Tegucigalpa, Honduras.- Dagoberto Rodríguez, periodista ganador del premio Álvaro Contreras 2025, agradeció el galardón que recibió e hizo una crítica frontal a la clase política de Honduras.
Rodríguez, quien es director de prensa de Radio Cadena Voces, puntualizó que este galardón representa un compromiso para él y para los comunicadores en el país en memoria del legado de Álvaro Contreras.
Su discurso fue frontal y, entre los cuestionamientos, incluyó la implementación del libro "El Golpe 28-J" escrito por el expresidente Manuel Zelaya Rosales y que será anexado a la Cátedra Morazánica.
Discurso íntegro:
En primer lugar, agradezco y elevo mi corazón en gratitud y honra a Jesucristo, mi Señor, mi Dios y mi Salvador, faro de mi vida, fuente de gracia, amor y esperanza. A Él sea toda la gloria. pues sin Su mano y tierno amor nada de esto sería posible. A Él y solo a él dedico este reconocimiento.
Con profundo amor agradezco a mi madre, Martha Lidia Coello, por su amor, sacrificio, apoyo incondicional y oraciones constantes por mí y mi familia. Madre la amo profundamente. A la memoria de mi padre, Casimiro Rodríguez, por enseñarme el valor del trabajo honrado y por despertar en mí el amor por el periodismo.
A mi esposa, Claudia Narváez, compañera amorosa e inseparable, gracias por ser abrigo y apoyo en los días de lucha y temores. Sin ti, no sé hasta dónde habría llegado. A mis hijos Cristian, Allan, Jonathan y Claudia Giannine, mis hermanos Carlos, Jamileth, Gina, Norman, Wendy, mis nietos, nueras, sobrinos y demás familiares que hoy me acompañan, gracias por su amor y compañía. A mis entrañables amigos Karen y Adalberto, por caminar conmigo en esta travesía terrenal.
Dedico este reconocimiento al valiente y comprometido equipo de Radio Cadena Voces y a todos los periodistas hondureños que este 25 de mayo celebran el Día del Periodista Hondureño, ejemplo de entrega, esfuerzo y amor por Honduras.
Mi gratitud al Lic. Leonel Giannini, presidente de Grupo INVOSA, por su confianza y respaldo para poder realizar un periodismo crítico, combativo y comprometido con Honduras. También saludo a mis colegas y amigos de Tiempo, La Prensa, El Heraldo y Proceso Digital con quienes compartí largas jornadas de trabajo y compañerismo en la búsqueda de la verdad. Gracias a quienes han marcado mi vida profesional, personal y espiritual, en especial: María Antonia Martínez, Jorge Canahuati Larach, Marlen Perdomo, María Orbelina López, Luis Cubillo, Mario Romero, y tantos más.
Agradezco profundamente a mi combativo Colegio de Periodistas de Honduras y al honorable jurado calificador que valoró mi trayectoria para concederme este prestigioso reconocimiento. Gracias también al Obispo René Peñalva, al Pastor General de CCI Saúl Medina y al pastor Óscar Jiménez por facilitarnos muy gentilmente este recinto sagrado para esta ceremonia especial.
Finalmente, extiendo un saludo fraterno a los miembros de la Junta Directiva, que encabeza el licenciado Juan Carlos Sierra, honorables expresidentes del CPH, a mis colegas periodistas galardonados con el Premio Álvaro Contreras,, excelentísimo arzobispo de Tegucigalpa José Vicente Nácher, presidente de la Confraternidad Evangélica de Honduras, pastor Gerardo Irías, a los miembros del cuerpo diplomático, representantes de las instituciones del Estado, empresarios, representantes de la Asociación de Medios de Comunicación, líderes de sociedad civil, colegas periodistas de todo el país, invitados especiales. Gracias por acompañarme en este momento significativo
Recibo el Premio Nacional de Periodismo Álvaro Contreras 2025-2026 con un profundo sentido de gratitud, humildad y responsabilidad cívica. Este no es un reconocimiento que asumo de manera ligera y superficial, porque no se trata únicamente de un homenaje personal, sino de una evocación solemne al legado de un hombre que encarna, en su vida y en su palabra, los más altos valores de la patria, del pensamiento libre y del periodismo independiente y comprometido, justamente cuando celebramos el próximo 25 de mayo el Día del Periodista Hondureño.
Álvaro Contreras no fue solo un periodista excepcional; fue un patriota visionario, un tribuno encendido, un político de altura y un intelectual de avanzada que supo colocar la pluma al servicio de la verdad y de la nación. Su vida fue un testimonio de lucha por la libertad, por la justicia, por la república. En cada uno de sus escritos vibraba la voz de una Honduras que soñaba con ser grande, justa y soberana. Considero que la historia aún no le ha rendido la justicia plena que merece. Su nombre debería resonar con la misma fuerza y reverencia con que evocamos a nuestros más grandes próceres: Francisco Morazán, José Trinidad Cabañas, Dionisio de Herrera, José Cecilio del Valle, José Trinidad Reyes... hombres de temple que moldearon nuestra identidad y dieron sentido al ideal de una patria libre, digna y soberana.
Contreras escribió en letras de oro uno de los capítulos más brillantes del periodismo nacional, fue perseguido y sufrió el exilio por sus ideas, sus críticas y su defensa de los sagrados intereses del pueblo hondureño, pero a pesar de eso no claudicó, no se censuró, no se arrodilló y no cedió ante el dinero, ni las amenazas y la avasallante presión del poder político de ese entonces.
Su ejemplo debe inspirar a las actuales y nuevas generaciones de periodistas hondureños a seguir su legado, a no dejarnos avasallar, amenazar, intimidar y ceder ante los que ejercen el poder de manera arbitraria, abusiva, autoritaria e impositiva. Hoy, en un momento crítico para la democracia hondureña y para la libertad de expresión y de prensa, recibir este galardón lleva implícito un compromiso indeclinable: el de seguir ejerciendo el periodismo con coraje, con rigor, con ética, con amor profundo por Honduras, por nuestros hijos y nuestras familias, con la convicción de que la verdad, aunque incómoda y molesta, es la columna vertebral y la piedra angular de una sociedad democrática y debe ser defendida con valentía, con hidalguía y con convicción. LOS PERIODISTAS SOMOS LA PRIMERA Y LA ÚLTIMA TRINCHERA EN DEFENSA DE LA INSTITUCIONALIDAD, LOS CUSTODIOS DEL IMPERIO DE LA LEY, SOMOS LOS PERROS GUARDIANES DE LA DEMOCRACIA. SIN PERIODISMO NO HAY DEMOCRACIA NI LIBERTADES. Hoy hablo por todos los periodistas amenazados.
Me solidarizo con el periodista Rodrigo Wong Arévalo, director de Abriendo Brecha y Canal 10, objeto de amenazas e intimidaciones por parte de la cúpula militar y con todos aquellos periodistas y medios que enfrentan amenazas y querellas en los tribunales desde el poder. Hoy, los que ejercen el poder nos intimidan, nos estigmatizan, nos criminalizan y nos llevan ante los tribunales de justicia injustamente para silenciarnos y censurarnos, a todos ellos les digo desde esta tribuna: No podrán silenciarnos. No podrán doblegarnos. Y no podrán someternos a sus designios ni a sus oscuros intereses, porque mientras exista un atisbo de injusticia, un acto de autoritarismo o una violación a la ley, allí estará un periodista hondureño, con la pluma firme y la voz en alto, para denunciarlo y alzar la bandera de la verdad y la justicia.
Hoy no están frente a simples cronistas del presente. Están ante los valientes herederos de Álvaro Contreras. Una nueva estirpe de periodistas ha despertado: libre, comprometida y dispuesta a luchar por una Honduras más digna, más justa y más democrática. Este premio me honra enormemente, pero sobre todo me obliga. Me obliga a no callar cuando otros guardan silencio, a seguir escribiendo y criticando cuando muchos temen hacerlo, y a mantener encendida la llama de la crítica, la investigación rigurosa y la palabra veraz, en nombre de un periodismo libre que no se arrodilla ante el poder, que no se vende, ni se rinde. En este momento crucial de nuestro país EL SILENCIO NO ES UNA OPCIÓN. Álvaro Contreras inmortalizó una frase que sigue evocando a nuestro máximo héroe nacional, el paladín de la unión centroamericana el general Francisco Morazán: “Suprimid el genio de Morazán y habréis aniquilado el alma de la historia de Centroamérica”, Sin embargo, hoy se pretende mancillar el genio y la figura de nuestro principal prócer, cuando, en nombre de la educación pública, que él impulsó y defendió, se pretende adoctrinar a nuestros niños y jóvenes con libros y relatos sesgados de conveniencia partidaria e ideología fracasada. Convertir una cátedra histórica en un vehículo de propaganda es una distorsión inaceptable del legado de Morazán y una traición al espíritu crítico y plural que debe regir la formación cívica en Honduras.
Con esto, hoy no suprimen el genio de Morazán: lo distorsionan, lo manipulan y lo secuestran impunemente. Y eso, quizás, es aún más grave. Porque convertir a Morazán en instrumento de una ideología, en emblema de un solo partido, es traicionar su legado y degradar la historia a simple propaganda política. No debemos permitirlo. No debemos tolerarlo. Morazán no pertenece a una bandera política, pertenece al pueblo y a la conciencia de toda Centroamérica. Siempre me he caracterizado por decir las cosas de frente y sin ambages, lo que me ha acarreado problemas; discúlpenme si mis palabras suenan duras y molestas, pero no quiero dejar pasar esta trinchera, esta tribuna y este espacio histórico que me permite el Colegio de Periodistas.
Hoy no puedo desaprovechar para reflexionar y hablar en representación de una mayoría del pueblo hondureño. Actualmente Honduras es considerado uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, más de 100 periodistas y trabajadores de los medios de comunicación fueron asesinados entre 2002 a 2025 y la mayoría de esos abominables crímenes siguen en la más abyecta impunidad y desidia estatal. NOS RESISTIMOS Y NOS NEGAMOS A DEJAR DE LEVANTAR LA VOZ POR TODOS NUESTROS COLEGAS ASESINADOS IMPUNEMENTE, POR SUS FAMILIAS QUE HOY SIGUEN RESINTIENDO Y LLORANDO SU AUSENCIA, Y SIGUEN ESPERANDO UNA JUSTICIA QUE NUNCA LES ALCANZA. Por ellos, por sus familias, por sus voces silenciadas, alzamos la nuestra hoy con firmeza: exigimos justicia, exigimos reparación, exigimos el fin de la impunidad que cubre los crímenes contra periodistas en Honduras. El Estado arrastra una deuda histórica y dolorosa con el gremio periodístico.
Tenemos hambre y sed de justicia, y no habrá consuelo ni reparación mientras el sistema judicial no rompa con ese abominable círculo de impunidad y continúe actuando como instrumento del poder y no como garante de la equidad. La justicia no puede seguir mirando al periodista desde el prisma de quien gobierna. Solo cuando juzgue con imparcialidad, como lo ordena su esencia institucional y su mandato divino, empezaremos a sanar.
Honduras no podrá ser una nación justa si no es capaz de proteger a quienes arriesgan su vida por decir la verdad. Me preocupa profundamente, que esa violencia y criminalización que ha venido experimentando nuestro gremio en las últimas dos décadas se agrave en este polarizado año político, debido a los feroces ataques que provienen desde las más altas esferas del gobierno, sus voceros a paga y sus ejércitos de bots. En su último informe sobre el Estado de la libertad de expresión y prensa en Honduras, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y Reporteros sin Fronteras coincidieron que en el país existe una escalada sin precedentes de intolerancia oficial a la crítica que se manifiesta a través de amenazas, intimidación, estigmatización, agresión física selectiva, insultos, descalificaciones, detenciones, agresiones, abusos, vigilancia, persecución, campañas de desprestigio, criminalización, judicialización arbitraria, exilio y desplazamiento forzado por el hecho solamente de informar y ejercer el derecho a la libertad de expresión.
El Observatorio para la Democracia señaló que 15 altos funcionarios del actual gobierno encabezan esa política de violencia contra la prensa hondureña, muestra de ello es que en los últimos 18 meses de 2024 y 2025, se registraron más de 199 agresiones en contra de 64 medios de comunicación, según la organización C-Libre. Eso solo demuestra que la libertad de expresión en Honduras está bajo ataque frontal y sistemático. Y lo más grave es que estas agresiones provienen, directa o indirectamente, de altos funcionarios del gobierno, que no han dudado en usar las instituciones del Estado y el sistema de justicia para silenciar voces críticas e incómodas.
Desde cuentas oficiales se estigmatiza a determinados periodistas y medios independientes, se criminaliza la crítica, se acosa a colegas en los tribunales de justicia, se invoca el odio y la división de clases para legitimar la represión y la persecución contra los que piensan distinto y no siguen su línea discursiva. Bajo ese contexto, la prensa hondureña experimenta, un lento descenso al infierno, como bien lo afirma la organización internacional Reporteros sin Fronteras. Nos preocupa que, en este año electoral, esta violencia verbal y legal puede degenerar en violencia física y, ojalá no sea el caso, en muertes de periodistas, sino se le pone un alto inmediato.
Por todo lo anterior, desde esta tribuna: EXIGIMOS EL CESE INMEDIATO DE LA PERSECUCIÓN JUDICIAL CONTRA LOS PERIODISTAS, EXIGIMOS UN ALTO INMEDIATO AL ODIO, LAS AMENAZAS, LA CRIMINALIZACIÓN Y ESTIGMATIZACIÓN DE LA PRENSA. NO MÁS ACOSO, NO MÁS AMENAZAS, NO MÁS SILENCIO IMPUESTO POR EL MIEDO. EXIGIMOS GARANTÍAS PLENAS PARA EJERCER NUESTRO TRABAJO CON SEGURIDAD Y SIN TEMOR A LA REPRESALIA Y LA VIOLENCIA.APROVECHAMOS PARA DEMANDAR LA INMEDIATA SUSPENSIÓN Y DEROGACIÓN DEL ESTADO DE EXCEPCIÓN QUE ATENTA CONTRA LOS DERECHOS Y GARANTÍAS INDIVIDUALES DE LOS HONDUREÑOS, SE CIERNE COMO UNA ESPADA DE DAMOCLES SOBRE EL EJERCICIO DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y PRENSA Y AMENAZA LA DEMOCRACIA EN UN MOMENTO FUNDAMENTAL EN EL QUE ESTAMOS ABOCADOS A ELECCIONES GENERALES PARA ELEGIR A NUESTRAS NUEVAS AUTORIDADES.
Hago hincapié en la transcendental importancia que tiene el periodismo como vigía y guardián de nuestra democracia, porque en este momento oscuros nubarrones se ciernen sobre ella. Nuestra democracia tambalea y está en la cuerda floja por los continuos intentos de descarrilar el proceso electoral. A menos de una semana para la convocatoria oficial a elecciones generales, el Consejo Nacional Electoral se encuentra paralizado, fracturado, sometido a una preocupante e inaceptable inactividad que incrementa la zozobra de una ciudadanía ya golpeada por la desconfianza. Esto no es un hecho aislado ni una simple descoordinación institucional: es parte de una preocupante estrategia de erosión del sistema electoral y democrático.
El pasado 9 de marzo todos los hondureños fuimos testigos de un boicot logístico interno contra las elecciones primarias, ejecutado con la complicidad de actores políticos y castrenses, que retuvieron y ocultaron vehículos estratégicos cargados de urnas y colapsaron deliberadamente la cadena de distribución electoral. ESE ACTO INFAME DE ALTERAR, BOICOTEAR E INTERRUMPIR EL EJERCICIO DE LA VOLUNTAD POPULAR NO PUEDE QUEDAR IMPUNE, TARDE O TEMPRANO DEBE SER CASTIGADO CON TODO EL PESO Y RIGOR DE LA LEY. SUS RESPONSABLES NO PUEDEN QUEDAR IMPUNES.A lo anterior se han sumado campañas de desinformación, ataques personales y misóginos contra las consejeras Cosette López y Ana Paola Hall, dos mujeres valientes que han sostenido con dignidad la institucionalidad electoral, pese al asedio y los ataques infundados. Ahora se cierne sobre ellas la amenaza de una persecución judicial desde el sistema, que no busca justicia, sino sometimiento a sus intereses políticos.
Todo indica que estamos ante un plan cuidadosamente articulado para desmantelar los frenos y contrapesos de la democracia, neutralizar a quienes no se alinean con los intereses políticos de turno y abren las puertas a un continuismo solapado o a un fraude electoral en noviembre próximo.
En ese contexto, queremos enfatizar que los procesos electorales no son propiedad de ningún partido político ni de un caudillo autoritario, sino patrimonio de todos los hondureños. El respeto al cronograma electoral, a las reglas del juego previamente acordadas y a las autoridades legítimamente nombradas no es una concesión: es un deber democrático, que todos debemos respetar y defender. Honduras no puede permitirse retrocesos ni nuevas aventuras políticas que atenten contra la continuidad del proceso electoral o pretendan manipularlo desde intereses particulares, como lo ocurrido en las elecciones de 2017 que derivaron en una elección ilegal e inconstitucional.
Desde este espacio donde hoy se reconoce la verdad, la ética y el compromiso con la libertad de prensa, hago un llamado urgente y firme a todos los sectores: al periodismo, a la sociedad civil, a la comunidad internacional, y sobre todo al pueblo hondureño: NO PODEMOS PERMITIR QUE LA HISTORIA SE REPITA. NO PODEMOS CALLAR CUANDO LO QUE ESTÁ EN JUEGO ES LA SOBERANÍA POPULAR. DEFENDER A LAS INSTITUCIONES ES HOY UN ACTO DE RESPONSABILIDAD PATRIÓTICA.
Mi voz, desde este micrófono, es también un respaldo decidido a la labor de las consejeras Cosette López y Ana Paola Hall para asegurar elecciones justas, equitativas y transparentes en las que se respete la voluntad y la soberanía popular. Ellas no están solas. Las respalda la Constitución, el pueblo que cree en la democracia y este gremio que defiende nuestro sistema democrático y que no claudica cuando se trata de enarbolar la bandera del imperio de la verdad y la justicia. Hago un firme y vehemente llamado a la empresa privada, a la academia, a los colegios profesionales, a las iglesias, a la sociedad civil organizada y a todos los hondureños: Despierten. Dejen la parsimonia y la comodidad.
La democracia y el país se está deteriorando y escapando de nuestras manos frente a nuestros propios ojos y no hay espacio para la neutralidad, para el cálculo político, las conveniencias y la cobardía. La defensa de la democracia, de la justicia, de las libertades, no es solo tarea de los periodistas. Es deber de todos. No puede haber desarrollo económico donde hay represión y ausencia de libertades. No puede haber paz donde hay silencio obligado y censura a las opiniones diversas. A nuestros socios y aliados internacionales, especialmente a las organizaciones defensoras de derechos humanos, medios independientes, organismos multilaterales y gobiernos democráticos, les pedimos que no aparten su mirada de Honduras.
La democracia no solo se defiende desde adentro, también requiere del acompañamiento externo cuando los equilibrios se quiebran y el autoritarismo y la dictadura asoma su rostro más cínico y perverso. No nos dejen solos. Finalmente quiero dejar un mensaje a la clase política hondureña: Los hondureños estamos hartos. Hartos de la corrupción que carcome las instituciones, hartos del enriquecimiento ilícito de unos pocos a costa del sufrimiento de muchos, del nepotismo descarado, del derroche abusivo de los fondos públicos y de la manipulación de las leyes según la conveniencia del poder de turno. Estamos cansados de ver cómo se tuerce el derecho con interpretaciones jurídicas espurias para justificar el abuso y se normaliza el autoritarismo bajo disfraces democráticos.
A nuestra clase política, le advertimos con claridad y contundencia: no pueden pretender seguir gobernando a Honduras sobre la base del descontento, de la injusticia, del silencio de las mayorías empobrecidas de hondureños, ni sobre la base de promesas rotas e incumplidas, necesidades insatisfechas y una pobreza que se ensancha y se ensaña cada día en nuestro pueblo. Les decimos con firmeza: no repitan los errores del pasado ni del presente. Honduras ya vivió los abusos del reciente pasado, y en la última elección creyó en una promesa de cambio que encendió una llama de esperanza legítima y anhelada, pero que hoy tres años después se convirtió en descontento generalizado y una frustración contenida.
El actual gobierno prometió traer una CICIH con independencia y capacidad para desmantelar redes corruptas. Tres años después, no hay convenio firmado con Naciones Unidas, no hay marco legal aprobado, y lo que hay son excusas, traslado de responsabilidades y un silencio cómplice que sepulta la promesa. Prometieron acabar con la corrupción y nos entregaron nuevos rostros con viejas prácticas. Prometieron transparencia, pero manejan con hermetismo fondos millonarios como la Tasa de Seguridad.
Prometieron fortalecer el Estado de derecho y han cooptado las instituciones del sistema de justicia y los poderes del Estado y ahora intentan secuestrar el Consejo Nacional Electoral, el último bastión que le queda a la indefensa democracia hondureña.
La confianza es un capital que no se recupera con discursos y narrativas que ya no calan en el pueblo hondureño; se construye con hechos. Y el pueblo hondureño ya no cree en palabras huecas. Políticos no pueden seguir en ese mismo camino. Los pueblos, aunque callen por un tiempo, no son eternamente sumisos. Tienen memoria. Tienen dignidad. Y también tienen un límite que puede romperse en cualquier momento y los hondureños estamos llegando al límite. No estamos pidiendo milagros. Estamos exigiendo responsabilidad, ética, moral y respeto de los dirigentes políticos por el pueblo. Este país merece más que discursos vacíos y clientelismo electoral cada cuatro años.
No queremos más bailes, jingles ni cancioncitas vacías. Queremos propuestas concretas. Queremos compromisos reales. Queremos valentía y decisión para enfrentar la corrupción y rescatar la democracia. Queremos la Misión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad (Cicih).Honduras se merece estadistas, líderes políticos a la altura de su historia, de sus circunstancias y de sus dolores. El pueblo hondureño ya no se conforma con bolsas de comida y dádivas populistas. Reclama justicia social, transparencia, dignidad y respuestas a sus demandas y necesidades en materia de empleo, salud, educación y seguridad.
Hoy más que nunca, necesitamos líderes que no gobiernen con soberbia ni con autoritarismo, sino con visión. Ciudadanos que no se resignen, sino que sueñen. Periodistas que no se vendan, ni se autocensuren, sino que denuncien. Y un pueblo que no calle, sino que despierte. Como dijo el profeta en Amós 5:24: “¡Corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo!” Y también lo dijo el profeta Isaías: “¡Ay de los que dictan leyes injustas y prescriben tiranía para oprimir a los pobres y negar la justicia a los necesitados!” (Isaías 10:1-2). Si la justicia humana no los alcanza la divina si lo hará tarde o temprano. Tengo fe en que este país todavía puede levantarse. Fe en que Honduras no está condenada a repetir los mismos errores del pasado y termine convirtiéndose en una empobrecida e ingobernable Haití, o en una tiranía como Cuba, Venezuela o Nicaragua. Fe en que la verdad, aunque perseguida y estigmatizada, siempre encuentra su camino. Y fe en que, si todos actuamos con valentía, con honestidad y con amor por nuestra patria, aún podemos construir un futuro más justo, más libre y más digno para todos.
Creo firmemente que el cambio y la refundación de una sociedad y de un país no radica en ideologías, ni en recetas o doctrinas económicas y sociales, ni en la insurrección armada, ni en una nueva Constitución, RADICA EN UN CAMBIO DIVINO EN EL CORAZON DE CADA INDIVIDUO en consonancia con lo que Jesús dijo en el evangelio de Lucas 6:45: “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno; y el hombre malo del mal tesoro del corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”.