Sometido a una odiosa carga de sufrimiento, el bicampeón se empecina en asustar con un inicio “heavy”, malgastar sus bienes y dejar que el destino decida por él; ayer, tal como lo hizo el jueves ante Houston Dynamo, jugó con el corazón en la garganta y solo por el oportuno poste que detuvo ese testazo repleto de gol de Ever Alvarado, pudo salir del clásico con los tres puntos, ante la impaciencia de su gente, que pide mayor horizontalidad.
Ha sido otra pobre versión del Albo, que no pudo sostener el atropellador inicio propuesto por Danilo Tosello: Ramiro Bruschi y Douglas Caetano se movían con extrema precisión en la ofensiva y, rápido, cargaron la escopeta y descargaron la primera bala a Macías. Al minuto 5, el robo de Bryan Beckeles, el buen servicio del brasileño y la exacta definición del uruguayo (al ángulo superior derecho) hacían prever un duelo de alto nivel.
De más a menos...
En línea horizontal, el León cubría toda la cancha. Alex López volvía a la titularidad y Sebas Rosano seguía con su inestabilidad en el medio: al 9, encontró a Bruschi, quien propuso una pantalla para que desperdiciara de zurda el inusualmente extraviado Javier Portillo. Pero luego, el volante ex-Peñarol jugó a nada, perdió muchas pelotas y mentalmente no estaba conectado.
Se viene la polémica...
Al 22, nuevamente la Rata se encargaría de poner en jaque mate a la zaga visitante, que parecía de gelatina. El único pase bueno de Alex López encontró al sudamericano frente a frente con Macías, que limpiamente la quitó la pelota. Erick Andino, el juez central, se equivocó al marcar falta contra el reglamento y expulsar al uno uruguayo.
Doce minutos después, la Máquina alega que Ever Alvarado estaba en buena posición, pero óscar Velásquez sancionó fuera de juego. A pase del Palomo, lo mejor del Aurinegro, el juvenil decretaba de “palomita” la igualada.
Olimpia empezaba a sentir la presión del entorno y la falta de fuerzas en las piernas. Ni con Carlos Will Mejía en el campo el León cambió su imagen y, así como dejó vivo al Dynamo a mitad de semana, ayer no pudo liquidar a un rival que mereció mejor suerte, sobre todo porque nunca se humilló con un hombre menos en el estadio Nacional.
El aleluya al final...
El primer cuarto de hora del tiempo de complemento fue la última vez que Olimpia jugó a ser Olimpia. Al 56, Alex López llegó mal después de una portentosa triangulación entre Bruschi y Caetano y al 60, la Rata no mató con derecha tras un buen pase de Carlos Will, el Garrinchita que, al 61, tuvo la más clara: frente a Kevin Hernández dilapidó casi sin ninguna explicación (la pelota se fue al vertical).
En adelante, con Ever Alvarado olvidándose de las marcas defensivas y con Allan Lalín en el campo, la Realeza puso a rezar a los olimpistas, que terminaron pidiendo la hora y viendo cómo ese cabezazo de Alvarado se estrellaba en el horizontal (al minuto 86), el mejor amigo de un Olimpia que ha perdido la alegría de su juego...