Elisabetta recorre estos días, con envejecidos zapatos y ropa desharrapada, los alrededores del Vaticano y de la plaza San Pedro. “Per favore”, repite sin cesar a los viandantes, y dirige la vista hacia su mano, con la que pide limosna. Para ella, el mundo no ha cambiado con la llegada del argentino Jorge Bergoglio al trono de San Pedro. Sin embargo, guarda confianza en un futuro mejor de la mano del nuevo Papa. “Ojalá sea el Pontífice de los pobres”, afirma.
La mujer, que sostiene en una mano un trozo de pan que alguien le ha regalado y en otra un vaso de plástico, donde mete las monedas que le ofrecen, espera que el jesuita “sea bueno con su pueblo”.
La llegada de Bergoglio a la jefatura del Vaticano ha levantado esperanzas incluso entre quienes no son católicos. Le sucede a Rodrigo, un chileno afincado en Suecia. El hombre, debajo del obelisco de la plaza San Pedro, confía en que el nuevo Papa “consiga hacer un mundo mejor”.
“Lo importante es que haga bien su trabajo, que ayude a la gente en sus necesidades. Que haga de su Dios el dios de todos y no de unos pocos. No importa la religión, sólo que cuando se vaya nos deje en herencia un planeta más habitable, sin tantas hostilidades”, explica el chileno, que se siente contento con que la Iglesia se haya abierto a Latinoamérica por primera vez en su historia.
Este jueves, en un ambiente de optimismo generalizado entre la gente que camina por el Vaticano, tres mujeres irradian una alegría casi irracional. Son Josefina, Francisca y Verónica. Las tres son argentinas, aunque llevan dos décadas instaladas en Roma. Aunque van y vienen. “Fue algo increíble escuchar su nombre”, dicen al unísono.
Las tres compatriotas del hombre que será entronizado este próximo martes auguran cambios sustanciales en la cúpula de la Iglesia, así como una actitud mucho más cercana con los desfavorecidos. “Él se siente bien con la gente pobre, sabe que lo necesitan. Él es uno de ellos”, asegura Josefina.
Verónica, la mujer más joven, explica que la identidad del Papa es “verse reflejado en el pueblo, no al revés”. “Por eso –añade- pidió anoche que rezaran con él para luego hacerlo él por el resto de gente”.
Las tres féminas confirman el perfil de persona humilde que este jueves describen los medios de comunicación. “Él es así. Era casi normal verlo caminando o subiendo a un colectivo (bus). Y estamos seguras de que no cambiará”.
Las argentinas esperan que, al igual que hicieron Juan Pablo II y Benedicto XVI, el papa Francisco visite su país natal en su primer viaja como Santo Padre. “Esperamos que venga a Argentina. Pero te digo más, sé que no nos defraudará”, asegura Josefina. Luego, las tres salen caminando de la plaza de San Pedro. En ningún momento pierden la sonrisa.