La angustia ante la muerte y la súplica por el eterno descanso hizo vibrar a los presentes cuando los jóvenes de la orquesta y coro de la Escuela Nacional de Música (ENM) dejaron oír su voz y el sonido de sus instrumentos al interpretar la “Misa de réquiem”, una obra de Wolfgang Amadeus Mozart.
El concierto cuaresmal organizado por la ENM y la Fundación para el Museo del Hombre Hondureño (FMHH) tuvo lugar en la iglesia San Francisco, hasta donde llegaron feligreses, familiares y amigos de los involucrados en este evento.
Concierto
Los jóvenes músicos iniciaron el concierto con la obertura de “La flauta mágica”, de Mozart, bajo la dirección de Daniel Valeriano. Los instrumentos de cuerda y percusión emitieron las primeras notas en armonía con la melodía de la flauta, en esta composición que es la última ópera escenificada en vida del compositor.
El concierto continuó con la “Misa de réquiem”, bajo la dirección de Gerson Hernández.El coro interpretó la primera parte de esta composición musical inconclusa del maestro del clasicismo, quien murió antes de terminarla.
Al concierto se unieron las voces de la mezzosoprano Diana Santos, el barítono Carlos Licona, la soprano Ernestina Peruel y el tenor Óscar Calona.
Historia
De manera encubierta el conde Franz von Walsegg, mandó a pedir a Mozart que compusiese la “Misa de réquiem” para los funerales de su esposa.
Según dicen algunos relatos, Mozart estaba obsesionado con la muerte y creyó que este era un mensajero del destino y que el réquiem lo compondría para su propio funeral, pero solo logró terminar tres secciones: Introitus, Kyrie y Dies Irae.