Libre usa sus programas sociales como motor para conquistar votos
Desde Libre sostienen que, gracias a los programas sociales, serán favorecidos en municipios rurales y en grandes ciudades, como Tegucigalpa y San Pedro Sula, pero los resultados de las primarias marcan un camino muy distinto
- Actualizado: 12 de noviembre de 2025 a las 18:22
Tegucigalpa, Honduras.- Libertad y Refundación (Libre) ha puesto en marcha toda su maquinaria electoral, saturando al votante con cada obra, anuncio y promesa del Gobierno, en la apuesta de traducir ese despliegue en votos y asegurar un segundo período consecutivo en el poder.
Dentro del partido confían en que los programas sociales impulsados por la administración de Xiomara Castro, sumados a la movilización de su militancia rojinegra, les permitan retener una porción significativa del electorado.
La estrategia no sorprende: en la política hondureña —como en tantas otras— el oficialismo suele aprovechar su ventaja institucional y sus recursos para reforzar el clientelismo y tratar de convertirlo en bono electoral.
A criterio del dirigente de Libre, Gilberto Ríos, las obras en la administración de Xiomara Castro se traducirán en votos en comunidades rurales e, incluso, territorios que tradicionalmente han sido afines al Partido Nacional, tal como el caso de zonas del occidente de Honduras.
"La penetración de la obra social de la presidenta es tan fuerte en cuanto a caminos productivos, carreteras, reparación de escuelas. También el voto favorable que viene de esos sectores marginados y postergados por los gobiernos anteriores", afirmó.
Agregó que actualmente "tenemos una fortaleza ahora mismo en el voto interior del país que puede ser decisivo para ganar la próxima elección".
El viaje de Libre
Desde su fundación en 2011 por Manuel Zelaya Rosales —nacida de la ruptura del Partido Liberal tras el golpe de Estado—, Libertad y Refundación ha recorrido tres procesos electorales que marcaron su transformación política.
En apenas doce años, Libre pasó de ser una fuerza emergente a consolidarse como un partido mayoritario, con el peso y la estructura de un competidor serio. Pero ese crecimiento, apuntan sus críticos, vino acompañado de los vicios de las fuerzas políticas tradicionales: purgas internas, estructuras verticales, caudillismos y una visión clientelar de los programas estatales.
El viaje, sin embargo, le formó músculo propio: una estructura más sólida, dirigentes que ganaron protagonismo, nuevos cuadros jóvenes y una base electoral que ha demostrado lealtad.
Esa fortaleza se refleja con claridad en los resultados de los últimos tres procesos electorales, especialmente en Colón, Santa Bárbara y Olancho. No es casualidad: se trata de los mismos departamentos en los que Carlos Zeyala, dirigente de Libre y cuñado de la presidenta, afirmó que se destinarían fondos facilitados por narcotraficantes.
A ello se suma que Olancho es el territorio natal de la mandataria y de su esposo, el expresidente Zelaya —coordinador general de Libre—, un factor que, inevitablemente, multiplica la influencia del partido en la zona.
Deterioro y desgaste en Libre
En las primarias de marzo, Libre se consolidó como la segunda fuerza política más votada, con casi 895 mil sufragios, de los cuales más de 727 mil fueron válidos.
El partido se impuso en 5 de los 18 departamentos. Retuvo sus bastiones tradicionales —Santa Bárbara, Olancho y Colón— y sumó este año a Yoro y Gracias a Dios, ampliando así su mapa de poder territorial.
Pero el dato que encendió alarmas internas fue otro: casi 170 mil votos nulos o blancos, un 18.7% del total. Para muchos, esa cifra refleja el desgaste provocado por los escándalos del actual gobierno o, en otros casos, un rechazo directo a la candidatura de Moncada.
Antes de marzo, el mayor golpe para Libre había sido el narcovideo de Carlos Zelaya, que forzó su renuncia al Congreso y a la vicepresidencia de ese poder del Estado, junto con la polémica iniciativa para eliminar la extradición a Estados Unidos, interpretada por la oposición y expertos como un intento de la presidenta por blindar a su cuñado.
Sin embargo, entre marzo y noviembre, el gobierno de Castro —y, por extensión, Moncada— enfrentó una sucesión aún más intensa de escándalos: el desvío de fondos de la Secretaría de Desarrollo Social para actividades políticas de diputados; la operación de una red de ONG afines a Libre favorecidas con 150 millones de lempiras por el Congreso y la Secretaría de Gobernación; y la parálisis legislativa, bajo dominio oficialista.
A esa lista se suma el propio proceso electoral: el sabotaje a las primarias mediante la entrega tardía de urnas, atribuido a las Fuerzas Armadas; el boicot dentro del Consejo Nacional Electoral (CNE), marcado por las ausencias de Marlon Ochoa en sesiones clave; y las acciones de la Fiscalía contra la consejera opositora Cossette López y dos magistrados electorales —también de oposición—.
En el último semestre, el Gobierno aceleró la entrega de proyectos antes de que entrara en vigor la prohibición de inauguraciones durante la campaña electoral. En octubre, la administración puso en marcha un llamado bono climático de 7,000 lempiras destinado, según el Gobierno, a personas vulnerables a la crisis climática. Para la oposición, en cambio, se trató de una maniobra abierta para comprar votos.
Una investigación de EL HERALDO Plus reveló que en plena campaña se distribuyeron 661 millones de lempiras en esta ayuda social y que esos fondos provenían de un préstamo que había permanecido congelado durante tres años. La administración anterior había utilizado el mismo mecanismo en las elecciones previas.
Ríos señaló que la influencia de Libre también se extiende a zonas urbanas, como el Distrito Central. El partido mantiene una fuerte presencia en la capital por ser la cuna del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP).
Además, sostuvo que Libertad y Refundación tiene un músculo electoral importante en San Pedro Sula, impulsado por la figura de Moncada y por la candidatura del aspirante a la alcaldía, Rodolfo Padilla Sunseri.
Pero en las primarias, ambas ciudades terminaron bajo el control azul y rojiblanco respectivamente. El Partido Liberal arrasó en San Pedro Sula, donde obtuvo su mayor triunfo con 77 mil votos. Los liberales aventajaron por 40 mil sufragios al segundo lugar, el Partido Nacional, mientras que Libre quedó relegado al tercer puesto.
A pesar de que en las elecciones generales pasadas Libre había ganado con holgura en el Distrito Central, en las primarias el resultado favoreció al Partido Nacional, que alcanzó 130 mil marcas. Libre quedó como segunda fuerza, con 111 mil votos.
Aun así, el partido oficialista logró imponerse en 103 municipios, solo por detrás del Partido Nacional, que ganó en 130. Allí es donde la tesis de Ríos cobra sentido: la conquista progresiva de un sector del voto rural. Libre triunfó en el 35% de los municipios no urbanos, aunque nuevamente quedó por detrás de los nacionalistas, que ganaron el 47%.
La mayor preocupación, sin embargo, proviene de la comparación entre el contundente triunfo de las generales de 2021 y los resultados de las primarias de 2025: una diferencia cercana al millón de votos entre ambos eventos, difícil de atribuir únicamente a los indecisos. Sobre esto, Ríos apuntó que “Libre siempre ha sido bien prudente para las internas y se ha manifestado mucho más en las generales”.
Pero hay un factor que no puede ignorarse: Libre irá solo a estas elecciones, sin la alianza que fue clave para su victoria en 2021 y que ahora uno de sus socios, Salvador Nasralla, se convierte en uno de sus principales competidores.
ETIQUETA DE TRANSPARENCIA: Este artículo fue revisado y aprobado por un editor con ayuda de una herramienta de inteligencia artificial.