ESTOCOLMO, SUECIA.- La historia cuenta que el 10 de agosto de 1628, uno de los barcos que se esperaba fuera de los más poderosos de la armada sueca, El Vasa, en su primer día de navegación se deslizó suavemente al fondo de la bahía, a poco más de un kilómetro del puerto de Estocolmo, cerca de la isla Beckholmen.
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EL HERALDO estuvo es el Museo Vasa, ubicado en la isla Djurgarden, inundada por agua dulce en la capital de Suecia. Los visitantes pueden llegar hasta el lugar caminando desde la estación de bus, para disfrutar del inmenso espejo de agua, por donde navegan embarcaciones con turistas y se puede apreciar el vuelo de las aves.
También está la opción de alquilar bicicletas o scooter eléctricos y si lo que quiere es llegar más rápido, se puede contratar el servicio de taxi y comenzar un viaje por una maravillosa historia, que se asemeja al mundo vikingo.
En la entrada se pagan entre 190 a 200 coronas, que es la moneda oficial de Suecia, es decir, unos 450 lempiras y al solo entrar se puede ver en primer plano la imponente estructura naval casi intacta, del siglo XVII.
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Guías turísticos del museo cuentan a los visitantes que fue en 1626 que el rey sueco Gustavo II Adolfo ordenó construir un gran buque de guerra para enfrentar a Polonia y Lituania, conocidas como República de las Dos Nacionales, con las que tenía conflicto armado. La embarcación se comenzó a construir en el año 1626 y para lograr edificarlo se talaron mil robles y los carpinteros de la época trabajaron a tiempo completo para cumplir con las exigencias del rey.
Para ese tiempo, se considera que el buque batió todos los récords de la época al estar artillado con 64 cañones, 1,200 toneladas y un mástil capaz de portar 10 velas. Pero este navío de guerra duró poco, ya que el 10 de agosto de 1628, los cañones dispararon una señal de celebración y todas las compuertas estaban abiertas.
Mientras El Vasa abandonaba el puerto, el viento se hizo más intenso y ladeó el barco, provocando que entrara agua por las cañoneras. El buque no soportó su propio peso y se hundió a muy pocos metros del puerto de Estocolmo, quedando sepultado bajo el agua por más de tres siglos.
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Rescate
La fantástica historia de El Vasa estuvo bajo la profundidad del agua por cerca de 300 años, hasta que el técnico marino sueco Anders Franzén, comenzó una ardua búsqueda, en medio de mitos sobre su existencia o posible deterioro. Tras dos años de búsqueda localizó El Vasa el verano de 1956 y finalmente, el navío fue rescatado del fondo del agua y volvió a ver la luz 333 años después.
La hermosa estructura es expuesta en un museo techado donde fue colocado, hasta donde cientos de visitantes de todo el mundo lo puede ir inspeccionando desde la parte baja hasta lo alto de sus velas.
+De la sombra a la piel del mármol
El museo fue edificado en varios niveles, para ir viendo de cerca la embarcación, y en cada nivel hay piezas que se rescataron y cuartos simulando como es el interior del barco original y como se sentía la vida a bordo.
En el camino se encuentra cantidades de réplicas de El Vasa de todos los tamaños, que permite apreciar más detalles de su estructura. Los expertos del museo cuentan a los turistas que El Vasa es la nave del siglo XVII mejor conservada del mundo, ya que mantiene el 98 por ciento de las piezas originales y cientos de esculturas talladas en la madera.
En el recorrido el visitante se encuentra con esculturas de leones, animales marinos y representaciones religiosas, armas de aquella época, utensilios de cocina y por su puesto, se puede estar cerca del barco original. Sin duda que el Museo Vasa es un lugar que se debe visitar al momento de llegar a Estocolmo, ya sea en un viaje de turismo o de trabajo.
