firmaron una carta de apoyo a la adolescente y a las 32 millones de niñas y jóvenes en el mundo que tienen el acceso vedado a la educación, mientras que otra iniciativa pide que se le atribuya el próximo premio Nobel de la Paz.
“Un premio para Malala llegaría en el momento oportuno, se inscribiría en una línea de recompensas atribuidas a los campeones de los derechos humanos y de la democracia y pondría de actualidad las cuestiones de la infancia y la educación”, estimó el director del Instituto de Investigación sobre la Paz de Oslo (PRIO), Kristian Berg Harpviken, que ve en ella a una favorita.
