Honduras

Eliminar fronteras piden descendientes de Francisco Morazán en Nicaragua

Generaciones de Morazán lamentan los trámites engorrosos en las aduanas y la falta de interés de los gobiernos

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13.09.2016

Chinandega, Nicaragua
EL HERALDO hace nuevamente historia al contactar a los descendientes del prócer Francisco Morazán residentes en Nicaragua, de la línea de Francisco Morazán Moncada, el niño que emigró a este país tras el fusilamiento de su padre el 15 de septiembre de 1842.

Hace dos años encontramos a parte de los familiares que viven en El Salvador y el año pasado sus generaciones en Costa Rica accedieron a hablar para el equipo de investigación histórica de EL HERALDO.

La mayor parte de los descendientes en Nicaragua del máximo varón viven en Chinandega, una ciudad próspera, poblada y de gran auge económico ubicada a una hora de la frontera con Honduras.

Hasta aquí llegó hace más de 170 años el hijo del héroe de la unidad centroamericana, traído por don Mariano Montealegre Romero, el amigo incondicional de Morázan. Fue Óscar Montealegre, descendiente de don Mariano, el primero que nos dio pistas reales sobre la descendencia de Morazán en Chinandega.

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El hijo de Morazán se casó en Chinandega con Carmen Venerio, hija de un acaudalado empresario agrícola de la zona. De este matrimonio surgieron tres hijos: Francisco Morazán Venerio, Carmen Morazán Venerio y Mercedes Morazán Venerio.

EL HERALDO hizo contacto con parte de los descendientes de Mercedes y Carmen, las dos nietas del mártir de la unión.

Eduardo Bernardo Callejas Deshon vive en una exclusiva zona de Chinandega. Es hijo de Angelina Deshon Morazán, bisnieta del prócer unionista. Fue diputado a la Asamblea Nacional y al Parlamento Centroamericano, no perdió tiempo para hablar de las gestas de su ascendente.

Francisco Morazán --dijo-- era un visionario. Si estuviéramos juntos no estaríamos cinco pendejos, perdonando la palabra, viviendo en unos paisitos que nunca vamos a progresar. Soy descendiente de Morazán, lo estimo mucho”, afirmó con orgullo, sentado en una banca en el patio de su casa.

Más adelante, en la misma zona, vive Francisco Montealegre Deshon, de 90 años, quien está postrado bajo el cuidado de su esposa María Idis Callejas de Montealegre con el apoyo de un enfermero. Es un hombre alto, de orejas grandes, nariz pronunciada y una contextura delgada.

“Él no conoce a nadie, pero los voy a dejar pasar para que le tomen foto”, señaló amablemente su esposa, de 86 años.

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Don Francisco es hijo de Esther Deshon Morazán, quien a la vez era hija de Carmen Morazán Deshon, la nieta del hombre que se llevó en su corazón a Centroamérica. En representación de su esposo, doña María Idis analizó la lucha de Morazán.

“La idea de él era brillante, hacer de Centroamérica lo que debíamos ser, una sola nación. Creo que hubiera sido lo mejor. Mi deseo es que se borren esas fronteras”, dijo con firmeza.

Las visitas a estas dos casas se produjeron gracias a la compañía de Alberto Avilez Sosa, otro descendiente directo por la rama de su nieta Mercedes. Don Alberto es un hombre muy abierto, extrovertido. “Ojalá continúen personas como usted dando el ejemplo de preservar la historia y los valores por los cuales Morazán peleó”, dijo Avilez con tono de agradecimiento, “es algo muy lindo darle el lugar que se merece”.

Piero Coen es otro tataranieto del prócer, contactar con él solo fue posible a través de un amigo suyo. Fue corto y preciso en la entrevista: “La unión centroamericana hubiera sido una gran cosa y lástima que ni siquiera la hemos podido conseguir aduanalmente. Si las aduanas estuvieran unidas estaríamos menos pobres los países”, afirmó.

“No deberían de haber fronteras ni aduanas. No lo podemos conseguir por tonterías, por politiquerías”, afirmó.

En el centro de Chinandega, en un negocio de comida de su propiedad, entrevistamos a Javier Pérez Montealegre, de 72 años. “Mi bisabuela Mercedes Morazán era hija del hijo de Francisco Morazán, que le decían ‘Chachanito’”, contó. “Así como era él en sus luchas, así somos para trabajar, nos dedicamos a trabajar”, expresó.

No hay una cifra exacta del número de descendientes que tiene Morazán en Nicaragua, pero se estima que pasan de los cien. Así concluimos este encuentro con los familiares del hombre cuya antorcha unionista aún no se apaga.

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