Siempre

Sala MAC, un territorio de exploración del ser

Durante 25 años, este espacio se ha encargado de registrar y acompañar el trabajo de las mujeres artistas en el arte contemporáneo, en un país que tiene una deuda con las creadoras
14.12.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El arte es una puerta a la memoria, a un territorio de sentido y resistencia.

Durante 25 años, la Sala MAC (Mujeres del Arte Contemporáneo) se ha encargado de explorar, reflexionar, ahondar y registrar estos procesos desde la creación de mujeres hondureñas (y de otros territorios de la región).

En un cuarto de siglo, este proyecto nacido en el seno de Mujeres en las Artes Leticia de Oyuela (Mua) se ha dado cuenta de algo: es difícil traspasar los márgenes del cubo blanco mental, pero es necesario para conocer las motivaciones de la creación, que van más allá de una “inspiración”.

La Sala MAC no se constituye solamente como un espacio expositivo para poner en contexto la creación femenina contemporánea, marcada por períodos sociales, políticos, económicos y generacionales.

Se constituye en una respuesta para salir de lo general y poner el foco en lo específico, con esfuerzos dirigidos hacia lo simbólico, la memoria, el cuerpo, la investigación, el apoyo a la producción artística de calidad y la construcción de miradas desde lo colectivo.

Y es en el marco de un aniversario tan significativo, cumplido justamente este 2022, que conversamos con Josefina Dobinger-Álvarez Quioto y Bayardo Blandino, quienes han construido durante todo este tiempo las bases que sostienen este proyecto.

Bayardo Blandino y Josefina Dobinger-Álvarez Quioto dirigen la Sala MAC, que ha puesto la mirada en la creación de las mujeres en el arte contemporáneo, no solo con el objetivo de mostrar un trabajo, sino de hacer un registro minucioso de los procesos detrás de cada instalación.

El origen de la Sala MAC

Cuenta Josefina que cuando se creó Mua hace 27 años, el enfoque era disperso. Se trabajaba desde la cultura popular hasta la danza, el teatro, las artes visuales y la música, “éramos una red de todas las expresiones creativas que habían”.

Y es ahí donde surge la necesidad de crear una iniciativa enfocada, motivada por visibilizar la creación artística de las mujeres y desentrañar las motivaciones de la creación, marcadas por procesos muy personales a veces difíciles de identificar, incluso para las mismas creadoras.

Y a la par de todo esto, el registro historiográfico, tan necesario para la construcción de una historia del arte con identidad.

Pero el paso no se dio de una sola vez. Antes hubo otros procesos, hasta llegar a una exposición que quedó marcada como el origen de la Sala MAC, y que fue de mujeres artistas visuales, en las instalaciones del Museo del Hombre Hondureño, que reunió la obra de 30 artistas.

Señala Bayardo Blandino que para ese 1997 el medio cultural de Tegucigalpa había evolucionado y crecido; había una Museo del Hombre, una Galería Nacional de Arte, el mismo Mua, el IHCI, la Alianza Francesa, “donde la actividad cultural efervescía de alguna manera u otra, pero no había un lugar específico para el arte contemporáneo, y en este caso para las mujeres creadoras”.

Entonces ahí surgió el reto de poder generar un espacio que respondiera a esa necesidad, desde el cual también se pudiera establecer redes de contacto a nivel de Centroamérica, generar ese intercambio de miradas desde el plano regional.

El objetivo era situar un lenguaje y una producción.“Entonces la Sala MAC fue prácticamente como una primera aproximación a ver la producción de estas artistas en relación con la región centroamericana, que guardaran un paralelo, una especie de diálogo para poder ir desarrollando el proceso del proyecto de la Sala MAC, que empezó primero con artistas emergentes, recién egresadas de la Escuela Nacional de Bellas Artes, que era con las que se hacían pequeños proyectos; y también el involucramiento de las artistas de trayectoria, y eso era una especie de combinación en el proceso.

Todo esto nos llevó a ir introduciendo paulatinamente a artistas regionales y artistas hondureñas”, recuerda Blandino.

Pero si hay una iniciativa que se convirtió en el parteaguas de la reciente Sala MAC, fue el “Mua Instala 99”, una exposición colectiva regional que reunió a 21 profesionales, artistas y curadoras de Centroamérica, en una Honduras post-Mitch, que más allá de dejar a un país tambaleante, fue un ambiente complejo que generó una oportunidad de reflexión y diálogo.

El “Mua Instala 99” fue también el momento en que la Sala MAC pudo ver cuál era el sentido de la producción de las mujeres artistas en la región “y dónde encajábamos nosotros en ese contexto”, señala Blandino.

El objetivo es sostener el proceso de la Sala MAC ante la carencia de una historia del arte de las mujeres, en un país donde la historiografía tiene sus limitaciones.
Actualmente la sala exhibe una muestra de la artista Juliana Fuenzalida.

Mujeres protagonistas

Donde no hay una historia escrita en un documento tangible, las trayectorias y los aportes se pierden en las brumas de la memoria.

Y la Sala MAC ha luchado por construir esa historia, por registrar los procesos, los resultados y las manifestaciones artísticas de esos procesos.

“La trascendencia de esa mirada es que las artistas, las creadoras, sientan que en este espacio hay un dato, un registro, existe algo que las respalda, un archivo que les pertenece, que está contenido en un espacio que les sirve también como referencia, porque al no tener referencias dentro del espectro institucional y museístico, se pierden los lugares donde se pueden encontrar. Creo que es bien importante cargarse de ese sentido de pertenencia, y es el trabajo que estamos haciendo ahora”, enfatiza Bayardo Blandino.

Para Josefina Dobinger, la documentación e investigación acompañadas de la reflexión y el diálogo han sido un punto central en el devenir de la Sala MAC, como un espacio generador de registros históricos, para sostener los pilares de una historia del arte contemporáneo de las mujeres que ha tenido poco nicho en el papel, en la construcción de una memoria que va más allá del recuerdo, de las páginas sueltas en alguna carpeta perdida o de las notas que no superan la reflexión estética.

“Y eso también ha radicado en la profesionalización del campo artístico, donde las mujeres siempre han tenido un poco más de desventaja, porque en los espacios siempre se consolida al maestro, pero no a la maestra; o sea, en los espacios siempre se consolida la producción de los hombres y no de las mujeres”, acota Blandino.

Más que realizar proyectos aglutinadores o cortoplacistas como exposiciones colectivas que no ahondan en los procesos, se enfocan en construir un registro que perdure.

Un diálogo en pandemia

Mientras la comunicación se vio cortada al imponerse un confinamiento por la pandemia, la Sala MAC utilizó la virtualidad para borrar fronteras.

Fue ahí que inició el Ciclo de Conversaciones Expandidas, un canal de comunicación, diálogo, reflexión y aprendizaje que se ha constituido como un tejido que da soporte a los objetivos del espacio.

El ciclo ha manejado varias líneas temáticas en las diferentes jornadas de reflexión: Cuerpos plurales-sexuados, generizados y racializados; Tensiones entre lo ético-moral-político y El juego por medio de tecnologías sexuales.

“Mea culpa”, de Julia Galeano, fue otra muestra de la sala en 2021.