Tegucigalpa, Honduras.- La proclamación de Nasry Asfura, candidato del Partido Nacional, como presidente electo de Honduras tras las elecciones del 30 de noviembre marcó un punto de quiebre dentro del Partido Liberal, su principal rival en los comicios.
A partir de ese momento, las tensiones internas dejaron de ser soterradas y pasaron al plano público, no entre la militancia, sino entre las figuras más visibles del partido: el excandidato presidencial Salvador Nasralla y el presidente del Consejo Central del Partido Liberal, Roberto Contreras.
La disputa se intensificó este domingo, cuando Nasralla decidió fijar posición a través de su cuenta en la red social X.
En un mensaje directo, buscó aclarar tanto la situación interna de su partido como su postura frente al proceso electoral.
“Yo no fui, no soy ni seré comunista; solo soy un hondureño honrado”, escribió. Luego advirtió sobre lo que calificó como un punto “delicado” en el actuar del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Nasralla cuestionó la certificación de resultados sin que se resolvieran recursos pendientes, una decisión que, según expuso, vulnera principios básicos del derecho electoral.
Enumeró posibles consecuencias: violación al debido proceso, ruptura de la cadena de legalidad y riesgo de nulidad parcial o total del acto electoral.
En ese contexto, sostuvo que los abogados del Partido Liberal han encontrado un punto jurídicamente sensato, al recordar que el Tribunal de Justicia Electoral (TJE) ha sido estricto frente a certificaciones prematuras en procesos anteriores.
De acuerdo con la argumentación legal difundida por Nasralla, los recursos interpuestos sí eran procedentes, ya que —según afirmó— la vía administrativa fue ignorada, afectando a cerca de dos millones de votantes.
A su juicio, el CNE incumplió su deber legal al no responder en tiempo y forma las solicitudes de recuento y revisión presentadas oportunamente. Fue más allá al afirmar que el silencio del órgano electoral no puede considerarse una postura neutral.
En términos jurídicos, explicó, esa omisión habilita la figura de la “negativa ficta”, un concepto del derecho administrativo que permite recurrir a instancias superiores cuando una autoridad no responde en los plazos establecidos.
“No había otro camino legal posible”, sostuvo.
El fondo del reclamo, según Nasralla, radica en la omisión total o parcial del uso del dispositivo biométrico en casi 15,000 de las 19,164 Juntas Receptoras de Votos, lo que, afirmó, contraviene el artículo 263 de la Ley Electoral.
Para el dirigente liberal, no se trata de un simple error administrativo, sino de una irregularidad que compromete la validez del proceso.
En su mensaje, también cuestionó que, pese a la existencia de unas 10,000 urnas con inconsistencias y recursos sin resolver antes del 24 de diciembre, el CNE procediera a certificar los resultados.
A su criterio, esa decisión “vició el acto” y comprometió la legalidad del proceso al declarar presidente electo a Asfura sin agotar las instancias legales pendientes.
Desde esa óptica, defendió la solicitud de un recuento físico jurisdiccional, el cruce de información técnica y la eventual remisión del caso al Ministerio Público.
“No son caprichos políticos, sino medidas legales para restablecer la certeza del voto”, afirmó.
Un día antes, Nasralla ya había elevado el tono contra su propio partido. En otro mensaje en X, planteó que el Partido Liberal deberá decidir de cara a 2025 entre regresar a los 330,000 votos obtenidos en 2021 o consolidarse como un partido de mayorías, con más de un millón y medio de votos.
Negó que la derrota se debía a una mala campaña y denunció un supuesto robo de 26,000 votos, frente a otros 300,000 que —según dijo— no habrían sido revisados.
Estas declaraciones fueron una respuesta directa a Roberto Contreras, alcalde de San Pedro Sula y presidente del CCEPL, quien también recurrió a las redes sociales para arremeter contra Nasralla y su esposa, la diputada Iroshka Elvir.
Contreras, recientemente reelecto como alcalde para el período 2026-2030, criticó lo que describió como la búsqueda de un “premio de consolación” para Elvir.
“Encuentro patética la posición del ingeniero Salvador Nasralla, respecto a que quiere la presidencia del Congreso Nacional para su esposa”, afirmó.
Dirigiéndose a la militancia, añadió: "Corrimos por la presidencia de la República. Dejen de andar buscando premios de consolación".
El dirigente liberal insistió en que, tras la derrota electoral, lo coherente sería asumir un papel de oposición. “¿Se perdió la elección? Seamos oposición, pero oposición de hombres de verdad”, expresó, en una declaración que profundizó la fractura interna.
Contreras aseguró además que Nasralla y su entorno estarían visitando a diputados liberales electos para buscar apoyo a una eventual candidatura de Iroshka Elvir a la presidencia del Congreso.
“No hay que darle un premio de consolación a la reina”, dijo, en tono crítico.
A su juicio, esas gestiones respondían a un intento de asegurar cuotas de poder para el Partido Liberal dentro del Legislativo.
“Por eso el Partido Liberal está como está”, sentenció, antes de exhortar a Nasralla a “amarrarse los pantalones” y dejar tanto al Ejecutivo como al Congreso en manos del Partido Nacional, mientras el liberalismo se reorganiza desde la oposición.
En un mensaje dirigido a la base partidaria, Contreras llamó a no convertirse en “comparsas” y reiteró su malestar con la situación interna.
"Estoy harto de todo lo que ha pasado. Soy liberal genuino; yo no voy a andar pidiendo", afirmó, en alusión a versiones sobre supuestas negociaciones internas.
La confrontación no se quedó ahí. Contreras puso en duda uno de los principales ejes discursivos de Nasralla durante la campaña: su imagen de “manos limpias” .
"Él dijo que tenía las manos limpias. Hoy yo puedo decirle en la cara que lo dudo y que puedo presentar pruebas", declaró, sin precisar cuáles serían ni si las llevarán ante las autoridades competentes.
También cuestionó el financiamiento de la campaña y aseguró que a Nasralla “le gusta el dinero en efectivo”. Como ejemplo, mencionó un episodio supuesto en El Progreso, Yoro, donde —según dijo— habría recibido dos millones de lempiras de una familia vinculada al Partido Nacional, sin presentar documentación pública que respalde la acusación.
Para reforzar su postura, Contreras aludió al término “mara azul”, una expresión coloquial utilizada por Nasralla para referirse al Partido Nacional. “¿Por qué las manos no están tan limpias?”, insistió, antes de lanzar una advertencia directa: “Le conozco muchas cosas. Es mejor dejar las cosas ahí”.
Hasta ahora, las acusaciones cruzadas permanecen en el terreno político y mediático. No se han presentado pruebas formales ni denuncias ante instancias judiciales.
Sin embargo, el intercambio público de señalamientos refleja una crisis profunda en el Partido Liberal, que, lejos de iniciar un proceso de autocrítica tras la derrota electoral, exhibe una pugna de poder sin una salida clara a corto plazo.
La fractura interna del liberalismo hondureño se consolida así en un escenario dominado por declaraciones, reproches y advertencias, mientras el país transita hacia un nuevo gobierno encabezado por Nasry Asfura y el principal partido de oposición enfrenta uno de los momentos más delicados de su historia reciente.