Tegucigalpa, Honduras.- Un notable y alarmante agravamiento de casos de abusos a menores se registra en el país, según organizaciones que velan por los derechos de la niñez. De acuerdo con las estadísticas de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), durante enero de 2025 se registró un total de 344 denuncias en las que se han vulnerado los derechos de la niñez hondureña.
Es decir, durante enero, en promedio diario, unos 11 menores sufrieron de algún tipo de abuso que vulnera sus derechos y que pone en riesgo sus vidas.
El 54% de las víctimas son niñas y el resto son varones, de acuerdo con las estadísticas de Senaf. Las denuncias tratan en muchos casos de maltrato físico, emocional, abuso sexual, abandono de recién nacidos en lugares públicos, entre otras causas que ponen en riesgo a los menores, lamentó la titular de la Senaf, Lizeth Coello.
Durante los primeros días de enero, a través de las redes sociales, se dieron a conocer casos de menores que fueron maltratados por los parientes.
Uno de los más impactantes fue un hecho que se registró en Marcovia, Choluteca, y que mediante un video grabado por otra persona se muestra a la mujer, identificada como Darlyn Pérez, golpeando, gritando y quemando a su infante de tres años.
La madre de la niña fue detenida por las autoridades y enviada a prisión, mientras que la menor fue rescatada por personal de la Senaf.
Falta de investigación
Lamentablemente, no todos los casos terminan en judicialización, de acuerdo con la titular de la Senaf; en 2024 la secretaría recibió más de 5,000 denuncias, de las que el 25% fue enviada al Ministerio Público (MP) para su investigación. No todos los casos que llegan al MP han dado resultados; Coello indicó que existe una mora en la investigación de los casos de cerca del 85%, cifra que es alarmante, lamentó la funcionaria.
Ante eso hizo un llamado a las autoridades de la Fiscalía de la Niñez para priorizar las investigaciones y agilizar la judicialización de los casos, con el objetivo de garantizar los derechos de los menores.
“Los procedimientos pueden ser más rápidos, pueden tener prioridad en toda la complejidad de situaciones que enfrenta el Ministerio Público; queremos que se reitere la prioridad para casos de niñas y niños víctimas de vulneraciones”, afirmó.
El resto de los menores víctimas de abuso fueron atendidos por la Senaf, en algunos casos fueron quitados a sus padres y entregados a otros familiares, o retornados a su hogar al verificar que la integridad no está en riesgo.
Desde el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) indicaron que una de las limitantes que se tiene en el país es la debilidad respecto a la investigación y al enjuiciamiento de quienes atentan contra la vida de la niñez y la juventud.
“Ese es uno de los elementos negativos que confluyen en esta dinámica de violencia que enfrenta la población hondureña, por lo que es oportuno demandar de las autoridades mayor investigación, enjuiciamiento y condena para hacerle frente a la impunidad de este tipo de delitos”, expresó Cándida Maradiaga, coordinadora de la Defensoría de la Niñez del Conadeh.
Violencia contra la niñez
La violencia que impera en el territorio nacional también está cobrando la vida de muchos menores.
De acuerdo con datos de la Coordinadora de Instituciones Privadas Pro las Niñas, Niños, Adolescentes, Jóvenes y sus Derechos (Coiproden), durante enero pasado se contabilizaron un total de 48 niños, niñas, adolescentes y jóvenes que murieron de forma violenta, de los que 11 están entre los 0 y 17 años.
Maradiaga expresó que es altamente preocupante cómo se ha agravado la violencia hacia la niñez y la juventud en el país. “Estamos en un nivel crítico respecto a la protección de la integridad física y de la vida de los niños y las niñas de nuestro país”, señaló.
Añadió que la “preocupante” situación debe llamar la atención de las autoridades competentes para implementar una estrategia que dé respuesta a la problemática de la niñez en Honduras.
Cuestionó que los espacios que deberían ser protectores de los niños y las niñas, como la familia, la escuela y la comunidad son precisamente los que se han vuelto violentos y no generan condiciones idóneas para que los menores puedan crecer y desarrollarse en condiciones óptimas.
